Con anterioridad en la publicación Vida, compartí una serie de reflexiones sobre el valor que esta palabra tiene para mi persona, reflexiones que conllevaron a una pequeña definición compuesta por tres factores clave teniendo como primero la cantidad de matices, perspectivas, transiciones que la hacen un fenómeno muy variado, segundo: de carácter dinámico y cambiante y tercero: de posibilidades infinitas, refrescando un poco la talla en madera como el medio de representación por el cual lo exploro a través de la idea de lo recién nacido, de aquello que está en gestación o incluso de forma más natural, en germinación.

Este nuevo miembro de mi cofradía de ultratumba como los denomine hace tiempo yace sobre su propio pedestal, su altar, que no solo le da un sentido de estabilidad y soporte sino uno cruel e irónico: una estructura ajena a el, un orden que lo transfigura... lo completa, pero ¿a costa de que? me pregunto.

Su corpus: dividido, se vincula de nuevo a través de ensambles corruptos que lo hacen pertenecer de nuevo a si mismo, que lo hacen "uno" una vez mas.

Una ilusión, a la que nos aferramos por voluntad aunque la neguemos, aunque la rechacemos, aunque nuestras convicciones nos alejen hacia tierras inhóspitas y vírgenes llenas de nosotros, llenas de aquello "que nos hace real", que nos hace "nosotros"; la cruda verdad es que la ilusión es escrita en medios impuros, a través de signos que el sistema impone en ti, de interpretaciones que provienen de la influencia de otros, de lenguajes hablados, de libros leídos, de sueños pasados.

La realidad es que la vida siempre sera parte del guion de alguien mas, nuestros caminos nunca, ¡NUNCA! serán únicos, siempre habrán redes que nos unen a algo o alguien, ¿puede la verdad ser una? quizás, pero esta fuera de nuestro alcance el encontrarla.

Nuestra verdad... nuestra vida es una ilusión a la que nos aferramos arduamente aquellas personas que toman un minuto de su tiempo en cuestionarse a si mismos y los demás. ¿Con que autoridad lo hacemos? nuestra voluntad. ¿Con que objetivo? torturarnos en planos que no existen, en viajes sin punto de llegada, en caminos sin sentido, con brújulas de valores que no son nada mas que el reflejo de nuestro mundo y nuestras mentiras.

Un antiguo cuento oriental basado en la deidad Maya narra el porque los niño juegan con sus juguetes, el porque y para que, teniendo el cuestionamiento de un joven que conoce el engaño en el que vive, en la actividad sin sentido a la que se someten los demás infantes; pero su verdad no le acarrea mas que dudas, su conciencia conoce aquel velo que cubre la trivialidad y lo lúdico y aun así el se preguntaba lo siguiente:

"¿vosotros sabéis que estáis jugando con ilusiones?

Los jóvenes naives respondieron:

–Claro que lo sabemos, pero no lo pensamos. Si recordásemos a cada instante
que nuestros juguetes son imitaciones, no podríamos jugar. Y necesitamos jugar,
necesitamos ensayar lo que haremos mañana de verdad. Por eso nos hundimos en
nuestro juego y gozamos de él como de una realidad.

El niño solitario se volvió sobre sus pasos, y comprendió la razón de su eterna
tristeza. No siempre da felicidad el conocer todas las verdades ni el tenerlas continuamente
presentes"

Esa declaración final siempre ha sido objeto de tortura para aquellos que saben las respuestas o que al menos creen saberlas y no queda mas que cuestionarse ¿la verdad te otorga el conocimiento único? pero:¿Para que?¿Que harás con el?¿restregarlo de forma tajante e intransigente?¿brindarles la oportunidad a los demás de alcanzarla por si mismo?¿enfrascarte en poco sentido de la existencia?.. honestamente no lo se.

lo único que se es que en este exacto momento en el mundo un niño llora de hambre, alguien es asesinado cruelmente, una bomba descuartiza seres humanos, una pareja duerme feliz, un niño corre frenético a su escondite, alguien alcanza sus metas y yo escribí esto... mi cabeza da vueltas y se acuerda que tiene sueño, mañana sera otro día y tengo que vivir con ello.

Ahora que sabes una verdad ¿tendrás dulces sueños?