VENEZUELA-HAITÍ !Hay que tomar conciencia de inmediato¡
VENEZUELA-HAITÍ
¡HAY QUE TOMAR CONCIENCIA DE INMEDIATO!
A raíz de los últimos acontecimientos ocurridos en Venezuela y en Haití se plantean tantas interrogantes a los muchos que observamos las noticias cada día.
Una ola interminable de opiniones y explicaciones sobre esos sucesos invaden nuestras casas mediante ordenadores, teléfonos inteligentes y, en no pocos hogares, radios parlachines como única materia proveedora de información.
Sí, en este tiempo y para muchos, en formas hasta imposible de comprender, bastantes hogares no cuentan con redes sociales ni conocen el manejo de aparato alguno mediante el cual pueda haber comunicación a la distancia.
Así de dispares estamos.
Así de lejos entre unos y otros grupos.
Como leí recientemente en una publicación de Facebook, en el mundo solo están quedando tres clases sociales: los productores, los consumidores y los desposeídos.
La virtual diferencia entre Venezuela y Haití, no es el gran espacio geográfico o las condiciones tan desiguales de la lucha que ambos padecen; es la nefasta distancia entre el valor económico que para el mundo tienen.
Haití no vale nada, no es importante, a nadie le interesa…
Y es que tendremos que regresar al único sitio que nos mantiene probablemente a salvo, el interior de nuestras casas, con sus déficits o llenuras, pero al menos, a salvo.
Parece ser que nos empujan a que no nos quede de otra para muchos, solo encerrarnos.
En un terrorífico y patológico encierro que nos toca como única oportunidad de salvar la poca cordura que aún nos resta.
Aunque como en algún momento Sartre nos decía que la enfermedad mental, la insania, parece ser solo la única manera de existir mentalmente en este sistema donde únicamente la producción vale, interesa y acarrea acciones mundiales contundentes.
Y será solo la antipsiquiatría la que pueda comprender estos procesos viciados de hoy en día.
Al menos así pareciera ser.
La única alternativa posible.
Pero para algunos de nosotros, médicos u otros profesionales de áreas específicas diferentes al área del neto pensamiento, no hay valores en las anti-nadas que podamos desarrollar para entender cómo el mundo actualmente se nos ha llenado de “diferentes” que ni siquiera existen y sin habernos dado cuenta en qué momento esto llegó a suceder.
Haití y Venezuela no tienen poblaciones que puedan ser definidas en iguales términos de humanidad, carecen de semejanzas, simplemente son “diferentes”.
Y así, con los haitianos se añade otra especie más a los extraños, a los no-normales, a los no-aceptados o que importen.
Las comunidades de homosexuales, negros en muchas partes del mundo, la tan hablada transexualidad; los viejos execrados, los habitantes de la calle y hasta emigrantes norafricanos en Europa, reciben con prudencia y sin entender a estos isleños del Caribe; un nuevo grupo aislado de la norma en el que se deposita la falta de importancia mundial sin que sus habitantes estén ni siquiera conscientes de ello.
Atrás han quedado los días en que Lilly Elbe dejaba su cuerpo a manos de una recién estrenada técnica quirúrgica para que su cuerpo fuera masacrado intentando convertirse en mujer.
Hoy, más completa y experimentada la técnica de cirugía mayor, las Lillys Elbes del mundo reciben transformaciones excelentes de sexo que hacen imposible en ocasiones, distinguir la verdadera naturaleza sexual del que las exhibe.
Pero su trato sigue siendo desgastante.
Inoculado el virus de la diferencia parece ser que jamás serán aceptados en la verdadera dimensión humana que al fin y al cabo poseen.
Igual pasa con los homosexuales, que mostrados diariamente en todas sus dimensiones siguen recibiendo un trato de distancia y rechazo de casi el 80% de la población normalizada por la naturaleza.
¿O más bien por el criterio humano?
Conjuntamente, homosexuales y transexuales siguen siendo asesinados en muchas partes del mundo, aunque sean reconocidos en la industria cinematográfica con trofeos y discursos relevantes en ceremonias anuales rimbombantes...
Este abismo entre los diferentes, nos está llevando a un paso rápido e incesante hacia el atraso evolutivo.
Ya quedan pocos que, como los grandes pensadores post-segunda guerra mundial podían verlo todo, entender detalles de la conducta social, interrelacionar los hechos más simples, como protestas por viviendas, con las luchas por los intereses de las grandes corporaciones productoras de alimentos.
Solo hemos quedado algunos pocos capaces de ver detalles aislados, solo pequeñeces, pero a quienes la mayoría de las veces que se nos es difícil hasta relacionar estos hechos entre sí.
Es el terrible peligro de una comunicación masiva como la que nos ofrece Internet pero que no nos permite correlacionar eventos y mucho menos comprenderlos como la actuación del todo humano, de la civilización.
Definitivamente hemos perdido grandes valores.
Jamás recuperaremos la visión de ser humanos para todos los que nos rodean sin permitir que vuelvan cosas tan simples como las discusiones y el pensar en hechos éticos y morales sobre lo que simplemente somos.
Comenzando por la valoración de nuestro entorno, la casa, la ciudad, el país, el planeta mismo.
Sin tomar a los hogares como encierro, aunque en momentos es lo que uno termina proponiendo.
Y al mismo tiempo contemplando esta maraña de vivos como una comunidad, como un todo simple, con diferencias impuestas naturalmente pero esencialmente iguales.
Resolver las distancias entre venezolanos, haitianos, negros africanos, ancianos abandonados, población LGBT distendida y hasta lesionados genéticamente que se ven tan diferentes; depende solo de valores, del regreso al primitivismo cuando imagino, solo éramos todos.
Como una manera de borrar la historia y recomenzar de nuevo.
Parece ser que los valores de las antiquísimas religiones o creencias difundidas alrededor del mundo llegaron a tener más peso en las creaciones de civilizaciones impresionantes como la Azteca, las orientales, la egipcia en sus principios; Saba, donde alguna vez hubo una reina y las mujeres tuvieron igual peso que los hombres; o la Maya entre tantas otras, donde aparentemente el respeto pudo haber estado puro, y luego pareció perderse en algún momento del camino al contacto con otras culturas o pensamientos más elaborados donde la competencia comenzó a ganar terreno.
Sí, sé que parece una locura proponer la vuelta a los inicios como borrón y cuenta nueva, pero es duro permanecer impasible ante los hechos tan divisorios que a diario vemos.
Como médico me es imposible aparentar la calma cuando se dan tristes e insalvables diferencias entre los humanos, sabiendo que el funcionamiento del cuerpo es idéntico en todos, genéticamente fallos o no.
Pues sí, porque considero que la disputa por el poder ha sido instalada por nosotros mismos a lo largo de la historia, que de paso sigue siendo vigente; y ha sido esta terrible manera de ver la existencia la que nos ha ido separando paulatinamente y sin remedio.
El hombre ganando el poder sobre la mujer al principio de la cultura contemporánea no ha sido más que el inicio para perpetuar las luchas interminables entre todos los considerados diferentes ahora, y hoy somos simplemente gobernadores y gobernados; nunca iguales.
Los primeros legislando leyes hechas por ellos mismos que los demás, los segundos, simplemente obedecemos.
Habrá que revisar hasta las leyes, dudar de ellas, pues como dijo Poulain de la Barre en el siglo XVIII tratando de definir la lucha entre los sexos: “Todo cuanto sobre la mujer han escrito los hombres debe tenerse como sospechoso, pues son juez y parte a la vez”
Igual los normales que han hecho largas y completas legislaciones en los diferentes estados deben tenerse como simples sospechosos, y además habituales, tristemente.
Las leyes deberán comprenderse a raíz de la hechura participativa de todos los grupos, mayores y menores, diferentes y los otros por lo menos, o deberían desecharse y rehacerse, no hay de otra, tajantemente.
Y si regresar a los valores de antiguas civilizaciones es imposible, al menos al intentarlo podemos volver a revisar como estamos dando instrucciones a la infancia para que se esté perpetuando en ellos la manera injusta e ilógica ésta de andar por el mundo que hoy tenemos como humanos divididos, viéndonos como extraños.
Particularmente tengo mucho rato pasado de mi existencia diciendo que me aterran los cables eléctricos; la falta de una tecnología que evite daños a los otros y al planeta; que este extraño evento me refiere a que no vamos avanzando por el camino correcto; que hay que regresar al estudio detallado y responsable y respetuoso del organismo humano como ejemplo de tecnologías perfectas, tolerantes y sanas.
Sé por experiencia que en los mecanismos que funcionan en el cuerpo están muchas respuestas, tal vez todas las bases para que avancemos.
Pero para eso, lo primero que el ser humano tendría que hacer es mirar dentro de su propio organismo con respeto, entendiendo que en la materialidad de las diferencias no están las claves del funcionamiento, que éstas, solo son consecuencias de un funcionamiento adaptivo al entorno, que cada uno juega su rol necesario aunque no se haya hecho claro o concreto a los ojos de la mayoría o a los ojos de los que juzgan y explican todo.
Ojalá en algún momento del camino de la humanidad, pensadores completos logren visualizar la manera idónea para que los humanos nos unamos, que lleguemos a observar, a entender funcionamientos sin alterarlos, a encontrar el porqué están las diferencias o cuáles son los propósitos de éstas y estudiarlas sin sacar conclusiones maniqueístas sino simplemente conclusiones, planteamientos productivos, ideaciones fértiles.
Estas mismas darán la clave para entender por qué debemos todos estar presentes en el mundo jugando un papel único para hacer una historia justa y equilibrada y de conjunto.
Y lograr así integrar la vida en una totalidad, en una misma mirada global donde no existan valoraciones que desplacen los conceptos, cualquiera sea la naturaleza de ellos.
Venezuela se debate entre luchas por un cambio, para lograr seguir intacta sin depender o estar a merced de las fuerzas que la deterioran cada vez más; Haití igualmente.
Solo espero que los daños ocasionados hasta ahora tengan una razón de ser de peso para estar ocurriendo.
Si por lo menos no van a transformar patrones sociales en forma pesada, que sean para incitar a que se tenga un poco más de conciencia sobre lo que estamos manifestando como raza, y que esto se extrapole a todos los que considerados diferentes que habitando al mundo, seguimos pesando en la corteza terrestre.
¿Un camino largo que aún nos falta por recorrer?
Puede que sea cierto.
Pero puede que no sea tan largo ese camino ni tan lejano ese momento si existe la manera de unificarnos de alguna manera, aunque sea unificándonos en nuestras propias interrogantes.
Y si para eso hay que comenzar a lanzar ideas, inquietudes o razonamientos a gritos, escritos en líneas divergentes, aparentemente carentes de razón común o simplemente insanos, me remito de nuevo a Sartre y nos recuerdo que la insania es la norma actualmente en este mundo.
Y apelaré a que se siga lanzando a la opinión las inquietudes.
Tal vez a alguien o a muchos despertemos…
Para @germangv-53 para que me entienda lo de los cables, ya que en mi manera de pensar sus posiciones corren con las mías, acompañándose, completándose, enfrentándose...