Evangelio del día – 23 de diciembre
Evangelio según san |
as a Elisabeth se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo. Y oyeron sus vecinos y parientes que el Señor había señalado con ella su misericordia, y se congratulaban con ella.
Y aconteció que al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y le llamaban del nombre de su padre Zacarías. Y respondiendo su madre, dijo: De ningún modo, sino Juan será llamado¹.
Y le dijeron: Nadie hay en tu linaje, que se llame con este nombre.
Y preguntaban por seña al padre del niño, cómo quería que se le llamase.
Y pidiendo una tableta², escribió, diciendo: Juan es su nombre.
Y se maravillaron todos³.
Y luego fue abierta su boca y su lengua⁴, y hablaba bendiciendo a Dios. Y vino temor sobre todos los vecinos de ellos, y se extendieron todas estas cosas por todas las montañas de la Judea; y todos los que las oían, las conservaban en su corazón5, diciendo: ¿Quién pensáis que será este niño?
Porque la mano del Señor era con él6.
¹ Isabel (Elisabeth) no había oído el nombre con que Dios quería distinguir y señalar a su hijo, ni del ángel ni de Zacarías; y así es muy verosímil, dice San Ambrosio, que el Espíritu Santo, de quien estaba ya llena, se lo revelase.
² El texto griego: tablilla. Estas estaban enceradas, y escribían sobre ellas con un punzón. Eran de diferentes materias, leño, marfil, cuero, etc.
³ Porque sabían lo que había pasado antes entre el ángel y Zacarías.
⁴ Y se desató su lengua. Estos prodigios que vio el pueblo, le dieron motivo de creer, como se dice después, que el Señor tenía grandes designios sobre este niño.
5 Haciendo reflexivo, y considerando todas las circunstancias que habían acompañado su nacimiento.
6 Porque todos estos milagros del poder de Dios daban a entender que el Señor estaba con este niño, que lo tomaría bajo su divina protección, lo llenaría de su gracia, y se serviría de él, como de instrumento, para obrar extraordinarios milagros y maravillas.