Evangelio del día – 28 de diciembre
Evangelio según san |
espués que ellos (los Magos) se fueron, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José, y le dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto; y estáte allí hasta que yo te lo diga. Porque ha de acontecer que Herodes busque al niño para matarle¹.
Levantándose José, tomó al niño y a su madre de noche, y se retiró a Egipto. Y permaneció allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que había hablado el Señor por el profeta, que dice: De Egipto llamé a mi hijo².
Entonces Herodes, cuando vio³ que había sido burlado por los Magos, se irritó mucho. Y enviando hizo matar todos los niños que había en Belén y en toda su comarca, de dos años y abajo, conforme al tiempo que había averiguado de los Magos.
Entonces fue cumplido lo que se había dicho por Jeremías el profeta, que dice:
Voz fue oída en Ramá⁴, lloro y mucho lamento: Rachel llorando sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son5.
¹ Pero ¿el Libertador del mundo debía temer la cólera y el furor de Herodes, y salvarse de sus manos por medio de la huida? ¿No parece cosa poco decorosa e indigna del Señor universal de todas las cosas, atender a la seguridad de su Hijo por unos medios que tienen todo el aire de temor y de flaqueza? Pero esta misma pregunta se puede hacer acerca de todos los abatimientos que tuvo el Señor desde el punto mismo en que desde el seno del Padre descendió a encarnarse en el seno de María. Véase San Juan Chrysóstomo, Homil. VIII in Matth. Viniendo al mundo, quiso mostrar de luego a luego, que él era el que venía a ser desechado y despreciado entre los hombres, el varón de dolores, que sabe lo que es flaqueza (Is liii. 3).
² El texto de Os xi. 1, habla del pueblo de Israel, a quien Dios sacó de Egipto bajo la conducta de Moisés; pero aquello figuraba a Cristo, que es cabeza de la Iglesia, en quien se cumple principalmente la profecía.
³ Después que la Virgen y San José habían huido a Egipto.
⁴ Ramá estaba en los confines de la tribu de Benjamín, y cerca de Belén. San Jerónimo siente, que Ramá no se debe tomar aquí por nombre propio, y que así el verdadero sentido de estas palabras es este: Un grande ruido se dejó oír bien lejos, y se levantó hasta el cielo. Mas es de notar, que el sepulcro de Raquel estaba cerca de este lugar (Gén xxxv. 19).
5 El griego: Lloro, y lamentación, y gemido grande (Jer xxxi. 15). Lo que el profeta había dicho antes del tiempo del cautiverio de Babilonia, lo aplicó también el Evangelista al tiempo de la mortandad de los Inocentes. Jeremías, para dar una idea del dolor que causaría el cautiverio de las diez tribus, introduce a Raquel, como saliendo de su sepulcro, para llorar a la vista de tan triste espectáculo. Las lágrimas de los vivos no bastaban para llorar esta desgracia tan terrible; y así era necesario juntar las de los muertos, y sobre todo de Raquel, cuyo sepulcro estaba sobre el camino por donde debían pasar los cautivos. Los gemidos y gritos penetrantes de estos la hicieron, por decirlo así, salir del sepulcro, y derramar lágrimas, temiendo que no volverían más a ver su patria. Esta bella imagen la aplica el Evangelista a la crueldad de Herodes con los Inocentes.
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