El arte de la Guerra: Madre versus Hijo
“El Arte de la Guerra” de Sun Tzu es el libro de estrategia militar que me ha servido para ganarle algunas batallas a mi mamá durante estos 28 años de combate ininterrumpido. Maniobra, ofensiva, defensiva, puntos débiles y fuertes del adversario. Estudiar todo eso me ha ayudado a entender mi relación con la Comandante en Jefe desde el momento en el que tuve que migrar de la cuna a la cama, desde el instante en el que tuve que cruzar a pie la frontera que divide la niñez y la adolescencia.
“Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar”.
Eso fue lo que hice durante el parto natural. En lo que cortaron el cordón umbilical, se dividieron los bandos: Madre e hijo. Ambos éramos primerizos en eso de aprender a amar a un desconocido. Viví nueve meses de gratis en su vientre, con comidas incluidas. Como forma de agradecimiento, yo traté de dejar todo como lo encontré, sin estrías ni cicatrices.
Aprendí a reírme antes que a gatear. Me carcajeaba con el sonido que hacía un soplido sobre el ombligo, como un peo de mentira, me reía porque ella lo hacía, me reía de todo, aprendí a reírme hasta de mí mismo, un verdadero talento.
Pero también conocí la frustración desde temprano, cuando en clases de caligrafía no sabía hacer la “A”. No había manera de que la hiciera derecha. Noches enteras estuvo mi mamá guiando mi mano sobre una resma de papel hasta que logré dominar esa “A”bominable vocal.
Mi mamá me enseñó a caminar, y en lo que pude tomé mi propio camino; aprendí a repetir todo lo que ella decía hasta que un día dejé de hacerlo, empecé a hablar por mí mismo, a decir “No” cuando ella decía “Sí”. Me uní al ejército de la pubertad. Ya no quería ser Peter Pan, ya no quería ser un niño para siempre. Comenzaba la Guerra de Independencia.
“Se extremadamente misterioso, incluso hasta el punto de la ausencia de sonido. De esta manera podrás ser el director del destino de tu oponente”.
La correa desapareció de la casa. Los ataques silentes se volvieron más efectivos. Sin decir nada, con sólo pelarme los ojos, ya yo sabía que debía abortar la misión. Cuando mi mamá está callada es mucho más peligrosa que cuando me llama por los cuatro nombres con los que me bautizó: Iván Jesús de la Santísima Trinidad.
“Los buenos guerreros hacen que los adversarios vengan a ellos, y de ningún modo se dejan atraer fuera de su fortaleza”.
Traducción: “Deja que lleguemos a la casa”. En ese campo de batalla hay que “evitar la confrontación contra formaciones de combate bien ordenadas”. Es decir, no ataques cuando estén tus tías cerca, le darán la razón a ella. La única manera de ganarle al ejército de tu mamá, es que esté tu abuela: una aliada infalible.
Una madre tiene más experiencia siendo hija que madre, por eso en los días en los que saco la bandera blanca, cesa el fuego. Su abrazo es mi mejor trinchera y su bendición es un escudo resistente. Pero en medio de la tregua comprendo que el amor no es sentimentalismo sino disciplina.
Parafraseando a Mafalda: Madre e hijo se gradúan el mismo día. Ella no es una madre de catálogo, yo tampoco soy un hijo de portada. No hay manuales ni tutoriales de Youtube para ser el familiar ejemplar. Nos reconocemos en nuestros defectos, y el más grande que tiene ella es que no es inmortal, como creí cuando era un metro y medio más alta que yo.
Ahora, con mi 1,73 metros de estatura, comprendí que debo celebrarla todos los días. Pedirle la bendición antes de acostarme, aunque hayamos discutido. Abrazarla más de lo que tenga presupuestado y agradecerle por ayudarme a canalizar mi frustración cuando lloraba porque no sabía hacer la “A”… No sabía que 26 letras más me esperaban para ponerme a prueba...
Me sé el abecedario completo, bajo la tapa de la poceta y lleno la jarra de agua cuando está vacía. Los regaños no han sido en vano. En eso consiste el arte de la guerra madre-hijo.
Para tí que eres única y a la vez eres todas.
¡Feliz día, mamá!
¡Feliz día también a todas las madres que con su cariño me adoptaron!
"Éndición, má"