Dios con nosotros

Mi Dios es grande,
Mi Dios es fuerte,
Dios es más alto que cualquier otro
Nuestro Dios sana
Grande en poder.

Así empezaba una canción en uno de nuestros cultos de iglesia y meditando en ello, las palabras del gran apóstol Pablo retumbaban en mi cabeza:

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Romanos 8:31

Y me llevó a buscar algo que tenga que ver con el temor. Una típica frase en nuestro país habla de:

Alimenta tus miedos, y tu fe morirá. Alimenta tu fe, y tus miedos desaparecerán
Dicho local

Definitivamente, el miedo es la antítesis de la fe, el miedo te paraliza de hacer las cosas que tu quieres, te aterra hacer las cosas, no puedes relacionarte con personas como deberías, te congela hasta los huesos y te susurra al oido un frenético grito de desesperación, que solo tú, puedes escuchar. El miedo sin duda, se ha convertido en un arma infalible de tortura para el corazón y desesperanza para el alma. Pero Dios! (esta frase siempre me alienta) al estar en el pozo de la desesperación sin saber qué hacer o a dónde ir, nos da algo mucho más poderoso, algo que nos ayuda a afrontar con la mirada fija en el cielo nuestro temor, la fe.

Bíblicamente, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. La fe, es la que te conduce sin duda alguna hacia Dios, y te permite creer en Él. La fe, es el arma que puede cortar el temor desde su raíz, destruyendo sus frutos y sin duda, dándote la esperanza que desapareció.

Mi Dios es grande,
Mi Dios es fuerte,
Dios es más alto que cualquier otro
Nuestro Dios sana
Grande en poder.

Oremos a Dios.