Historia De La Criatura Del Lago De Valencia-Carabobo-Venezuela
El Lago de Valencia ha sido escenario de diversos acontecimientos históricos, pero guarda en su interior un secreto que ha sido guardado durante generaciones por los lugareños que viven en sus adyacencias.
Iniciaba la década de los años 70 y una pareja de jóvenes caraqueños decidieron tomarse un fin de semana para pasear y conocer el Lago de Valencia. Octavio y Camila habían abordado su Chevrolet Camaro y se habían desplazado desde Caracas hasta llegar a Valencia. Luego de un descanso para desayunar habían emprendido la marcha hacia el lago, el paisaje cambió considerablemente, del bullicio de la ciudad a la tranquilidad del paisaje natural.
Habían estacionado el carro en una pequeña venta de bebidas en las cercanías del lago, una señora entrada en años les atendió – Buenos días, ¿que desean?- Octavio le respondió: - Buen día mi señora, hágame el favor dos cervezas-. La anciana sacó dos cervezas de tercio, recibió el pago y entregó los vueltos, luego, como por extraña curiosidad ante la joven pareja les preguntó:
-¿Y qué hacen ustedes por acá?, es poco usual recibir visitantes por esta margen del lago-.
Camila respondió:
– Venimos a conocer este lugar, hemos oído hablar de él y bajamos desde Caracas para tener un fin de semana diferente -
La anciana les miró con una combinación de extrañeza y malicia zorruna, luego asumió una actitud maternal y les dijo:
-Mejor no se vayan a quedar aquí hasta que sea de noche, podría ser peligroso-
Camila hizo un gesto de susto, sus manos se enfriaron levemente y tuvo esa rara sensación que se tiene como de un frío interno, cuando uno es asustado profundamente. Octavio miró con sospecha, se llevó una mano al mentón con gesto indagatorio y encendiendo un cigarro preguntó:
- ¿Qué podría ocurrir?, tenemos entendido que éste es un sitio tranquilo, ¿salen los malandros? -.
La anciana respondió:
- No señor, no es eso, es que esta laguna tiene algunas cosas fuera de lo común, los que aquí vivimos la respetamos, pero los forasteros a veces se pueden equivocar y tal vez podrían llevarse una desagradable sorpresa-
Camila palideció, miró a Octavio como diciéndole “vámonos de aquí”, pero Octavio, hombre curioso y de espíritu aventurero dio otro jalón a su cigarro, soltó con gesto de autosuficiencia una bocanada de humo, miró con gesto de desconfianza y menosprecio la advertencia de la anciana y dijo:
- Esta bien, gracias por su consejo-
Tomó a Camila por la mano, dio la media vuelta y se despidió.
Una vez fuera del humilde negocio Camila le dijo a Octavio:
- Estoy asustada, prefiero no seguir mucho tiempo aquí, me da miedo -
Octavio lanzó al piso su cigarro totalmente consumido, lo piso para apagarle y le dijo a su novia: - no le hagas caso a esta señora, ¿no ves que es una anciana?, a esa edad las personas hablan muchas pamplinadas y las gentes de estos lugares han de ser muy supersticiosas. ¿No me dirás ahora que crees en fantasmas o cosas de esas?-.
Camila un poco más calmada le dijo:
– Bueno no sé, a mí esto me parece raro –
Octavio hizo una risa socarrona, le parecía gracioso el temor de su pareja, estaba muy confiado de que nada fuera de lo normal ocurriría, después de todo, él no creía en fenómenos sobrenaturales y más le preocupaba algún infortunado encuentro con hampones que cualquier otra cosa.
Ya entrada la noche, salieron a recorrer parte del margen del lago a bordo de su imponente Camaro, luego se detuvieron en un área solitaria y dieron rienda suelta a sus instintos amatorios, en la radio se escuchaba “I love the nightlife” de Alicia Bridges y luego un boletín informativo presentaba noticias de unos presuntos subversivos capturados por la Guardia Nacional en Caracas. Las informaciones internacionales contenían noticias sobre el rumbo de la transición democrática en España y la revolución en Irán que acabó con el derrocamiento del Sha, liderizada por un tal Jomeini. Por otra parte, mientras el mundo entero se fijaba en la ocupación soviética a Afganistán, Octavio y Camila solo estaban concentrados en su frenética entrega a los placeres carnales.
De pronto, la quietud de la noche fue interrumpida por un inusual ruido en las aguas del lago. Camila fue la primera en detenerse y advertir que algo raro ocurría, Octavio no le hizo mucho caso, advirtió que la brisa nocturna podía generar movimientos de agua y que no era nada por lo cual preocuparse.
Luego, unos potentes chapoteos salpicaron una vasta cantidad de agua sobre el carro, Octavio quedó estupefacto, bajó del vehículo y otro chapoteo lo empapó, Camila seguía sentada en el asiento delantero presa del pánico, cuando de pronto, en medio de la oscuridad de la noche, emergió del agua una enorme cabeza negra, de ojos amarillos con negro y una afilada dentadura. Seguidamente salió el gigantesco cuello del inusual animal y Octavio quedó paralizado por segundos.
Camila gritaba histéricamente, no hallaba que hacer, Octavio espabiló y rápidamente optó por entrar a su vehículo, lo encendió con el pulso tembloroso e hizo uso de su potente motor de 8 cilindros para emprender una magistral arrancada y huir del lugar. Mientras terminaba de cerrar la compuerta del carro, un ensordecedor rugido de aquel monstruo marino se dejó sentir y Octavio percibió como los cabellos de su cabeza se levantaban y los vellos de su cuerpo también hacían lo mismo, tenía la respiración entrecortada y las manos totalmente frías.
Una vez corriendo por la vía, vio por el retrovisor y bajó la velocidad para ver bien hacia atrás, ahora un gigantesco cuello y cabeza se percibían a lo lejos, al sentir la amenaza lejana se detuvo y bajó del carro, Camila histéricamente le gritaba que volviera al vehículo, incluso le dijo algunas palabrotas, pero Octavio, en medio del pánico, admiró la envergadura de aquel animal, que era lo más parecido a una especie prehistórica.
No podía creer lo que había ante sus ojos, un encuentro del siglo XX con el remoto período jurásico, un hecho que podría revolucionar las ciencias naturales en el mundo moderno. Octavio pensó en Julio Verne y su Viaje al Centro de la Tierra, algo le hizo pensar que alguna relación habría entre la historia de ficción y lo que él estaba viendo.
Mientras tanto, Camila se ponía más histérica, presa del pánico no comprendía como su novio se quedaba ahí parado viendo aquel enorme monstruo que pudo haberles devorado a ambos. Finalmente Octavio salió de su fascinación y volvió al vehículo, arrancó y siguió su camino.
A la mañana siguiente la pareja volvió al humilde local donde habían bebido dos cervezas el día anterior, consiguieron a la anciana que les había despachado y le contaron lo sucedido. La anciana les dijo:
- Les advertí que no se quedaran ahí de noche, han tenido suerte de no ser devorados, sin embargo, ahora ustedes conocen uno de los secretos mejor guardados de estas tierras -
Camila y Octavio nunca hicieron pública su experiencia, se casaron años después y han vivido normalmente, pero finalmente decidieron dar testimonio de lo vivido aquella noche y forma parte de las leyendas de Venezuela.