¿Por qué estamos tan cansados?

in #spanish7 years ago

Es un tema que me fascina. ¿Por qué nuestro mundo moderno está tan asociado con el cansancio?

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prestado de http://www.chistes21.com con agradecimiento

Nuestros antepasados de una época no muy lejana daban luz, tenían que criar y alimentar a docenas de hijos (de ellos sobrevivían a lo mejor dos o tres). Tenían que cortar leña, trabajar en el campo de alba al ocaso, –y no se solía quejarse mucho del cansancio-. Cualquier acción tan sencilla como lavar la ropa o cocinar una sopa de pollo estaba vinculada con unas dificultades inimaginables para nosotros. El campesino tenía que alimentar a este pobre pollo, luego cortarle el cuello, quitar la pluma y las tripas, plantar y cuidar aquella zanahoria que le iba a acompañar en la sopa, encender la estufa de la cocina (alimentándola con la leña previamente cortada), traer agua del pozo…

Nosotros no trabajamos tanto. Además tenemos en realidad muchísimo ocio. Si juntamos todos estos cafés y desayunos de la oficina, esos “no me molestes que tengo que descansar un par de minutos”, las películas de Woody Allen después de acostar a los hijos, las vacaciones y las salidas de fin de semana, casi tenemos más ocio que trabajo u obligaciones.

¿Pero por qué estamos arrastrándonos por la vida como zombis, agotados, tristes y fatigados?

Creo que hay varias razones para eso. La primera es que tenemos el lujo de cuestionar la necesidad de cada acción, y esta batalla entre la motivación, la pereza y las dudas nos quita fuerzas. Para ser sinceros, para sobrevivir físicamente a nivel individual no necesitamos hacer casi nada; la sociedad moderna europea de todas formas no nos permitiría realmente morir de hambre, y además la mayoría de nosotros tienen muchos lazos sociales que nos atan al nivel de vida muy por encima de una simple supervivencia. En realidad para la mayoría de nosotros el bienestar ya se mide por la calidad de nuestras pertenencias y el ocio, no por la probabilidad de morir de frio y de falta de calorías este mismo invierno. Entonces, cuando decimos que “tenemos” que trabajar, mantener la casa limpia y ordenada, dar buena formación a los hijos, ir al gimnasio etc. el holgazán (o el filósofo, quien sabe) dentro de nosotros siempre puede cuestionarlo, porque para la supervivencia biológica todo eso es superfluo. La mitad de nuestras fuerzas va para alcanzar nuestras metas… y la otra mitad para convencernos de que estas metas de verdad son nuestras.

De eso proviene esa enorme cantidad de cursos de coaching y de gurús con una sonrisa pegada a la cara con Loctite de una tienda china. Cada uno promete callar tus voces internas y liberar las fuerzas… y dudo mucho que alguien lo consiga de verdad.

La segunda razón importante tiene algo que ver con la primera. El cansancio en nuestra cultura se percibe como algo digno y positivo, a veces incluso como una medida de la calidad de tus esfuerzos. Si un hijo pequeño dice a su padre que no quiere hacer deberes, difícilmente conseguirá su consentimiento. Pero si el mismo niño dice que está muy, muy cansado, es mucho más probable que le permitan descansar. Lo mismo pasa con los mayores: “estoy cansado/a” es una buena excusa para no hacer cualquier cosa que en realidad no queremos hacer, y nosotros aprendemos a marcar esta protesta interior como cansancio.

Y la tercera razón es que, según parece, nuestro ocio nos cansa incluso más que el trabajo o el estrés de supervivencia de nuestros antepasados no muy lejanos. No nos damos cuenta de la carga que supone para nuestra psíquica ver la tele, vagar por internet, chatear, organizar nuestras “relaciones sociales” (que consisten en un dificilísimo juego de modales, státuses, expresiones de simpatía y atracción sexual y marcaje de límites de cada miembro del grupo), y para nuestros cuerpos – esas copas de medianoche y las vacaciones en otro clima y en otra zona horaria. Parece que todas estas actividades fueron inventadas para robarnos las fuerzas que tenemos, no para descansar…

Y creo que la explicación es sencilla: otra vez nos engañamos, llamando “descanso” lo que realmente es un comportamiento que busca canalizar nuestra ansiedad, es decir, nos da la posibilidad de agotarse de forma segura hasta el punto cuando la ansiedad ya no se percibe a través de la fatiga. De eso proviene el deseo de “cambiar los aires” o de “relacionarse”. Y por eso no podemos aguantar mucho tiempo sin ordenador o móvil encendido…

¿Las soluciones? No las tengo. Aceptando este hecho, solo hacemos el primer paso hacia la liberación, y para la mayoría de nosotros este paso también será el último (bueno, conozco a un tío llamado Sidarta Gautama –este, posiblemente, hizo más pasos-, pero tampoco podemos estar seguros).

Y además, estoy cansada de pensar en ello. Muy, muy cansada, así que voy a jugar a Candy Crush.

Publicado antes por mí en https://extranjerita.wordpress.com

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