Ser el mejor no basta en un deporte de once | #UnBreakDeLaCharlaDePelículas
Eduardo Galeano dice que de vez en cuando, un buen día la diosa del viento besa el pie de un simple mortal y así nacen los ídolos. Esos que cuando están, el equipo juega con doce.
Fue el 30 de junio del 2018 el día que los vi caer juntos, el único día en la historia hasta entonces que cayeron juntos: los dos astros reyes del fútbol mundial. Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Quedó el cielo gris para muchos.
La injusticia es únicamente con ellos, pues sus equipos fácilmente lo merecían. Lo que no merecían era tenerlos a ellos. Ambos figuras de dimensiones superlativas al resto de la élite futbolística, mucho más al resto de sus compañeros de selección, sus compatriotas.
"A veces el ídolo no cae entero. Y a veces, cuando se rompe, la gente le devora los pedazos" -Eduardo Galeano
Muy poco que reprochar
Al final del día, en sus condiciones de humanos, aunque a veces parezcan otra especie, ambos tienen derecho a tener una mala tarde, una tarde baja. Cada gloria que hayan podido alcanzar Argentina y Portugal como selecciones se deben, de una o varias formas, a sus lideres, sus emblemas; los lusos tienen su Euro, los argentinos sus tres finales (que aunque se escuche como poca cosa, no lo es).
Tanto Cristiano como Messi asumieron los retos de saberse obligados a cargar sus selecciones en el lomo. Aunque Cristiano se pudo ir del no-tan-frío-en-esta-época suelo ruso con la frente más en alto de lo que puede decir 'La Pulga', con cuatro goles y una actuación excelsa en el partido que era, a priori, el más difícil para el campeón de Europa.
Seguirán quedando en la historia por su técnica y sus récords que aumentan a medida que suman años, de forma contradictoria con lo normal, aunque en las selecciones el panorama se les ponga cuesta arriba.
En Qatar uno tendrá 37 y el otro 35, los años en los que los futbolistas de campo ya están cerca del retiro, aun no se sabe si los veremos correr detrás de un balón allá y en cuatro años pueden ocurrir muchas cosas.
Lo cierto es que en aquel 30 de junio, los dos mejores jugadores del mundo le dijeron, nuevamente, adiós a la Copa del Mundo, porque en un deporte de once jugadores, de nada vale tener uno solo que sirva.
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Dos tipos con una carrera ridículamente impresionante. Que han minimizado cualquier esfuerzo de sus rivales por acercárseles. Que han convertido a los que creíamos más grandes futbolistas de la historia, en simples mortales que corren en una cancha. Que se han cansado de callar bocas.
Pero lo más importante, dos tipos que no tienen que demostrarle nada a nadie y sin embargo quieren hacerlo... ¿Se puede hablar mejor de un ídolo?