La Salvación un regalo de Dios
La Salvación un regalo de Dios
La Salvación es un tema muy profundo que da lugar a confusión a quien no lo estudia con detenimiento y siendo guiado por el Espíritu Santo. En la Carta de los Efesios nos enseña que la salvación es un regalo de Dios y que aun cuando éramos pecadores y muertos él (Jesús) nos dio vida junto con él, por gracia somos salvos, por su gran misericordia y amor.
Un regalo de Dios para vivir acorde a como él vive, en misericordia, amor bondad. El regalo más caro que pudo pagar por cada uno de nosotros, aunque no lo merecíamos, el cual, debería despertar en nuestras vidas cercanía, amor y una actitud correcta hacia él, por medio del don de la fe, la misma que se nos ha impartido en una medida para que sea aumentada cada día, ¿Cómo acrecentamos la fe? La palabra nos enseña que la fe es por el oír la palabra de Dios, el estar creciendo en la fé nos ayuda a sobrellevar los momentos duros de pruebas y procesos de nuestras vidas cotidianas, el tener un comodín (la fe) a nuestro favor también es un regalo de nuestro Señor.
En Efesios 2:8 nos enseña que por gracia somos salvos por medio de la fe, muy claro nos expresa que no es nato en nosotros, sino que es un don o regalo que Dios nos dio.
Ahora, también explica que la salvación no es por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2:9 No porque una persona haya sido buena, dadivosa tiene la salvación ganada, aunque Jesús también murió por esa persona también, muy claro está que todos éramos pecadores y desobedientes que andábamos en las corrientes de este mundo carnal, pero también, podríamos obtener este precioso regalo para ello es necesario nacer de nuevo, recibir en nuestros corazones a nuestro Señor y arrepentirnos de verdad de nuestros pecados y delitos. Reconociendo al Señor como nuestro único Dios, lo que significa que ya no hay dioses ajenos que le roban el primer lugar en nuestra vida tales como: el trabajo, el dinero, nuestra pareja, los problemas, la situación económica, entre otros. Es de vital necesidad cambiar nuestra forma de hablar, cambiar las palabras de maldición y palabras obscenas por las palabras de bendición que producen vida y no muerte.
Al recibir al Señor en nuestras vidas comienza un ciclo nuevo, una experiencia renovada, una mente transformada y un corazón renacido, un fluir desde nuestro interior que provoca una necesidad desmedida en aprender y crecer pero sobre todo hinchados de ese amor que nadie puede sustituir de ese sentimiento que nos da la fuerza para seguir adelante a pesar de las circunstancias, tomando en cuenta que, este camino a la vida con Cristo es hermosa y a la vez es difícil, ya que, nos toca trabajar en áreas de la vida de especial atención porque se resisten al cambio.
La salvación abre nuevos horizontes inexplorados donde sentimos que no somos vulnerables a nada, pues, nuestra confianza está en aquel que nos amó, nuestro poderoso gigante e invencible, y aunque parezca que flaqueamos en nuestros caminos, ese regalo de Dios permanece y está más vigente y presente que nunca, es nuestro deber atesorarlo, conservarlo, cuidarlo, y sobre todo cultivarlo.
En mi opinión el Señor no nos quitaría ese regalo porque su propósito de morir por mí en la cruz fue ese y ya el pago el precio de mi salvación con su sangre.
La diferencia está en quien no lo quiere aceptar o recibir, Dios no lo puede obligar solo el cómo caballero toca tu puerta, tú decides abrir o mantener cerrada, pero a todos por igual nos da la oportunidad de recibir tan preciado regalo.
Un regalo es un presente que damos o recibimos de personas queridas, amadas, admiradas, ese sentimiento es la motivación de dar, quiere decir que para Dios somos los más amados, especiales, admirados y queridos. Él tiene un lugar reservado para cada uno de nosotros a través de su regalo de la Salvación, nos trae con ella una nueva identidad obteniendo una membresía VIP única como ciudadanos del Reino de Dios, con nuestros nombres escritos en el libro celestial de la vida junto con la celebración especialmente preparada para nosotros.
Debemos ser cimentados en Jesucristo para ser templo santo del Señor y edificar nuestra morada de Dios en el espíritu.
Jenny Flores