Al adentrarse en la historia de los primeros pobladores de América, se plantearon diversas teorías sobre el advenimiento de los aborígenes que se extendieron por el Estrecho de Bering, entre Siberia y Alaska antes del año 40.000 a.C, de tal forma que, las civilizaciones prehispánicas fueron habitadas en la Patogonia, el extremo meridional de Suramérica, Nuevo México, Estados Unidos e Islas del Caribe en el año 9.000 a.C. Sus culturas se desarrollaron mediante el uso de técnicas y métodos diferenciados unos de otros.

En los progresos más relevantes de la cultura avanzada se mencionan a los Aztecas, ubicados en el territorio de México; los Mayas en Centroamérica, que ocupaban la península de Yucatán y los territorios de Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador; y los Incas que, conformando el imperio prehispánico, ocuparon desde Ecuador hasta el norte de Chile, parte de Bolivia y Perú en el año 500 a.C al siglo XV d.C.

Eran politeístas, es decir, idolatraban a varios dioses, veneraban a la naturaleza como portadora de vida, implementaron la alfarería, el uso ornamental de los metales y labraron sobre piedras figuras humanas y de animales (petroglifos).

Por otro lado, en el territorio que hoy en día se conoce como Venezuela, los principales habitantes pertenecieron a la etapa paleolítica (paleo = antigüo; lithos = piedra) entre los años 15.000 a.C y 10.000 a.C procedentes del Norte y Centroamérica. De allí pues, surgieron los cuatro períodos prehispánicos más grandes de los indígenas venezolanos que comprenden el Paleo-indio (15.000 a.C - 5.000 a.C), Meso-indio (5.000 a.C - 1.000 a.C), Neo-indio (1.000 a.C - finales del siglo XV d.C) y el Indio-hispano (1948 con la llegada de los españoles).

Sin embargo, el grado de desarrollo estaba determinado por la creación de herramientas de trabajo para el cultivo de la tierra. Es necesario destacar que, alrededor del año 1.000 a.C y la segunda mitad del siglo XV d.C, existieron las principales etnias que abarcan las áreas culturales prehispánicas representadas por los Arawacos, Caribes, Chibchas y el Tupí-Guaraní. Estos grupos estaban constituidos por cuadrillas u hordas de 100 a 500 miembros aproximadamente. Eran organizados territorialmente en comunidades tribales unidas por el parentesco y la identidad étnica con base en alianzas de familias que reconocían a un jefe, denominado Cacique, y un mismo líder religioso, el Chamán.

En este sentido es pertinente resaltar que durante el proceso de conquista y colonización, las comunidades indígenas venezolanas se encontraban en distintas etapas, tales como: las culturas pre-agrícolas se ubicaron entre los Llanos Centrales y el Delta del Orinoco, en Guayana y en la Península de la Guajira; las culturas agrícolas medias ocuparon el Norte, Noroeste, parte del Oeste, parte del Oriente y del Sur del territorio; y los de la cultura de agricultura avanzada se establecieron en la área andina.

Con respecto a las áreas culturales, también se considera que los ambientes geográficos a los que corresponden dichas agrupaciones para la llegada de los conquistadores españoles, los límites territoriales no son fijos, en otras palabras, son fronteras que se desplazaban de las cuales podemos identificar como el Área de la Costa del Caribe, Área de los Ciparicotos, Área de los Arawacos Occidentales, Área de la Guajira, Área de los Caribes Occidentales, entre otros.

No obstante, en la etapa pre-colombina los indígenas vivían de la caza, la pesca y la recolección. Para ellos, la agricultura era solo una manera de subsistencia ya que no estaba completamente desarrollada. Aprendieron a optimizar sus procedimientos para el uso y la explotación de los recursos naturales que concierne a distintas áreas como las del Orinoco, en las que se hallan ciertos niveles de desarrollo cultural entre comunidades como las nómadas restringidas y las nómadas semipermanentes.

Actualmente, en la distribución de la población indígena se nota un gran predominio de rasgos en las regiones fronterizas como Guayana, territorio de Amazonas y los Andes; lo cual indica que hay grupos sobresalientes desde el punto de vista cuantitativo, entre ellos están los Guajiros, Waika, Pemones, Guarao, entre otros.

Como resultado de las consideraciones señaladas anteriormente, es conveniente aclarar que hay quienes piensan que los indígenas deben mantener su identidad cultural, para lo cual es negativa la introducción a sus territorios de bienes materiales de fabricación industrial. Otros creen que es mejor pensar en la asimilación a las costumbres de los “blancos” a fin de hacer de ellos verdaderos venezolanos. Y existen otros que abogan por el pluralismo cultural antes que por la asimilación; dicho de otro modo, que puedan ser indios y venezolanos a la vez.

En virtud del análisis precedente, las comunidades indígenas forman parte de una herencia histórica otorgada por nuestros antepasados. A pesar de los cambios drásticos que han sufrido, nos hacen recordar de dónde venimos y cuáles son nuestras raíces. Son nuestro presente forjado en tradiciones, costumbres, lenguas, vestimenta y manera de pensar, es decir, un mosaico socio-cultural. Debemos aprender a ser justos y valorar que la diversidad dentro de una determinada población, es lo que nos identifica como seres humanos, dejando a un lado los prejuicios y el trato desigual que limitan las posibilidades de garantizarles una calidad de vida.