El Arte de Odiarte

Abrí los ojos abruptamente al percibir ese delicioso aroma, una mezcla de perfume costoso y algo más que no podía identificar. Giré buscando su origen y te vi, entendí inmediatamente cual era el segundo ingrediente de la mezcla poderosa que invadía mis sentidos... ¡prepotencia!

Todo tu ser es un inmenso cúmulo de prepotencia, egocentrismo y altivez. Detesto cada adjetivo que te define.

Desagradable a la vista, todo lo opuesto al maldito perfume que te envuelve. La sangre en mis venas parece correr más rápido que de costumbre, cada latido de mi corazón retumba como tambores en mis tímpanos, la rabia bulle en mi interior provocando un inesperado ataque de ansiedad. Tu presencia solo significa problemas y estoy contando los segundos mentalmente para saber cuanto tardarás en hacer explotar el mundo.

Uno...
Dos...
Tres...
Cuatro...
Cin...

-¡Es la última vez que soporto tus tonterías!

-¡Vete! No te necesito.

-¿Sabes que? Púdrete en el infierno.

Esta vez batiste tu propio récord, solo 5 segundos fueron necesarios para acabar con la armonía del lugar. Cual gusano te metiste en la manzana mas hermosa, escarbaste en su piel y a paso firme volviste añicos su corazón, ahora negro, amargo y podrido.

-¿Que miras?- Me preguntó una delgada mujer sentada a mi lado.

-La basura de la esquina - Respondí.

-La contaminación tiene al pueblo en ruinas - Dijo refiriéndose a montones de bolsas acumuladas al final de la calle.

-Si, pienso que deberíamos prenderle fuego y acabar con tanta mierda.

Te seguí con la mirada y me sobresalté con el tremendo portazo que diste al subirte al auto. A una velocidad mas alta de lo permitido te marchaste y dejaste todo devastado como siempre. Como quisiera que en el camino encuentres otro rumbo, otra vida; cuanto deseo que esta sea la última vez que tenga que verte.