La soledad

Pixabay.com

La soledad es como un desierto en la noche a la luz de la luna llena.

Donde la luz camina por cada grano de arena y esparce su brillo. Pero siempre quedan aquellos a los que no le llega ese resplandor. Siempre allí apretados por sus compañeros que se atrevieron a salir a la superficie.

Donde las dunas son como recuerdos que el viento va cambiado de forma.

El viento es como el tiempo que todo lo malo se lleva.

Que todo lo malo se lleva y que aun así queda atrapado en el mundo.

Es como el espacio. Frío y vacío. Tan silenciosa que los sonidos resultan inaudibles.

Hay millones de estrellas ardiendo como el infierno mismo, pero entre ellas hay un espacio glaciar. Hay un silencio ensordecedor en cada soledad.

Soledad es momento de reflexión. De pensar que hubiésemos cambiado. Y qué hubiese pasado si.
Es un rato de paz en el tormento de la bulla. La soledad puede estar rodeada de caos.

A veces nos incita a buscar compañía. Otras veces preferimos que nos acose y nos dejamos seducir por su tranquilidad.
Romper el silencio en un momento de soledad resulta incómodo. A veces preferimos dejar que esta continúe, y se puede llegar a disfrutar de su compañía.

Una canción que habla de amor, una puesta de Sol, mirar un paisaje, admirar un cuadro, comer callado, leer un libro, presentar un examen, darnos placer, hacer una fila, caminar, esperar el transporte. Todos tenemos momentos de soledad. Es algo que no podemos quitarnos y debemos sentirnos cómodos con ella.

Son tantos los momentos que estamos en soledad que resulta abrumador que nos la quiten. Resulta una invasión a nuestra privacidad. Por qué no ignorarnos en un mundo cada vez más globalizado, más conectado. Donde lo impensable se ha hecho realidad. Donde las distancias ya no son barreras para las personas. Donde los cuerpos se muestran a centenar. Donde importa más la foto que el momento. Donde necesitamos de la inmediatez de la noticia.
En la muerte hay soledad también. Una soledad eterna.

Creemos conocer a la gente. Creemos conocer a nuestros padres, a nuestros amigos. A todas las personas cercanas que nos rodean. Pero no son más que inmensos hoyos negros que nada nos reflejan. Que se ocultan tras sus maneras de ser. Negros como el carbón. Negros porque todo lo absorben para sí pero no quieren transparentar su ser.

La soledad tiene muchas caras. A veces está triste, otras está tranquila. Muchas veces canta y sus notas llegan a todo el mundo. La naturaleza misma tiene soledad. No dejemos que se apague la llama de la soledad que nos calienta a todos por igual.