La mujer sin cabeza- Análisis. Una película con un incalculable valor sonoro

Hola a todos, en esta ocasión les traigo algo un poco mas denso pero no menos interesante, pues este es el ambito en el que mejor me muevo y tenia muchas ganas de publicar contenido sobre cine.

Antes que nada les recomiendo de antemano que vean la pelicula "La mujer sin cabeza" dirigida por Lucrecia Martel. Está en youtube!! a¡así que no tendrán que buscar mucho.

La mujer sin cabeza es una película del año 2008 dirigida por Lucrecia Martel. Narra la historia de Verónica, una mujer que tras atropellar un supuesto perro en la carretera y no detenerse a mirar, comienza a descender cada vez más hacia la duda y el miedo de haber matado a alguien.

El lenguaje cinematográfico que hoy conocemos no es más que el resultado del paso del cine por distintas etapas que van desde innovaciones tecnológicas hasta el desarrollo de elementos expresivos que se han naturalizado a la vista y la escucha del espectador. Dichos elementos expresivos no siempre surgieron de la necesidad o el deseo poético de algún autor magistral por narrarnos desde el cine su forma de ver al mundo. De hecho, gran parte de ellos fueron en sus inicios innovaciones tecnológicas, aportes de la ciencia a un arte en nacimiento que pretendía ser más un entretenimiento para las masas.
El sonido en el cine es un claro ejemplo de como una innovación tecnológica, una herramienta, en principio, meramente técnica (al igual que el cinematógrafo en su época), trasciende el hecho del tecnicismo para crear un mundo aparte; lleno de sentido y que puede generar emociones en igual o mayor grado que la imagen cinematográfica. Es indiscutible el hecho de que la llegada del sonido sincronizado marcó un antes y un después en la historia del cine. Supuso además la creación de nuevos códigos que han sido utilizados por cantidad de cineastas hasta el día de hoy.
Sin embargo, el cine sigue siendo un arte relativamente nuevo en comparación con los demás y aunque parezca difícil se siguen generando nuevos planteamientos estéticos en cuanto al sonido, nuevas formas que varían según cada autor.
La filmografía de Lucrecia Martel se caracteriza en parte, por poseer planteamientos sonoros bastante delicados que enriquecen la estética de la obra y contribuyen al desarrollo dramático de la historia.
Para entender mejor este fenómeno es necesario tener claro algunas propiedades del sonido que influyen directamente con la lectura que pueda darle el espectador.
En primer lugar hay que tener en cuenta que la escucha es un sentido que siempre tenemos activo, si cerramos los ojos dejaremos de ver, en cambio, no hay forma de cerrar los oídos, estamos constantemente a la escucha de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, aun estando dormidos. Este hecho a pesar de ser obvio es de suma importancia, pues aunque no veamos escuchamos y es un recurso del cual el cine sabe echar mano.
No todos escuchamos de la misma forma y existen un conjunto de elementos que interactúan en este fenómeno de manera simultánea y que están asociados a la percepción del espectador. Me remitiré a explicar tres de ellos; la intensidad, el tono y el timbre.
Para Jerónimo Labrada la intensidad es uno de los atributos sonoros que más impacto causa en una obra cinematográfica. El ser humano ha generado códigos en cuanto a la percepción de sonidos de distintas intensidades. Asociamos los sonidos de grandes intensidades con fenómenos naturales catastróficos y por ende al peligro, el drama. Por otro lado, los sonidos menos intensos los asociamos a la tranquilidad, la paz, el pacer. Este concepto es también utilizado en la música y representa un elemento expresivo de gran valor.
Así mismo, la tonalidad se pude dividir en tres tipos de frecuencias, altas, medias y graves. Los tonos altos los vinculamos, en la mayoría de los casos, con la tranquilidad, pues en la naturaleza nos remite al canto de las aves, la brisa sobre el pasto, etc. La voz humana se encuentra en el rango de frecuencias medias, que además es donde el oído tiene más énfasis. Si seguimos con el ejemplo de los fenómenos catastróficos vale mencionar que usualmente se encuentran en ellos la gama de frecuencias graves o bajas y naturalmente los relacionamos con el peligro.
En la música, se podría decir que este concepto es el más utilizado. Cada instrumento musical tiene un rango de frecuencias distinto y por ende emiten sonidos de distintas tonalidades. Cuando oímos música estamos escuchando una variedad de tonalidades en constante cambio y a un determinado tempo.
Ahora bien, supongamos que tenemos dos instrumentos musicales, una flauta y un violín y ambos tocan la misma nota, un La mayor, a la misma intensidad. Naturalmente el tono de la flauta será igual que el del violín y la intensidad de ambos también. Pero interviene un factor, una cualidad que hace que estos instrumentos no se escuchen exactamente igual. Esta cualidad se conoce como el timbre.
“Cada fuente, al sonar, dará lugar a un sonido característico que la identifica, como si se tratara de un sello de presentación, o su carnet de identidad. A esto se le llama el timbre de un sonido.” (Jerónimo Labrada, El sentido del sonido).
Este atributo es tan utilizado en nuestra vida cotidiana como en el cine. Nos permite identificar una cantidad de sonidos diferentes independientemente de su tonalidad o su intensidad. El timbre de la voz humana está asociado a su personalidad, por mencionar otro ejemplo; y esta característica es aprovechada en el cine.
Estas tres propiedades interactúan simultáneamente como si de una especie de sube y baja se tratara. Un sonido posee una cierta intensidad que puede variar en el tiempo al igual que la tonalidad y por ultimo posee un timbre sonoro que lo diferencia de los demás sonidos.
Dichas propiedades afectan la percepción sonora del espectador en una obra cinematográfica y son las más fáciles de percibir. Teniendo esto claro, es más sencillo abordar el análisis del exquisito planteamiento sonoro que hace Lucrecia Martel en La mujer sin cabeza. Sin embargo, valdría mencionar a los códigos sonoros establecidos en la cinematografía en general.
Para entender mejor este fragmento me remito a dividir los códigos del sonido en tres tópicos: la banda musical, la banda de diálogos y la banda de ruidos. En cuanto a la banda de la música no hare tanto énfasis, debido a la presencia casi nula de la misma en la obra La mujer sin cabeza.
Sin embargo, podemos identificar ciertas características que de una manera lúdica actúan en las distintas bandas del sonido. Para ello identificaremos dos cualidades propias de la banda sonora. El sonido intradiegético, refiriéndose a todo lo que suena dentro de la diégesis narrativa de la obra y el sonido extradiegético que se remite a sonidos fuera de la diégesis.
De estas dos características subyacen otras tres. El sonido en “in” se refiere al sonido intradiegético que está dentro del cuadro de la imagen, es decir, que lo vemos a la vez que suena.

Cuando la mujer de servicio está hablando por teléfono la escuchamos hacerlo y la vemos a la vez. De la misma forma la otra mujer que está a espaldas de Verónica está afilando los cuchillos, todo ocurre dentro del cuadro.

Luego, ambas salen de cuadro pero aun escuchamos (escucha Verónica) los cuchillos afilándose. Entonces el sonido pasa de estar en “in” a estar en “off”. El sonido en “off” a pesar de que esta fuera de cuadro, sigue siendo parte de la diégesis narrativa, es intradiegético.
Cuando un sonido es extradiegético estamos en presencia de un sonido en “over”. Lucrecia Martel se distancia lo más que puede de esta posibilidad y termina echando mano de este recurso al final de la cinta cuando escuchamos una música que no es parte de la diégesis.
La mujer sin cabeza es una obra en exceso realista en cuanto al planteamiento sonoro se refiere. En la mayoría de los casos escuchamos lo que escuchan los personajes.
Si bien esto pudiera parecer un desaprovechamiento de recursos, termina construyendo una obra rica en códigos sonoros poco usuales que realzan la importancia del sonido en el cine.
El sonido en “off” en La mujer sin cabeza es indiscutiblemente un recurso más que recurrente. Si nos ubicamos en el contexto de la historia notaremos que es el máximo contribuyente del inicio y el desarrollo dramático de cada escena del filme.

Cuando Verónica está conduciendo en el auto al inicio de la película y atropella al supuesto perro, no lo vemos en ningún momento. Al igual que el personaje solo escuchamos el golpe. Este hecho, que es el detonante de la historia, es meramente sonoro y además de otorgarle valor narrativo al sonido, crea un enganche inmediato con el personaje.
Luego de esto pasamos a la etapa que denominaré la paranoia de Verónica. En efecto, no se detuvo a ver que había atropellado, el miedo la invadió y estará presa de él por largo rato. El sonido en “off” ahora pasara a ser un activador, un detonante de ese pánico que envuelve al personaje principal.

Cuando Verónica sale del auto luego del incidente comienza a llover, la cámara sigue en el auto y no se mueve de allí, entonces escuchamos un trueno, intenso y grave que nos termina de adentrar en el desastre ocurrido. Por otro lado, se hacen notar desde los diálogos sucesos que aportan valor al miedo de Verónica, como en la escena del baño, donde la policía entra buscando a alguien que está huyendo de ellos. En cuadro, notamos el miedo de la cara de Verónica. Todo esto valiéndose del sonido en “off”.
Simultáneamente al miedo que va desarrollando el personaje, surge la duda. Y en efecto, el sonido seguirá reforzando ese aspecto.

Se escucha un golpe súbito en “off” y casi inmediatamente después, escuchamos los ladridos de un perro para luego pasar a ver lo que sucedió.

Un muchacho tirado en el suelo que al parecer acaba de recibir un gran golpe. Se escuchan voces de otros chicos preocupados y el ladrido de un perro. Esta escena representa la duda y el temor del personaje, un suceso que acabara por hacer llorar a Verónica en la escena siguiente. El golpe repentino y ladrido del perro acompañado de la imagen del muchacho en el suelo, vendría siendo una metáfora del suceso antes ocurrido. El golpe en el auto, la silueta de algo en la carretera y la ambigüedad que envuelve a toda la historia.
Además del sonido en “off” Lucrecia Martel echa mano de otro recurso, el silencio. En palabras de ella misma, “el silencio es la falta de ese sonido que se espera que esté”. Y este recurso es uno de los máximos generadores de tensión.
Luego del incidente Verónica a penas y dice una palabra, y esto ira disminuyendo en cuanto el miedo lo haga. A medida que se va disipando la duda el personaje habla con más soltura y esto seguirá así, hasta que surgen más evidencias de que pudo haber atropellado a algo más que un perro.
Luego de una etapa de negación Verónica decide tajantemente callar, olvidar lo sucedido.

Es entonces cuando en una de las escenas finales nos encontramos de repente ante el silencio. Que representa lo que es. El encubrimiento de un posible crimen, el olvido del mismo, la huida de las consecuencias.
Por último, a modo de cierre, tiene su aparición el primer y último sonido en “over” con la canción Mamy Blue.
Lucrecia Martel es una de las directoras latinoamericanas más influyentes. Su obra enfocada casi siempre en personajes de la clase media alta y sus planteamientos sonoros bien pensados hacen de su filmografía una obra realista y madura.
El sonido en La mujer sin cabeza es indiscutiblemente, digno de valoración. Un ejemplo claro de un planteamiento pensado con anterioridad y que más que contribuir con el desarrollo dramático de la historia y los personajes, más que agregarle un incalculable valor expresivo a la obra, es sin duda alguna, un homenaje al sonido en el cine, un deleite a la escucha del espectador.
Podemos apartar la vista de la realidad, podemos cerrar los ojos y no verla, pero siempre se hará escuchar.

GRACIAS!!