SI VOLVIERA PEDRO.(Segunda parte)
Mientras Pedro recorría el Nuevo Mundo, Gregoria , en el Viejo Mundo, de costumbres ancestrales, esperaba noticias, mientras, como todos los días, ponía el puchero de berzas con patatas en el pote, en la cocina de leña, noticias que no llegaron.
Los mozos y las mozas acudían a bailar a las fiestas de los pueblos cercanos y a Astorga que estaba a escasos tres kilómetros atravesando “El Sierro”, a pie, donde solían encontrarse con lobos en invierno.
Al mercado de Astorga llevaban también a vender los productos de la tierra y a comprar “fresco”, como llamaban al pescado. Allí también compraban todo lo que se necesitaba para la vida diaria.
Un martes, Gregoria fue con su familia en el carro, en el que llevaban las patatas, cebollas, huevos, nueces, peras, por la carretera, a vender en el mercado . Necesitaba comprar una tela para hacerse un vestido que tenía que estrenar el domingo de Ramos. Detrás del Ayuntamiento, en “La Fábrica”, estaba ella eligiendo el color, cuando entró un joven a comprar unos guantes nuevos; lucía uniforme de alférez del ejército español y se prendó de inmediato de la bella Gregoria. Astorga había hecho una defensa heroica en la guerra contra los franceses: su nombre aparece en el Arco de triunfo de París por haber derrotado a Napoleón; Eso, sesenta años después estaba en la memoria de todos los que vivían en Astorga y alrededores. Además, los oficiales, aunque fueran de baja graduación, tenían un sueldo asegurado. Los militares que pasaban una temporada en Astorga, siempre encontraban novia.
De manera que la familia de Gregoria no vio con malos ojos, que Domingo hablara con ella siempre que se encontraban en Astorga y que la invitara a bailar en las fiestas de Agosto.
tomada de: https://www.pinterest.com/angeldelvallelo/antiguas-de-astorga/
Gregoria accedió a casarse con él, y recorrió varias ciudades en las que él estaba destinado; Tuvieron cuatro hijas y un chico que murió en la Academia militar de Toledo, a los catorce años. Gregoria, se convirtió en doña Gregoria, como mujer de militar y aunque recorrió muchas ciudades, nunca olvidó sus raíces.
Estalló la Guerra de Cuba y Domingo tuvo que incorporarse como tantos miles de soldados y oficiales. Las enfermedades tropicales mataron a muchos y muchos otros volvieron enfermos . Domingo volvió pero no pudo superar la enfermedad y murió al poco tiempo.
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En su lecho de muerte le decía a Gregoria “Cuando yo muera, no te vuelvas a casar”, pero ella pensaba, “Si volviera Pedro…” Nunca había perdido la esperanza.
Volvió con sus cuatro hijas a Brimeda. Las mayores se casaron enseguida con labradores del mismo pueblo o de sus alrededores.
Mientras tanto, en Argentina Pedro trabajó primero en múltiples oficios: primero en un campo de lechuga, luego en un matadero, luego en un restaurante en la Estación de Tigre en Buenos Aires; se hizo famoso por su manera de voltear las tortillas en el aire. Compró el restaurante a la muerte de su dueño y le fue bien.
Una tarde, tomando el mate con varios españoles que tenían negocios en la zona, conoció a un leonés que había salido de Vigo hacía tres meses y venía a reunirse con su pariente que tenía un puesto de periódicos en esa misma estación. Resultó que era maragato y hablando, hablando se enteró de que doña Gregoria se había quedado viuda y había vuelto al pueblo.
Pedro no se había casado. Era fiel a su primer amor, a pesar de haber perdido la esperanza de reencontrarse con ella. Pero ahora tenía la ocasión: tenía que vender todo y volver al pueblo.
Habían pasado veinticinco años, el tenía cuarenta, ¿cómo estaría ella?¿querría casarse con él? Ahora ya tenía algo que ofrecerle…Había cumplido. ¿Cumpliría ella?
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Y se casaron. Él compró tierras de labranza y se convirtió en Pedrón. Tuvieron dos hijos: el mayor, Generoso, murió de niño y el segundo Florencio al que veis en la fotografía con 6 años, junto con sus hermanas aún solteras, es el abuelo de mis hijos.
Y dicen los del pueblo que no había familia más feliz .
Muchos años más tarde, cuando ya no existía ninguno de los protagonistas de la historia los vecinos recordaban así la historia: “había una vez un niño, Pedro se llamaba, que cuando tenía 15 años, vio a una niña recién nacida llamada Gregoria y le dijo a su padrino: con esa niña me voy a casar”
Brimeda es ahora un pueblo con muy pocos habitantes, como tantos de León; la escuela que entonces tenía noventa niños, hoy está vacía, pero entre sus muros de piedra vive aún la historia de amor que hizo posible que nosotros existiéramos.
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Que hermosa historia. Brilla costumbrismo por todas partes.
Puedo imaginar la escuela solitaria. Y esta historia grabada en sus paredes, como tantas otras. ¿Cuántos libros podrían escribirse con los relatos hallados en el recuerdo de las paredes de cada aula que existe?
Muchas gracias por compartir. :)
Y cada historia daría lugar a un buen relato. Animo a la gente a que lo haga; así recuperaríamos todos parte de nuestra historia personal.
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Me encantó la historia, ¡ Viva el amor, viva la constancia, viva todo aquel que se guía cabalmente hacia sus objetivos y los consigue
Gracias orgascola; has entendido bien el sentido último de esta historia real como la vida misma