A mi corazón, déjale un espacio en tu maleta.

in #spanish7 years ago (edited)

Maracaibo-Venezuela, febrero del año 2018.

Nunca imaginé que el simple hecho de cancelar la cuenta de unas cervezas y una comida en un Café reconocido de la ciudad, me harían, por instantes interminables, el chamo más feliz del mundo. Hace largo rato no veía una mirada y una sonrisa tan hermosa como la de aquella mujer. Cual princesa en su trono, ella reposaba en la caja registradora del Café, su amabilidad desbordaba los rincones del lugar atestado de gente.

Mientras el resto en la fila sacaban sus tarjetas o chequeaban su factura, yo me perdía en sus ojos. No era yo, mis sentidos no estaban en su sitio, incluso olvidé los números de la cuenta que rato atrás me habían perturbado la tranquilidad, porque la vaina está difícil, jamás hice una cola tan feliz en esta Venezuela revolucionaria.

Finalmente llegó mi turno, la oportunidad perfecta para caer en cuenta que sabemos tan poco sobre las cosas verdaderamente valiosas de la vida, que no tienen nada que ver con dinero, con vestir ropa de marca o algo que se le parezca.

El maquillaje salía sobrando, su belleza y encanto natural sobrepasaba la realidad. Era radiante, me miró pocos instantes a través de los cristales de sus anteojos antes de pulsar el botón verde del aparato que le restaba minutos a mi encuentro. Su sonrisa era capaz de alumbrar hasta los rincones más oscuros de la ciudad, eso me bastó para imaginarla libre, sencilla y hermosa, siempre hermosa. Así, sin más motivos me enamoré de sus maneras, de su boca, de sus ojos, de ella toda.

Al pagar aquella cuenta, la que ahora veo como una gran inversión de infinita y momentánea felicidad, salí de nuevo a sentarme con las personas que me acompañaban ese día, pero ahora con mi atención puesta en aquella chica que, a través del cristal, podía seguir contemplando desde afuera.

Mientras todos hablaban en la mesa, yo me revolcaba en mis pensamientos queriendo saber más, tener certeza absoluta de su presencia, saber que no era un sueño. Necesitaba conocerla, hablarle, pero lo que se me ocurría no me convencía del todo. ¿Por qué mientras pasaba mi tarjeta no le dije nada?

Mis amigos decidieron que era el momento de marcharnos, y yo me reprochaba no haberle hablado en la única oportunidad que tuve, derrotado me levanté y fingí que me llevaba el corazón en el pecho.

Antes de salir a la calle, me detuve en las escaleras para esperar a mis compañeros, ahí estaba ella, mirando su teléfono. No lo podía creer, definitivamente era una señal del cielo, ella y yo nos teníamos que conocer esa noche y además ese momento iba a ser la única oportunidad.

Al mirarla, de inmediato se dio cuenta y me miró: !hola¡ dijimos al unísono. Conversamos corto tiempo, nos sonreímos un par de veces y nuestras vidas coincidieron.

Una de las realidades más tristes que sucede en Venezuela, es ver como la crisis que atravesamos ha separado tantos corazones, de personas que se complementan, es injusto y miserable que los amores tengan que estar a miles de kilómetros de distancia por que ya no había más salida. Este fue el caso, el destino me guardaba repasar la historia de la despedida.

Mi hermana menor está lejos del corazón de mi familia, ahora también, el corazón de aquella chica del Café, tenía que irse lejos en unos días. Injusto, totalmente injusto, después de sonreír por horas seguidas, después de preguntarnos tantas cosas y enamorarnos de lo que cada uno somos, llegó un mensaje que decía: ‘’En unos días me iré del país’’.

El corazón sin remedio se me partió en dos, pero tampoco podía insistirle para que se quedara, incluso me alegró el hecho de que ella pudiera irse en busca de cosas mejores para su bienestar y el de su familia, pero lo que más me impulsó a apoyarla, fue que por nada del mundo yo quería que esa sonrisa y esos ojos se apagaran por estar aquí, y cual sacrificio de amor sobrepuse su felicidad.

Nadie se cruza en nuestro camino por casualidad, todas las personas que conocemos nos enseñan algo por más sencillo que sea, y ella me enseñó y recordó un montón de cosas sencillas y maravillosas. Aprendí que las cosas buenas llegan cuando menos las esperamos, pero siempre en su momento preciso, pero sobretodo que una simple mirada y una sonrisa nos pueden cambiar la vida para siempre, solo puedo pedirle –A mi corazón, déjale un espacio en tu maleta-.
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Foto tomada el 23 de febrero del 2018, esa tarde le tocó partir.

Sort:  

De seguro en un futuro existirán los reencuentros. Me encanta que le escribas al amor, de ese tan bonito y sincero. Nos seguimos leyendo cuña.

Diosa mía, un hermoso relato de amor. Además me encantó eso que escribiste que a veces en la rutina lo olvidamos amar lo sencillo de la vida. Por cierto, viví algo similar antes irme a Brasil y aun nos escribimos en la distancia. Feliz noche!

De las cosas bonitas, de los momentos que marcan, de las personas que valen más que una pena.

Relato brutal mi pana.

Excelente historia. Te super felicito por esa entretenida, interesante y hermosa historia. Que viva el Amor.

Las despedidas son dolorosas, pero los reecuentros son muy satisfactorios.

El amor, la máxima expresión de que estamos vivos. "Estamos vivos porque podemos amar".

Me encantó el texto, cargado de mucho sentimiento y muy bien narrado. Saludos

Se empieza a amar el día en el ocaso del sol... decir adiós, amando...

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<3 Este es un corazón, o un helado, tu eliges .

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