*<p>ESTIMULOS Y ESPERANZA II<p></div>*

Un Crimen imperdonable es reprimir la natural tendencia infantil hacia la ingenua y alborotada alegría, pues cada vez que se trata de reprimirla da como resultado perjudicial turbulencia. Los niños circunspectos, serios, en cuyos labios nunca se asoma una sonrisa demuestras que están afectados por alguna falla muy grande o tal vez por alguna enfermedad. Así como la niñez bulliciosa y alegre procuraríamos ser los mayores si supiéramos interpretar jamás entrareis al Reino de los cielos”. No hace falta que nos convirtamos en niños en lo atinente a la edad, debemos serlo en la alegría que impregna el espíritu del niño, cuya total confianza en su padre le pone al cubierto de cualquier miedo y preocupación con respecto al porvenir. Así cumpliendo las obligaciones inherentes a nuestro estado y profesión, siempre ha de sobrarnos estímulos y esperanzas para gozar de las probables alegrías de la existencia.

Nada hay que se oponga al optimismo de la vida que el temor, hijo legitimo del amor propio y de la desconfianza. Si todos los vicios tienen por madre a la ociosidad, todos los males tienen por padre al temor; pues con solo pensar en adquirirlos, nos llegan automáticamente.

No hay goce más grande que el de utilizar acertadamente nuestras disposiciones y alimentarnos con el fruto de nuestra labor, guardando en el buche de nuestra economía lo que nos hubiera sobrado después de satisfacer nuestras propias necesidades y haber cooperado a la satisfacción de los hermanos necesitados.

Por otro lado no debemos conceder excesiva confianza a los recursos reunidos por la economía, ni a los fondos monetarios que tengamos depositados en los bancos, o adquiridos en acciones bursátiles, ya que existe la probabilidad de que alguna alteración social, alguna asonada política, o algún contratiempo de carácter económico, triga por consecuencia algunas de estas formidables catástrofes que desmoronan totalmente la potencialidad financiera de los bancos mejor afianzados y dejan en la categoría de simple papel a los más firmes valores.

La nota básica del optimista radica en trabajar reciamente pero sin mayor fatiga: en repartir con acierto el fruto del trabajo, teniendo en cuenta los centavos como si fueran partículas de oro y estimando los minutos como puntas de diamantes, sin ningún alarde de avaricia; en reservar las potencias físicas y mentales para utilizarlas provechosamente cuando la ocasión así lo exigiera; en prever mas no en anticipar, el día de mañana; concretando en preservar con el espíritu jovial mediante el cumplimiento de nuestras obligaciones y la práctica de la sublime virtud de la templanza, la cual aporta combustible al fogón, dinero al bolsillo, crédito a las personas, alegría al espíritu, tranquilidad a la casa, abrigo a las espaldas y fortaleza al cuerpo

Evita las alteraciones del cuerpo al disminuir los roces del espíritu, o sea, las amarguras, inquietudes, miedos, ansiedades y disgustos que influyen en el acortamiento de la vida, mucho más que cualquier enfermedad.

Si bien ha sido repetido en muchas ocasiones por los filósofos y grandes talentos de todos los tiempos, la mayoría no tiene en cuenta que la conducta particular es un simple reflejo de la vida interior.

Bueno hermano hasta la próxima publicacion, espero que les haya gustado, y les recuerdo apoyar a:@cervantes @provenezuela y @cooperacion, muchas gracias…..