Al Rey se le respeta.
En los últimos años muchos han intentado buscarle una explicación a los actos heroicos del Real Madrid. Todos los que han usado su tiempo en esto han terminado como el PSG ayer: confundidos. Se pronosticaba el apocalipsis en el Santiago Bernabeu, y cómo no, si el equipo de Zidane no levantaba cabeza. Sin embargo, si hay algo con lo que no hay que meterse es con el amor de los Merengues por la competición que indudablemente es suya, la UEFA Champions League.
El campeón dio un golpe en la mesa ante una banda de ricachones que querían quitarle el título en su propia casa. Y es que así es la Champions, vas ganando, eres mejor, dominas, tienes ocasiones, si se quiere estas dándole un baile a tu rival pero... no hay equipo como el Real Madrid en este torneo. Solo hace falta ver lo que pasó hoy. Un juego digno de película de Rocky.
Como dos boxeadores de talla mundial los españoles y franceses se dieron con todo en un primer tiempo para el recuerdo, en el que dio la impresión que los blancos tiraban de jerarquía y que los de París tenían más gasolina en el tanque. Y así fue, en el segundo tiempo el equipo de los millones tuvo muchas ocasiones y dominaba, hasta sometía al bicampeon de Europa en su propio hogar. Golpe tras golpe el PSG ponía contra las cuerdas al Real Madrid, pero ahí apareció ese espíritu de Rocky Balboa de no rendirse, de mostrar quién manda.
Un error grave y que demuestra la cobardía de Emery bajó la presión de los franceses, mientras que el supuesto aprendiz, Zidane, se la jugó sacando a su volante de marca y yendo a por el partido. Fue ahí cuando esa magia que nadie entiende, ese misterio, apareció. El Madrid le metió un gancho a su rival con una jugada de Asensio que el de siempre definió. Cristiano, casi que de casualidad, ponía arriba a los suyos. Podrán criticar la temporada nefasta del portugués, pero hay que respetar a las bestias, a las leyendas. Ronaldo con un doblete dijo presente otra vez en su torneo fetiche. Sin embargo, lo verdaderamente admirable fue lo de Asensio. Al español le bastaron trece minutos para hacer un desastre y poner dos pases gol (también asistió a Marcelo en el tercero), siendo la figura indiscutible del encuentro y pidiendo a gritos más oportunidades.
El Real Madrid respondió en un duelo en el que estaba también en juego la dignidad del deporte. El PSG volvió a demostrar ser un equipo sin alma, sin sangre. Y ojo, esto lo digo sabiendo que puede pasar cualquier cosa en el encuentro de vuelta. Pero espero que algo haya quedado claro: El Real Madrid siempre está, nunca se rinde, nunca se va. Más respeto para el Rey de Europa.
Buen post me alegra que a parte de mi mas personas comenten deportes, este es un tema muy lindo, Real Madrid mereció la victoria por el PSG tener tanto miedo.