Cruzar el umbral fue como atravesar un portal de brea; se sentía espeso, frío y en una total oscuridad.

Luego de dar unos cuantos pasos, Benny comenzó a distinguir una tenue luz, y al adaptarse sus ojos a la oscuridad se dio cuenta que estaba en un pasillo empedrado con lajas negras como el azabache, el cual lo conducía hacia una bóveda con siete puertas a su alrededor y un obelisco de ónix en el centro.

Lo acompañaba un hombre alto con una túnica negra de capucha que no le permitía mostrar el rostro. Sin mediar palabras el mefistofélico “monje” le dijo:

“Acabas de dar tu primer paso como Sravaka, y en este inframundo de maestros Asuras aprenderás lo básico para convertirte en un verdadero Maestre de las artes oscuras y ocultas. Cruzarás solo cada puerta y en cada estadio observarás y memorizarás todo, aun sin no lo puedes entender y discernir en el momento”.

Al terminar esas palabras, si se le puede llamar así a ese mensaje telepático, se abrió una puerta y una fuerza magnética lo arrastró, literalmente, dentro de la primera recámara.

DÍA 1:
Fuera de espacio y tiempo, Benny es recibido por un enorme ser con cola de dragón, quien dice llamarse Minos "el conocedor de los pecados".

Seres abominables se revolcaban en rincones oscuros en una orgía eterna, dejando oír sus jadeos repulsivos y babeantes, tan solo opacados por la gruesa voz de Minos que decía, mientras enrollaba su cola: “Déjate arrastrar por los bajos instintos y mimetízate con ellos; así sabrás que a través de los ojos de los mortales se puede observar sus más secretos e impuros deseos, y sabrás cuán débiles y manipulables son, pues sus impúdicas almas están cargadas de lujuria. Observa, escucha, siente sus bajas pasiones e internaliza los sentimientos y aberraciones de los seres que habitan en este nivel”.

Mientras observaba intentado comprender aquello, fue absorbido por una especie de agujero de gusano que lo codujo a una recámara fangosa donde quedó sumergido hasta la cintura, mientras una lluvia nauseabunda no dejaba de caer sobre su cabeza.

DÍA 2:
Un perro de tres cabezas estaba a su lado. Una de sus cabezas le hablaba, mientras otra aullaba constantemente y la otra destrozaba a mordiscos a seres que desesperados buscaban algún alimento que consumir en una ansiedad y gula insaciable.

Benny escuchaba mientras observaba estupefacto. Cerbero “el perro guardián” le decía: “¿Quién en estado de desesperación no daría lo que fuera por saciar su dependencia?… Genera dependencias y falsas necesidades, y al suprimirlas podrás lograr que los seres apegados obedezcan tus deseos, aún sin tener que pedírselos”.

Permaneció largo rato en ese estado ignominioso, padeciendo y sintiendo los sentimientos agónicos de los moradores de ese nivel infernal.

Una vorágine pestilente lo absorbió, apareciendo repentinamente en una cantera de enormes rocas arrastradas sin sentido de un lado a otro por dos tipos de seres claramente diferenciados, como eternos enemigos que pelean y se ofenden por sus supuestos intereses opuestos.

DÍA 3:
Pluto “el lobo rabioso” que custodiaba el lugar, se le acercó diciendo: “Si logras engendrar cualquiera de estos sentimientos en los mortales, controlarás sus mentes y sus acciones. Los avaros que nunca se sacian en su afán de tener y los derrochadores que no descansan hasta perder aun lo que no tienen, estos últimos son los más fáciles de manipular. Presta atención a sus absurdas contradicciones cuyo centro es la misma esencia, el ansia de poseer, ya sea para acumular o para gastar”.

Mientras observaba, dos recámaras se abrieron y se unieron en un solo río con aguas oscuras de dos tonos y dos orillas bien diferenciadas.

DÍAS 4 Y 5:
Benny atravesaba el río mientras seres iracundos que salían de la laguna Estigia, intentaban volcar la balsa que era pilotada por un delgado hombre llamado Flegias, quien le instó a agudizar sus sentidos y percibir, en lo más profundo de su ser, toda la ira contenida en los moradores de una orilla, mientras en la otra orilla, seres inactivos e indolentes se hundían sin intentar salvarse ni moverse, muriendo ahogados una y otra vez.

“Aprovecha el odio de los mortales, nútrete de su energía maléfica y úsala en su propia contra si fuese necesario. De los perezosos, aprovecha su paciencia e ineptitud para usarlos como zombis a través de los conjuros que te serán enseñados más adelante, y utilízalos a tu antojo”.

Atravesar el lago le pareció toda una eternidad, pero al llegar al otro lado, sintió una profunda depresión.

DÍA 6:
En un rincón de la sexta recámara, seres llorosos de ojos cocidos con alambres estaban recostados en un paredón, aislados sin poder ver la luz, como esperando ser ejecutados. “Ellos son los envidiosos”, le dijo el Leviathan que es “el dragón” que custodia ese nivel.

Continuó diciendo: “La envidia es mi pecado favorito; sembrándola en las personas podrás crear divisiones y ponerlos en contra unos con otros, destruyéndose ellos mismos. Siempre serán prisioneros de los deseos por poseer lo que tienen los demás y nunca quedarán satisfechos con lo que tienen”.

Terminó de decir esas palabras y lo arrastró hacia un pútrido mar al otro lado del paredón de los invidentes desamparados.

DÍA 7:
Al sumergirse en el mar estaba solo, y sintió que se asfixiaba; pero, al cabo de un rato se vació el mar y quedo tendido en el suelo de una recamara de cristal. Se levantó y solo podía ver su imagen reflejada en infinitos espejos.

Hasta ese momento Benny no se había percatado de su imagen corporal; observaba y comprendía como un adulto, pero no se había dado cuenta de que desde que había cruzado el portal, también su cuerpo se había transformado. Se veía como un adolescente fuerte y hermoso, con un aire seductor. Estuvo largo rato admirándose al borde del narcisismo y la egolatría.

La voz del “monje infernal” retumbó en su cabeza diciendo: “El representante de este estadio es el propio rey de las tinieblas, pero tu aún no estás preparado para ver su magnificencia; pero como puedes ver, eres único y especial, además de hermoso e inteligente y puedes vanagloriarte abiertamente de ello. Deja que la soberbia se apodere de ti, porque en el futuro estarás por encima de todos los mortales, y llevarás a cuestas el legado que en el pasado le fue entregado a otros seres especiales. Nunca olvides tu origen y tu misión”.

Benny entró en un profundo sueño mientras se admiraba en los espejos, pero sus ojos jamás se cerraron. Como si fuera un espectador, observó por momentos su cuerpo acostado sobre un altar de ónix frente al gran obelisco central de la bóveda. Las siete puertas habían desaparecido y solo quedaba el “monje infernal” junto a él custodiando a su preciado Sravaka. Desde entonces no supo más de sí.

Cuando despertó estaba desnudo tendido en el suelo, bajo la sombra del antiguo reloj que pendía en la pared de la sala de su casa. Su madre -ya anciana- lo observaba con lágrimas en sus ojos. Benny trató de levantarse, pero a duras penas logró mover la cabeza en dirección a ella y decirle balbuceando las palabras: “Mami, no creerás lo que he soñado”.
_{Continuará…}