Frio y cálido, realmente un sentimiento sublime para presenciar la deslumbrante lluvia. Fue tranquilo observar por la ventana empanada; las plantas ruborizadas por el contacto del agua y el sonar de los arbustos chocando entre sí; siendo el viento causante de la orquesta sonora dentro de aquel bosque floral. Sentí curiosidad y decidí salir del tranquilo dormitorio en el que me encontraba, quien frustraba mi experiencia para remojar mi piel con en aquel frenesí natural y tan hermoso.

     Fue sorprendente como mi piel se erizo al instante, luego de escapar a la intemperie, simplemente por aquel frio que me abrigo bruscamente; me dispuse a sentir la lluvia para impregnarme entre la pureza y la ofrenda por la Madre naturaleza. Sinceramente, lo agradezco y afirmo sentirme afortunada por estar nuevamente en esta época tan serena, donde todo retoma pigmentos viviente y resaltante como el sinónimo de floración y alegría.

     Alcé mi mano y al sentir ese rociar que anunciaba el resultado de mi acción, me detuve y lo pensé, pero con seguridad me entregue al contacto... Cuando reposaron las primeras lagrimas; me sonroje al sentir dentro de mi innumerable sensaciones ocultas y detallas de aquel remojo delicado.

     Despues de aquel duradero acontecimiento, al salir el sol me aventure al campo para inmortalizar el momento dentro de una fotografía. Encontré, buscando entre los arbustos; una flor rosada entre un oasis de pequeñas florecillas que lograban resaltar aún más aquella flor...