No estar muerta
La noche transcurría tranquila entre tragos y bromas, todos se divertían. Camila era una de las chicas más lindas de ahí aunque un poco insegura.
Usaba un pequeño vestido blanco y botines de cuero negro, su cabello rizado suelto, no necesitaba más, estaba cómoda y hermosa, varios chicos le ofrecían bebidas que ella tomaba descuidadamente una tras otra, en un rincón de la casa tres amigos presumían cicatrices de un accidente que tuvieron, a algunos les parecía gracioso y a otros desagradable pero no le daban importancia lo único que querían era divertirse, cuando uno de ellos cayó al suelo, su corazón se detuvo y dejó de respirar, algunas chicas gritaron y se alejaron, la música siguió sonando mientras todos guardaban silencio, siguió haciéndolo aun después de llegar la ambulancia y que la mayoría se retirara. Esa noche Camila no durmió, de hecho ni siquiera sabe cómo regresó a su casa, días después unos amigos le dijeron que la llevaron al hospital porque tuvo una crisis y luego la llevaron a su casa donde le pidió a una de la chicas que se quedara y ella le contó cosas de su vida hasta que amaneció.
-¿Qué haces?- le preguntó un día su hermano al verla inmóvil sentada en el suelo de la cocina con la comida frente a ella
-¿De verdad hace falta que comamos?
-¿A qué te refieres?
-¿Tal vez yo no lo necesito?
-Ya te volviste loca, si no tienes hambre dámela- el chico levantó el plato y se lo comió mientras molestaba a su hermana con el pie y le hacía bromas
–Ve a dormir, comprendo presenciar una muerte no es fácil pero necesitas descansar, o en serio te volverás loca- llevó a Camila a su habitación y la dejó en la cama.
Toda su familia estaba acostumbrada a que ella saliera a casa de algún amigo y pasara días por fuera así que nadie se preocupó de no verla en un par de días. Cuando una de las chicas fue a su casa a buscarla su hermano se extrañó un poco, pero no le importó
-No la veo hace días, dame un momento y la llamo Marcó el número y el celular sonó en la habitación, Camila seguía ahí casi catatónica, había estado llorando pero no había salido de la habitación desde que su hermano la acostó en la cama
-Camila, qué… ¿qué sucede, te sientes mal?
-No me siento, es todo- respondió esta con la mirada perdida –quizá yo también estoy muerta
-No lo estás, ¿de dónde sacaste eso?- su amiga algo alterada se acerca y la toca
-El supuestamente estaba bien, no le pasó nada en el accidente y de repente cayó al suelo, cómo sabes que tú no estás muerta también. Una vez recuerdo haber estado muy enferma me sentí muy mal y estuve días en cama, tal vez morí y creo que sigo viva.
-No es así, todos estamos vivos.
-Te dije que te volverías loca- el hermano de Camila trataba de darle un poco de humor a toda la situación y quería hacerla sentir mejor
Lograron convencerla de que saliera de la cama, pero no de comer, ella seguía insistiendo en que no era necesario porque no estaba viva. Completamente preocupados insistieron en salir a caminar, el sol casi se ocultaba y la tarde estaba fresca. Caminaron un par de cuadras hasta llegar a un plaza donde solían reunirse varios amigos, se sentaron en las gradas a hablar, el semblante de Camila pareció cambiar al ver a sus compañeros reunidos, sus mejillas tomaron un color más rosado y casi se dibujaba una pequeña sonrisa en sus labios
-A la loca se le metió en la cabeza que está muerta- comentó su hermano al resto del grupo mientras la señalaba
-¡¿Es un zombi entonces?!
-No deberían jugar con eso después de lo que paso la semana anterior.
Camila no hizo ningún comentario mientras los demás discutían el tema, solo subió a lo alto de las gradas y luego se dejó caer al vacío, todos sintieron terror, el mismo terror que sintieron hacía unos días y de igual manera no podían hacer nada.
El cuerpo de Camila quedó en el suelo y un hilo de sangre salía de su nariz, pero su rostro reflejaba tranquilidad y una pequeña sonrisa.
Creer que se está muerto o que no se puede morir es un delirio un tanto extraño pero sucede y es llamado Sindrome de Cotard, quienes lo padecen estan seguros de que sus órganos han dejado de funcionar o que se han muerto por completo, aunque no explica cómo o porqué siguen interactuando con los que lo rodean, estas personas suelen lesionarse o dejar de comer para demostrar su punto y terminan perdiendo la vida si no son tratadas adecuadamente.
P.D.: Como cualquier enfermedad mental, el sindrome de cotard se llega a padecer durante un tiempo prolongado pero para fines prácticos y no hacer el relato largo maté a la protagonista apenas unos días después de comenzar su delirio.
Este es el cuarto relato de la serie de enfermedades mentales, fue divertido escribirlo y la verdad me tarde muy poco a pesar de tener días sin escribir nada, les dejo los otros por si quieren leerlos Dependientes, Amor de madre, Pocas palabras.
Tocaste el tema de forma bastante bien. Sigue así <3
Ohh.. muchas gracias..!! intenté transmitir como se siente dicho delirio, pero me conformo con que disfruten la lectura ^_^
Amé tu relato, siempre he sido fan de las historias "oscuras", te felicito. Saludos!
Gracias..!! si quieres puedes revisar el blog, seguro encuentras lo encuentras agradable.
Lo encontré, de hecho, me gustan mucho tus publicaciones.