La experimentación con animales desde hace años ha generado controversia entre los que la apoyan y los que defienden los derechos de los animales. Sin embargo, el tema va más allá de los intereses de las personas y los fines en que se aplica, puesto que en este caso está la vida de otro ser vivo en el medio.

No se puede negar que los experimentos con animales han influido enormemente en la evolución de la genética. Las ratas estuvieron muy presentes en los laboratorios, el experimento de Griffith con cepas de Streptococcus pneumoniae es uno de los primeros casos que se estudia al introducirse en la genética. No cabe duda que las ratas jugaron un papel determinante en el descubriendo de que el ADN es el portador de material genético. Tan importantes que el Instituto de Citología y Genética en Rusia decidió rendirles honor con estatuas de ratas tejiendo una cadena de ADN.

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El profesor Nikolai Kolchanov afirma que:

“Simboliza la gratitud hacia el animal que la humanidad ha utilizado para estudiar la genética, los mecanismos moleculares y físicos de las enfermedades, así como para el desarrollo de nuevos fármacos.”

Actualmente los experimentos con animales no solo están destinados a la medicina, es más, solo un pequeño porcentaje tiene este fin. Los animales son usados en las prueba de cosméticos y productos de limpieza, estudio de impacto ambiental e incluso militar. Estos son totalmente injustificados, buscan satisfacer caprichos y no aporta un beneficio real que haga valer este sacrificio.

Por otra parte, la medicina continua experimentando con animales para determinar que ciertos tratamientos sean seguros para los seres humanos, muchos consideran que este sí es un motivo justificado, pero se ha probado que las pruebas con animales no siempre arrojan resultados que realmente se adapten al organismo humano, es decir, lo que no es dañino para los animales sí lo puede ser para nosotros o vice versa.

Es correcto que podemos parecernos mucho a otros animales, pero eso no asegura que los experimentos sean exitosos. Un detalle importantísimo que nos iguala a la gran mayoría de los animales es el desarrollado sistema nervioso que hace que el individuo sienta dolor, en muchos de los casos los animales pasan toda su vida encerrados, sufriendo y siendo sometidos por una especie con complejos de superioridad.

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La forma más eficiente de saber el impacto que puede tener un producto al ser humano es testando en el mismo, en este caso muchos se opondrán, pero si el beneficio es para nosotros, tenemos que asumir las responsabilidades y ser nuestras propias “ratas de laboratorio”. Aquí entra un tema además de ético, también de interés. La ética dice que matar a otro ser vivo es malo, pero el interés de descubrir y “evolucionar” intelectualmente puede llevar a la raza humana a menospreciar a las otras especies, incluso a sí mismo.

La opción más factible es invertir en el desarrollo de tecnologías que no requieran de otro individuo vivo para realizar las pruebas, por ejemplo cultivo de células y simuladores computarizados, pero hasta los momentos los avances no han sido significativos. Lo único que nos queda, por ahora, es reflexionar sobre el asunto.

¿Estás de acuerdo con la experimentación con animales?

Si no conoces el “Proyecto genética para todos” no dudes en leer la presentación.

Fuentes:

https://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Griffith
http://www.eldiario.es/caballodenietzsche/justificable-experimentacion-animal_6_602699753.html
http://www.animanaturalis.org/543