Oh, vaya, me has dejado enganchada con tu artículo, no quería que se terminara... La manera como describes el mundo visto a traves de los ojos de Millás, de ese niño que habla del frío, de la fiebre, que le da la vueltas a las palabras dentro de la boca como un caramelo, me pareció tan mágico y tierno a la vez. Son formas de expresarse que gritan emociones unas calmadas y otras no tanto, pero que al fin y al cabo nos conectan porque uno las conoce y las ha vivido.
También me encantan este tipo de libros que parecen que no solo van abriendo y cicatrizando las heridas de quien escribió, sino también las de uno, al llegar a comprender otros lados, o es como que descubren un aspecto que no había visto. Es difícil no reconocer que uno esta un poco roto por la vida, por no decir que mucho, y en cierta manera descubrir que otros también lo expresan, nos hacen sentir, no sé cómo decir, acompañados, comprendidos, y otras cosas que uno siente. Creo que se percibe la generosidad del que comparte estas cosas.
Muchas gracias por tan hermoso artículo, te digo que me convenciste, voy a leer el libro.
Un fuerte abrazo mi estimado ;-)