PAPI, ¿POR QUÉ ESTAMOS LLORANDO?
“Papi, ¿Por qué estamos llorando?”
Ésta fue la pregunta hecha por mi pequeña hija de tan solo dos años de edad, después de presenciar una reunión familiar cargada de lágrimas en la que despedíamos a una prima que al siguiente día iniciaría la aventura de viajar por 9 horas en un autobús para dirigirse a un país que no es el suyo, un país hermano donde pudiese continuar con su vida ya que no veía la posibilidad de poder dar a sus dos hijas el futuro que siempre ha deseado y que merecen.
Es cierto que las despedidas son parte de la vida. Todos hemos pasado por la triste y dolorosa experiencia de tener que decir adiós a un familiar, un amigo, un compañero, a un ser amado, cuando ha partido de este mundo. Estas despedidas han de llegar a la vida de toda persona y, a mi parecer, son la causa de uno de los dolores más profundos que todo ser humano experimenta. Pero aun así, llegamos a aceptarlas porque son parte de la vida.
Ahora bien, como venezolanos desde hace ya un tiempo; hemos tenido que aprender a despedir a nuestros seres queridos al verlos marcharse de nuestro amado país, para seguir un nuevo rumbo, que le brinde nuevas esperanzas. Despedidas que día a día son cada vez más frecuentes en medio nuestro. Padres, madres, hermanos, hijos, abuelos; familias que han tenido que enfrentar esta triste realidad; dejando tanto en los se van como en los que se quedan; una interrogante ¿nos volveremos a ver de nuevo?
Hemos tenido que aprender a decirles adiós, viéndoles separarse de aquello que aman, de aquello que les caracteriza y los ha hecho ser quienes son. Porque irse significa dejar familia, dejar costumbres, dejar lugares, dejar amigos, dejar sueños, dejar comidas, es dejar un país. Un país maravilloso, único, hermoso, valioso en toda su extensión.
Regresando a la pregunta hecha por mi hija: “Papi, ¿por qué lloramos?”; podríamos formular esta misma pregunta de la siguiente manera, diciendo: “Venezuela, ¿por qué estás llorando?
Hoy Venezuela llora, porque sus hijos, los hijos que ha parido, los hijos a los que ha visto crecer, a los que les ha dado lo mejor de ella; hoy tiene que despedirlos viéndoles irse a un país que no es el suyo.
¡Es Venezuela quien llora! Es Venezuela quien con nostalgia añora poder ser lo que un día fue. Un país en donde podía acunar a sus hijos sin temor, viéndoles convertirse en hombres y mujeres “echaos pa´lante”; un país deseado aún por muchos otros fuera de sus límites. Un país sin escasez, un país lleno de tanto para dar, sin tener que escuchar las terribles palabras “no hay”.
Hoy cada uno de los que aún permanecemos aquí, como también aquellos que están fuera; añoran con gran nostalgia lo que un día tuvimos.
Pero en medio de todo lo que vivimos, aun cuando todo parezca muy desalentador a nuestros ojos, debemos hacer de ese sentimiento de añoranza el motor impulsor para seguir luchando por hacer resurgir de las cenizas cual ave Fénix a nuestro país.
Hasta que llegue el día en que cuando nos hagamos la pregunta: “Venezuela, ¿por qué lloras? Podamos decir, ya no lloramos de tristeza sino de alegría porque Venezuela ha vuelto a nacer.
hermosa reflexión; ojalá seamos también de la generación que vea regresar a los q un dia sin querer hacerlo se tuvieron que ir para buscar un mejor mañana.