—A lo alto—

Antonio, como buen amigo, accedió a subirse al vagón abandonado de la línea de trenes para tomar estas perspectivas. Tomé más fotos pero no salí muy convencido de los resultados debido a que Antonio se notaba un poco nervioso por la altura y porque alguien llegara al lugar así que hice todo muy rápido. En blanco y negro me encanta lo dramática que se ve con tanto espacio negativo que además es oscuro.

—Bajo tu balcón—

Más allá de hablar de las fotos, reflexionaré acerca de tu balcón, quiero dejar en claro por medio de un escrito que ver un atardecer, ese atardecer a tu lado es lo que más añoro. Arropados para calentarnos del otoño que arrastra con su brisa lo que congela nuestras almas quebrantadas... Y es que sí, creo en lo que dice Philip Roth, hemos estado completos, siempre, hasta que nos enamoramos, es ahí cuando nos fracturamos y nuestras piezas terminan de regarse por todo el cosmos que nunca reencontraremos. Despierta mi alma, te digo, o los vicios llenos de pasiones humanas terminarán invadiendo mis días, con ello mis meses y así mis años y mi vida. Siendo nada más que un expatriado que descarga sus penas en alguna botella barata o en el cobijo de alguna mujer que más nunca volverá a ver partiendo aún más así sus pequeñas piezas que quedan... nunca más viendo ese atardecer acurrucado a los brazos que te hacen sentir completo aunque sepas que no es así. Solo acostumbrándome a que es normal cambiar de estaciones, cambiar de cama, cambiar de acompañantes, que cada quien carga con las piezas rotas que pudo salvar del primer amor.

—Apreciación gestual—

El acercamiento resultó y tengo la fotografía del abrazo entre este par, me pregunto ¿será la primera vez que están fracturando sus piezas ante el amor? o ¿son ellos a conciencia sometiéndose a una consecutiva fractura?
La prefiero a color, la hice también en blanco y negro para no perder la continuidad de las dos fotos anteriores.