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Primer asesinato. Luna llena

Ya había pasado 3 años desde que la vida de Melisa cambio, ya no tenia 9 ahora gozaba de 12 tiernos años, aquel sujeto sin nombre ahora ocupaba un espacio en la vida de la pequeña, y paso de ser una incógnita a llamarse Alfredo el hombre que guío a la doncella a adentrarse en las artes oscuras del asesinato, no importaba su corta edad, lo único importante era que silenciara aquellas voces que se oponían al gobierno, no era cuestión de pregunta, todo era cuestión de un actuar.

La primera misión había sido asignada, no existían palabras que se pudiesen oponer una vez que el plan estuviese en marchas, muchos de los socios implicados con Alfredo protestaron afirmando la tierna edad de la joven, pero que importaba lo que ellos opinaran cuando en los ojos de Melisa no existía las dudas ni las incógnitas, ella estaba preparada para ejecutar cualquier orden que se le diera, ya fuese matar a un bebe o a la más grande de las presas, ella no era alguien que opinara a duras penas se podían divisar sentimientos en ella.

El día había llegado, era una noche sin estrellas pero con una luna plateada resplandeciente en lo más alto, todos se habían reunido a celebrar los 40 años de un importante banquero, la alta sociedad, los más prestigiosos policías e investigadores y su familia eran la pieza de decoración que le daba aquel toque especial a la fiesta, dando fe viviente del poder y la importancia que tenía aquel sujeto en el país, pero lo que no sabía es que esos aires de grandeza serian el mismo papel donde se escribiría su sentencia de muerte.

Todo preparado para el momento, Alfredo se encontraba intercambiando palabras muy amenas con Pedro (el banquero) deseándole el mejor de los cumpleaños y que celebrara a todo lo alto, después de todo ya luego de pisados los 40, los días se convierten en una ruleta rusa, donde no sabes en cuál de los turnos es en el que esta la bala cargada. Aquellas palabras fueron totalmente ignoradas ante los oídos de aquel prestigioso banquero, sobre todo porque en la cultura de aquel país se solían hacer bromas de todo tipo de índole.

Hubo un momento de oscuridad, las luces las cuales radiantes alumbraban todo el lugar habían dejado de funcionar, aunque la mayoría tuvo un palpitar las personas esperaban el acto seguido o la presentación que siempre precedían este tipo de escenas, pero a cambio de eso solo consiguieron fue ver al prender las luces a una pequeña pero magistral mujer vestida de cuero con cabellera blanca como la nieve jalando con nylon el cuello de aquel que por su simple cumpleaños había reunido a tantas personas.

Los gritos no se hicieron esperar, el pánico se apodero del lugar, pero ya era muy tarde, ya lentamente aquellas cuerdas penetraban por la epidermis de aquel prestigioso banquero, además la presión a presionaba la tráquea y daba como resultado el ahogo de su llanto. No se escuchaba más que un soplido, los militares, comisarios y demás cuerpos de seguridad salieron a socorrer a tan importante persona – BOOM – Se escuchó detonar el pie de uno de los oficiales que intentaba subir por las escaleras, todo se encontraba minado y ya no era una si no 2 víctimas las que estaba dejando de saldo aquel macabro acontecer.

Gritos, abucheos, suplicas todo eso se elevaba por los aires como ovaciones para la doncella, pero ella era inamovible a su misión y no se iría hasta terminarla – JAJAJA – se escuchó carcajear a la pequeña al ver rodar por los altos escalones aquel cráneo que con cada salto iba detonado una por una los dispositivos, destruyendo esa estructura y dándole chance a la pequeña de escapar sin tanta complicación mientras aun como regadera seguia brotando sangre de aquel cuerpo mutilado en el suelo.

Precuela

La doncella de plata