Z-Elección | Capítulo Dieciséis | Historia Propia | Jhorjo
DESPERTANDO
Lucía como si me hubiese acostado muy tarde la noche anterior. Estaba sentado en mi cama, en mi cuarto, y aún el edredón cubría mis piernas para mantenerlas calientes. Me veía en el espejo que tenía al frente, pero a la vez no me veía sólo lo estaba mirando sin enfocar nada, parecía que todavía estaba durmiendo pero con los ojos abiertos.
Un toque a la puerta me sacó de ese trance en el que estaba.
—¡Hermanito! —Era mi pequeña hermana Rudy entrando corriendo a mi habitación.
La miré sonriéndole y me quité las sábanas de encima. No quería hablar porque sabía que tenía un dragón en la boca, así que sólo esbocé:
—Buenos días.
Y lo más rápido que pude me metí en el baño a lavar mis dientes. Ella me siguió y se sentó en el inodoro con la tapa baja a esperarme y a hablar un poco conmigo.
—Vas a llegar tarde a clases. —Me dijo y la miré por el espejo.
—¿Qué clases? —hablé con el cepillo de dientes en la boca y con la espuma saliendo por los lados.
—Mi papi dijo que no sólo serás un héroe, también quiere que termines tus estudios y vayas a la Universidad como Franchisco —comentó la pequeña niña.
«¿Franchisco?» me tomó unos segundos darme cuenta de lo que mi hermana estaba soltando por su boca.
—¿Dónde está él? —pregunté—. ¿Y dónde está mi papá?
—Frank te está esperando para llevarte y papi está desayunando.
Me enjuagué la boca rápido. Tomé a Rudy por un brazo y salí corriendo por los pasillos de mi casa, bajé las escaleras a toda velocidad y justo en la sala de estar lo veo ahí sentado con sus manos en la nuca.
—¡Frank! —exclamé y el chico se volteó de inmediato.
—¿Toda una vida? —inquirió y me miró de arriba hacia abajo—. ¿Irás en pijama al colegio?
—¡¿Qué pasó?! —Estaba alterado y no había pensado en lo que nos había pasado—. Me refiero a que... ¡La cura! ¿Qué ocurrió, todo bien?
—Mejor de lo esperado...
Me volteé y miré que mi padre salía del comedor junto a madre. No sé por qué se me hizo un nudo en la garganta, pero por lo que había escuchado ya todo había terminado, la cura había funcionado y estaba bendecido de tener a toda mi familia sana y salva.
—¿Acaso no recuerdas Ethan? —esbozó Frank caminando hacia mí—. Nuestros sistemas inmunes aceptaron tan bien la cura que en sólo dos días los doctores a cargo de ella pudieron reproducirla y exportarla a todo el mundo en sólo tres meses. Nos nombraron Héroes Universales. —Nunca había visto a Frank tan sonriente—. ¡Mira eso!
El chico me señaló una pared cercana y mi vista fue a parar en dos placas un poco grandes. Los materiales predominantes eran el oro y si no es cristal, ¡eso era diamante! Una de ellas en el centro se podía leer mi nombre y en la otra el de Frank, debajo de ellas no pude leer lo que estaba escrito pero parecía una carta de agradecimiento. En la parte de arriba logré ver el logo de la ECC y otras formalidades de ese estilo.
—Quizá ese fue tu efecto secundario —dijo mi padre acercándose a mí con una linterna pequeña, de esas que usan los doctores. Colocó la luz en mis ojos y sentí como éstos se dilataban—. Frank tiene algo similar, los efectos secundarios atacaron su memoria y ahora sólo recuerda desde cuando tenía quince años en adelante.
—¿Y por qué? —pregunté.
—Quizás no recuerdes, pero la cura nunca había sido probada, ustedes habían sido los primeros y tarde o temprano algo saldría mal.
—Pero dijiste que había sido todo un éxito —farfullé.
—Ustedes fueron el éxito —comentó mi padre revisando mi otro ojo—. Gracias a ustedes se pudo corregir esos fallos que tenía la cura... ¡Y miren como ha funcionado! —apuntó al televisor.
En esa pantalla pude notar millones de personas haciendo filas para recibir la cura. Había llegado a todos lados, desde Argentina hasta Rusia, pasando por Japón y Australia, pero lo que más me sorprendió fue ver a un centenar de militares disparando a muchos Contemporáneos y Antaños, los cuerpos caían unos encima de los otros, como si se tratase de costales de papas.
—¿Dónde están los demás? —cuestioné. Recordaba que no habíamos sólo Frank y yo quienes habían recibido la cura, pero no lograba recordar sus rostros, mucho menos sus nombres.
—Muchos se fueron del país con el dinero que les dieron. Ahora se están dando vida por todo el mundo. Otros siguen encerrados en sus casas o en los psicólogos tratando de asimilar todo.
Tenía millones de preguntas que hacer, pero mi mente estaba nublada. No podía recordar muy bien a esas personas, no podía recordar qué había hecho, esa cosa había afectado mi memoria muy gravemente, tanto a corto como a largo plazo.
Me fui a mi habitación después de terminar de hablar con mi padre y Frank. Me explicaron que desde que salimos de la ECC, luego de haber aportado a la causa de "Todo por la cura", me tenían que explicar todos los días lo mismo. Y por cada día que pasaba se me iban olvidando más cosas. Mi padre me dijo que para dentro de unos meses habría olvidado el cien por ciento de lo que había vivido esos días.
Terminé de arreglarme y bajé en busca de Frank. Él se había comprado un auto con el dinero que había ganado, yo no sabía que había hecho con mi dinero y la verdad es que no me importaba. Salimos de la casa y tomamos la autopista a toda velocidad.
Mis recuerdos iban y venían, y todos estaban borrosos. Podía ver imágenes, pero no lograba unirlas a una historia o a una vivencia que había tenido. Un bebé, una chica llorando, un hombre con el cráneo hecho pedazos; pero no sabía qué era todo eso.
—¿Recuerdas algo? —Le pregunté a Frank mientras él manejaba.
—Para nada, ¿tú?
Negué con la cabeza y dejé escapar un suspiro que me hizo sentir libre para poder decir lo que me rodeaba la cabeza desde que me contaron mi problema de laguna mental.
—¿Y si nos lavaron el cerebro? —Se oía loco, pero no podía dejar de pensar en eso. No recordaba nada y Frank tampoco, así que era una opción válida.
—¿Estás oyendo lo que dices? —Me dijo Frank—. Suena algo demente pensar así, quizá sea otro efecto secundario...
Me sorprendí al escuchar hablar a Frank así. Él no era de las personas que daba una respuesta por darla...
La cura se había llevado mi memoria y también se había llevado al Frank pensador.
Observé la carretera y ese camino parecía que hubiese salido de una película de terror, los árboles desnudos con la corteza gris, el césped estaba más muerto que las flores y no había ningún auto. Ni por delante, ni por atrás de nosotros.
Luego de unos minutos en silencio, Frank dejó escapar un fuerte suspiro y luego esbozó:
—Ethan, espero me perdones algún día. —Frank había detenido el auto en medio del camino—. Sólo cumplo órdenes de mis superiores.
—¿De qué estás hablando? —Me bajé del auto al mismo tiempo que él lo hizo.
«¿Eso es un... arma?»
En su mano derecha tenía un arma de un buen calibre, era plateada con algo de negro en los laterales.
—Frank baja el arma —dije a la defensiva, colocando mis manos delante de mí, como si éstas pudieran hacer escudos de fuerza o algo por el estilo—. Esto no es divertido.
—¡Claro que no lo es! —exclamó, pero nadie lo escucho. Nadie me escuchó—. No es divertido Ethan, esta pistola ha matado a nueve personas, ¿y adivina quién lo ha hecho?
—¿Por qué? —Empecé a temblar—. ¿Por qué haces esto? ¡Estás siendo controlado Frank!
Lo miré como se sentó en el capó y lo hizo sonar por su peso, era un Frank diferente al que mi mente olvidadiza recordaba.
—Verás querido Ethan... ¡La cura no funcionó! ¡No seas idiota! ¡¿Cómo crees que va a funcionar?! —exclamó con su arma apuntando a mi pecho—. Todo lo que te dijimos fue falso, todo lo que viste es falso ¡Todo está mal! Seguimos en una mierda de mundo regida por los Contemporáneos, ¿hay algo de bueno en eso?
—¿Quién te manda a hacerlo? —pregunté con los nervios de punto, no podía quitar mis ojos del arma de Frank.
—Si quieres te sientas, porque creo que te vas a desmayar cuando te lo diga. —Rió como un desquiciado—. ¡Vaya Ethan! Sé que no te mereces esto, eres un buen chico, pero gracias a tu padre vas a morir.
—¿Mi padre? —pregunté confundido—. ¡Él jamás haría algo así! ¡Tú tampoco harías algo así!
—Ya veo por qué las personas dicen que uno nunca conoce al cien por ciento otra persona. —Volvió a reír, actuaba con un aura de superioridad, como si lo que él estaba diciendo era lo correcto—. Soy un sicario... Mi familia nunca murió, yo la asesiné.
Tragué en seco, pero lo seguía viendo fijamente, estaba buscando un espacio para taclearlo y quitarle el arma, aunque veía que era una tarea casi imposible igual estaba ideando un plan.
—Los que están al mando de la ECC me pidió que asesinara a todos los doctores que habían creado "La Milagrosa" y además que no dejara testigos respirando. Estoy haciéndole creer a tu padre que estará a salvo, pero lo que no sabe es que hoy se termina ese plazo. Además... ¡Ódialo! Él te ofreció como carnada para salvar su pellejo ¿No es un estupendo padre?
—¡Eres una mierda de persona! —Le escupí—. ¡Todo eso es falso!
—¡Oh gracias, me alabas! —Rió—. Bueno, como te contaba. También tengo la tarea de asesinar a los diez elegidos que recibieron la cura.
Quitó el seguro del arma y colocó su dedo en el gatillo, luego me apuntó.
—Buenas noches Ethan...
Cerré los ojos para recibir el disparo, pero una voz, un grito femenino cortó la tensión que se había creado en el ambiente.
—¡Ethan! ¡Ethan! ¡Ethan!
—¡¿Esta maldita no sabe cuando cerrar la boca?! —se bajó del capó y rodeó el auto hasta llegar al otro extremo y empezó a patear la maleta—. ¡Espera tu turno!
—¡Ethan! ¡Ethan! ¡Ethan!
Luego escuché un vidrio romperse y pensé que Frank ya había disparado, pero luego empecé a escuchar más sonidos como ése y noté que Frank no estaba apuntando a nada, mucho menos disparando, sino que veía al cielo con la cara de incrédulo. Ordené a mis ojos que miraran hacia arriba y con esto noté como grandes pelotas de granizo estaban cayendo con mucha velocidad hacia la tierra.
¡Eran del tamaño de una pelota de baloncesto!
—¡Ethan! ¡Ethan! ¡Ethan!
Me tiré al suelo buscando refugio debajo del auto. Algo que Frank no hizo, lo miré por un segundo y al siguiente una pelota de granizo impactó en su cabeza destruyendo por completo su cráneo.
Estaba hiperventilado, la sangre de Frank la tenía por todo el cuerpo y todavía seguía escuchando el:
—¡Ethan! ¡Ethan! ¡Ethan!
Luego escuché dos sonidos muy fuertes caer contra aluminio. Y ahí fue donde pude escuchar con mejor claridad la voz que me llamaba.
—¡Ethan! ¡Ethan! ¡Ethan!
Gateé hasta la maleta del auto esquivando el cuerpo de Frank y la vi allí llena de hematomas y cortes por todo su cuerpo.
—¡Ethan! —La oí—. ¡Despierta!
—¿Qué?
¿Despertar de dónde?
—¡Ethan despierta!
Me volteé para buscar la otra voz que me decía lo mismo.
Era Frank. Un Frank sin cabeza.
La piel se me puso de gallina y me dejé caer en el suelo en posición fetal.
—¡Cállense! —grité a más no poder.
—¡Ethan despierta! —Ahora las dos voces estaban perfectamente sincronizadas.
Me halaba el cabello. Tapaba mis oídos y le gritaba cosas a esas dos personas.
—¡Ethan despierta!
Abrí los ojos, estaba boca arriba viendo hacia el cielo que despedía pelotas de baloncesto congeladas. Mi mandíbula estaba temblorosa y pude notar que mi cuerpo estaba más pesado de lo normal. En otras palabras, no podía moverme.
Miré fijamente una pelota de esas que caía a toda velocidad hacia mí. Mientras que las dos personas me gritaban que despertara, pude darme cuenta en el último segundo antes de que me quedara sin cara que eso era un sueño.
Era una pesadilla.
«¡Es un sueño!»
***
Desperté hiperventilado, sudados y ciego. Todo estaba oscuro, pero seguía escuchando la voz de Frank y ahora sí que recordaba la voz de Zoe.
—¡Ayuda! —Empecé a golpear hacia todos lados—. ¡Auxilio!
—Calma, calma —dijo Frank, y con su voz entró un poco de luz hacia donde estaba.
Parecía que estaba en una especie de urna. Estaba sudando y aún seguía pidiendo ayuda. Frank y Zoe me ayudaron a salir de esa cosa en la que estaba durmiendo y me llevaron a empujones hasta una especie de fuerte hecho de sillas, camillas, puertas y otras cosas.
¿Eran cosas mías o el suelo se estaba moviendo?
—Agáchate y gatea hasta que veas a los demás. —Me dijo Zoe, dándome un empujón para que avanzara por ese fuerte.
Ella me empujaba por mi trasero para que me apresurara, pero el suelo estaba muy inestable como para apoyar las manos en él. Caía y me levantaba una y otra vez, Zoe me gritaba en reiteradas ocasiones, hasta que llegamos a un espacio un poco más grande donde estaban los demás. Vi a André que parecía un muñeco sin movimiento en los brazos de Vanessa, Alan y el señor Vicenzo estaban igual tirados en el suelo en un profundo sueño y los demás estaban despiertos como Hugo y Zeon, pero éstos se veían afligidos y confundidos.
—¡Ethan a un lado! —gritó Frank desde atrás de Zoe.
—¡Cúbranse la cabeza!
Entré en cuenta de lo que pasaba. El sueño me había consumido tanto que todavía pensaba que todo era falso, pero nada como una buena sacudida de la tierra. Un buen terremoto que me mandara de vuelta a la realidad. Una realidad incierta donde mi vida corría peligro.
Sigo leyendo tus capítulos.
Y yo sigo agradecido por su estupendo trabajo. Felicitaciones por el Top 20!!!
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Muy bueno me gustó mucho, felicitaciones por los votos.!!!!