MASTITIS: SUPERANDO OBSTÁCULOS EN LA LACTANCIA MATERNA. (ANÉCDOTA PERSONAL)

Saludos, Comunidad de Steemit! Es un placer volvernos a encontrar. Tal como había especificado en un post anterior, la motivación tiende a ser un factor medular para la continuidad de alguna actividad. Después de algunos días grises, que según cuentan también forman parte del paisaje, estoy aquí, para escribirles acerca de un tema nuevo en mi repertorio, pero cotidiano para mí desde enero de este año.

La importancia de la lactancia materna exclusiva, de ahora en más LME, radica, para connotaciones médicas, en que la leche materna es la mayor fuente de nutrientes y vitaminas para el desarrollo del bebé, incluyendo y de manera enfática el aporte que tiene al mejoramiento del sistema inmunológico del infante. Aunado a esto, el lazo que se establece entre él y mamá, marca pauta en la vida del niño significativamente. Los primeros 6 meses de la vida de tu bebé, no va a necesitar más que tu leche. Como madre primeriza, yo no había interiorizado este concepto; y ¡cómo me costó entenderlo!

Dios me ha premiado con la dicha de ser mamá, pero contrario a la creencia popular que se nos inculca a través de las películas de Disney (que me encantan), no todo es color de rosa ni princesas encantadas. Hay situaciones y momentos que te mantienen en una constante presión, y siendo primeriza, se acentúan las posibilidades de que caigas en una desesperación vasta. Mi niña nació en enero de 2018, pesando 2.745kgs, una niña bella, sana, inquieta como su mamá; pero a medida que los días pasaron, mi familia notaba que no subía de peso, cosa que no era normal en los primeros días de su vida. El dolor que ella me causaba con su apetito tan voraz era insoportable, unas veces más que otras. Pero debía alimentar a mi hija. Su notable pérdida de peso, en adición al dolor y la inflamación que me acompañó durante más de 10 días incluso tomando antibióticos orales me llevaron a la sala de emergencia, donde sin pensarlo dos veces me ingresaron a hospitalización por 12 días. Diagnóstico: mastitis aguda en mama izquierda derivando en absceso mamario.

Según la documentación que hice en el momento, la Mastitis aguda tiene como responsable una bacteria de nombre Staphylococcus aureus. Llega a la bubi desde el intestino, libera toxinas al torrente sanguíneo causando dolores de cabeza, fiebre, malestar, vómitos, etc, además de dolor, rubor e hinchazón. Si no se trata con anticipación puede terminar en un absceso mamario, como un intento del tejido para aislar las bacterias.
Un absceso mamario es la acumulación de pus, ubicado en una zona de la mama donde no tiene una apertura para drenar dicho pus.

Eso exactamente fue lo que yo padecí. Mis dolores de cabeza eran incesantes, y mis fiebres, como desde que nací, eran difíciles de bajar. No podía ni moverme para caminar hasta la ducha, y tenía pánico de acercarme la bebé a mi seno izquierdo por lo hinchado y morado que lo tenía. Teníamos que tomar medidas, pues tanto ella como yo estábamos perdiendo peso muy rápidamente, cosa impermisible para ella, y para mí también, puesto que su alimentación dependía de la mía.

Fuente de la imagen: fotografía personal

A pesar de que cuento con un seguro médico que cubrió todo el procedimiento al que me sometieron, la hospitalización fue más de lo mismo en el sistema de salud de Venezuela; medicamentos ausentes que generaban un retraso en mi recuperación, limitantes en la alimentación de la clínica, faltas en el mantenimiento de las instalaciones que me incomodaban a mí y a mis acompañantes o visitas, para nombrar algunas. Todo esto se veía recompensado a la atención que recibí por parte del staff de enfermeros del piso, que se portaron bien conmigo, aun cuando gracias a mi inquietud dormida o despierta, tuvieron que cambiarme la vía más de 10 veces en 12 días. Pero nada de eso, me calmaba las ansias de no tener a mi bebé conmigo.

Ella, tan pequeña, delgada e indefensa, estaba sin su mamá. Me la llevaban una vez al día, en horario de visita, y a veces un poquito más, para que la viera y la amamantara con el seno que no tenía enfermo. Paralelamente a mi tratamiento, que constaba de antibióticos y analgésicos, a mi hija se le comenzaron a hacer una serie de estudios para determinar su pérdida de peso; o más bien su falta de aumento del mismo. Ecografías, exámenes de sangre, y posteriores visitas a nutricionistas y nutriólogos eran en vano, pues yo sabía dentro de mí que lo que pasaba era producto de la ineficaz lactancia que ella estaba recibiendo.

Después de mantenerme 7 días con un tratamiento endovenoso para “suavizar” el absceso, me ingresaron a quirófano para drenar mi seno y extraer el producto de la infección (pus). Luego fueron 5 días más de antibióticos antes de darme el alta, y otros más de tarea para la casa. Es una experiencia que no le deseo a nadie!!! Estar lejos de mi bebé implicaba desesperación por abrazarla, preocuparme por su alimentación y aún más porque yo no estaba con ella, perder mi propio apetito porque no la tenía conmigo; es un guayabo inexplicable. Mi esposo no fue muy inteligente emocionalmente, pero a pesar de todo, a él y a mi familia; en especial mi mamá y mis hermanas, infinitas gracias por el apoyo incondicional por y para Ella. (sé bien que lo vas a leer).

Fuente de la imagen: fotografía personal

Mi niña se alimentó con leche de cabra, por la cual lloraba desesperada, desde el momento de mi hospitalización (cuando tenía un mes), hasta sus 5 meses y medio, cuando probó las frutas y sopas. Este tema fue algo polémico en mi núcleo familiar, puesto que se manejaban diversas teorías, infundadas o no en estudios médicos o cuentos de la calle, que esa leche le haría daño a mi bebé. Ella por el contrario, desarrolló un gusto excepcional por la leche, y una fuerza motriz y alegría, característica de ella desde que nació. Sin embargo, mi ilusión de madre era alimentarla con leche materna exclusivamente, hasta que llegara el momento de iniciar con su alimentación complementaria. Hoy por hoy, y día a día, ella crece más hermosa, tiene su peso IDEAL, cosa que estaba siendo monitoreado por todos a mi alrededor y que ejercía una presión en mi psiquis que espero haber sabido ocultar, y goza de un paladar muy accesible y una alimentación soñada. La amamanto a demanda con mucho amor y risas, por sus ocurrencias, y como complemento incluimos en su dieta frutas, verduras, hortalizas y proteína animal, todo respetando sus tiempos.

En la actualidad, se cuenta con una infinidad de criterios que difieren de la exclusividad de la leche de mamá, y que promueven el uso de fórmulas lácteas que se asemejan a la leche materna, pero no la igualan. Esto es válido por supuesto, en caso de presentar condiciones que lo ameriten, de lo contrario, AMAMANTA MUJER! Somos mamíferas y tenemos capacidad para producir leche para nuestros hijos e inmunizarlos haciendo la actividad más linda y satisfactoria del mundo. Pero también se encuentran movimientos que defienden la LME, y que están a la vanguardia de socializar información requerida para una lactancia feliz y eficiente para ambas partes.

La lactancia materna se ejecuta A LIBRE DEMANDA. No nos dejemos llevar por los cuentos de las abuelitas o las señoras más viejas del barrio, que cuentan cómo se criaban a los niños de su época. La sociedad ha evolucionado, y con ello la ciencia, la tecnología, y nuestra capacidad como mujeres y madres de discernir en cuanto a la crianza de nuestros hijos; que para su dicha o desgracia, van a crecer en una sociedad infestada de prejuicios clasistas. ¿Quién conoce mejor a tu hijo recién nacido que tú misma? Él/ella depende solamente de ti, de tus mimos, tus abrazos y tu pecho para ser feliz. Es increíblemente difícil no escuchar consejos de cualquier persona cercana a ti o a tu bebé, que quiera su bienestar, y sentirte culpable porque no lo sigues a cabalidad; pero recuerda que quizás no eres la mamá que muchos pensaron para tu bebé, pero sí la que él necesita!

Será hasta un próximo encuentro; muchas gracias por ser partícipes de la información que comparto.