Dolor

Que irónica es la vida, un día estamos con las personas que amamos y tal vez al día siguiente ya no están, no podemos verlas, abrazarlas, escuchar su voz, ver su sonrisa, aguantar sus enojos en fin compartir con ellas y no les hablo de un simple viaje de un mes, dos o quizás de un año, les hablo de la muerte ¡sí! Esa que nos desprende en solo segundo de una parte de nosotros, literalmente toma tu corazón y muy crudamente le arranca un pedazo así sin anestesia, sin notificarlo, sin prepararte antes para tanto dolor y lo más irónico de todo esto es que te toca seguir caminando sin esa parte de tu corazón así como si nada pasara, como que si ese dolor no existiera.
Lo más difícil es tener que despertar cada mañana, recordar que esa persona ya no está contigo y seguir tu vida como que nada pasara pero no es así, ese dolor no te deja pensar, te cuesta caminar, por lo tanto se te hace difícil seguir pero luego recuerdas lo extraordinario que era esa persona y que no le gustaría verte caer por que el ya no está, intentas anestesiar ese dolor con todos sus recuerdos bonitos como su sonrisa, los consejos que te daba y los momentos vividos junto a él. De esta manera logras terminar el día pero luego llega la noche y vuelves a recordar que esa persona ya no está contigo y de esta manera regresa el dolor, no le encuentras explicación lógica a lo ocurrido pero tú estás viva y TE TOCA SEGUIR ¡sí! TE TOCA.
Les cuento que no es fácil llevar una tormenta dentro de ti e intentar no salpicar a nadie…
Y se preguntaran ¿cómo una persona con tanto dolor en su corazón aún está de pie? Yo sé que existe un Dios misericordioso que cada día me ayuda a seguir adelante, es el quien me sostiene, estoy segura de que me ama, entre Dios y los recuerdos de mi padre (si es mi papito de quien hablo) es que me ayudan a mantenerme de pie; ya que recordar es volver a vivir, sé que él en este momento se encuentra en un mejor lugar, aunque me duela hasta el alma me toca seguir enfrentándome a la vida ya que yo estoy viva y me toca vivir.