El uno, el yo, el ellos, el nosotros

¿Qué les dice el título? ¿Qué piensan cuando lo leen? ¿Será que se me zafó un tornillo y voy a hablarles de pronombres? ¿Con qué locura saldré ahora, verdad?

La verdad es que no vengo a hablarles de pronombres, ni voy a hacer alusión a la película de Los tuyos, los míos y los nuestros porque este post tiene un motivo muy diferente. Y no, no se me zafó un tornillo, no por ahora al menos.

Bueno, vamos a ello.

Empecemos primero con un par de preguntas. Cuando hablan, ¿qué término suelen usar? ¿El uno o el yo? Me explico, ¿ustedes dicen "es que uno es muy despistado" o "es que yo soy muy despistado"? Yo soy ambos tipos de verdad, dependiendo de lo que esté diciendo. Pero, ¿qué término usan más a la hora de hablar?

Pues me he dado cuenta -y en clases solo me hice más consciente de ello- que a una gran cantidad de personas -y me incluyo- nos encanta usar el uno para no sentir que somos los únicos pero especialmente para no hablar de nosotros mismos. Lo mismo ocurre al decir ellos, en vez de decir nosotros.

Obviamente que a veces es necesario usar el uno o el ellos porque la persona que habla no entra en el grupo de quienes habla pero yo estoy hablando de cuando sí calificamos en el grupo que mencionamos.

Y ahí es a donde quería llegar.

No nos gusta hablar de nosotros mismos. Preferimos hablar de otros y así sean similares a nosotros, preferimos no incluirnos. ¿Qué loco, no?

Pero, ¿qué tiene de malo hablar de nosotros? ¿por qué no nos gusta? ¿será que nos da miedo mostrar ciertas partes de nuestra personalidad? Quién sabe. Creo que esas son preguntas que debe responderse cada quién, a solas.

No obstante, hay algo que sí les quiero decir aquí y ahora.

Tenemos que quitarnos esa costumbre.

No nos debe dar vergüenza hablar de nosotros, no deberíamos tener miedo de mostrarnos tal cual somos, no deberíamos usar un pronombre indefinido para generalizar y obviar el yo. No deberíamos atribuir a otros lo malo y a nosotro solo lo bueno.

Hablemos más. De lo que sentimos, de cómo somos, de cómo no somos. En terapia, echa tu cuento. Y en el camino o luego, expresa cómo tú te sentiste. No con el uno sino usando el yo, ese que tanto gustan algunos de omitir en plena sesión (Yo no lo sé, porque no he ido pero es probable que me suceda también).

En fin, ¿ven que no se me zafó un tornillo? Sólo quería hablarles un poco de cómo a diario nos gusta evitar hablar de nosotros y aunque sé que es un hábito difícil de dejar -yo también lidio con ello-, no está de más intentarlo. Tampoco estaba demás traerles este post y dejarlos pensando, pues quién sabe si algo les queda y quizás, tan solo quizá, de poco a poco esta reflexión y lo que maquine su mente les ayude de una u otra manera.

Gracias por leerme.