Escena 2 - Una caída con sabor a mantecado
Continúo sobre los acolchados recuerdos de una regresión en mi cuerpo, mi mente se relaja y en un segundo todo se vuelve blanco de un espesor profundo, de esos donde no sabes cómo orientarte en tiempo, espacio y persona.
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La señal poco clara y lejana de una voz hace interferencia con el palpitar de un corazón a toda velocidad. En taquicardia, decimos en medicina, pero estamos lejos de que sepa tan solo que elegiría en mi futuro como carrera, probablemente ni se me pasaba por alguna parte de mi cerebro. Si sentía una brisa que ensordecía aquellas voces lejanas, pero una brisa con rapidez…
Al mismo tiempo, se abrían mis ojos y sobre una bicicleta de la cual había perdido el control bajaba a toda velocidad y arrastrado por la aceleración de la gravedad, algo tan poco entendible para un niño de 4 años como el mismo hecho de no poder controlar el freno de la bicicleta sobre mis manos. ¡Era simple! Solo tenía que apretar mis manos sobre el manubrio para que el sistema de frenado se activara y parara de inmediato, pero solo podía observar mis manos paralizadas del miedo.
La bajada no era fácil, pues era un camino rocoso y poco atractivo para aprender a manejar, la verdad no recuerdo como empezó todo, ni si yo acepté subirme o me subieron, probablemente estuve emocionado como probablemente muy asustado. He visto niños con rodilleras, cascos, cinturones, arnés, silla de eyección, en fin… Solo sé que al ser el primer hijo de unos padres jóvenes suelen suceder “novatadas” que solemos experimentar.
¿En qué parte iba?, Ah sí…Aún sigo en aquella bajada, era muy larga según recuerdo, esta vez puedo escuchar más el viento acelerando, las pequeñas ruedas pasando sobre las gigantescas rocas y el asiento de mi bicicleta dando saltos mientras mis pequeñas nalgas intentan caer sobre aquel triangulo poco cómodo. Para compensar el desequilibrio total, intentaba abrir las dos piernas como un acróbata embriagado mientras el susto en mi estómago era como caerse a un precipicio. ¡Por cierto! Casi lo olvido, aquellas voces que siempre sonaron como interferencia eran mis padres diciéndome: ¡Freeenaaa! ¡Frenaaa Hijooo! Y como último comentario una peculiar frase de mi mamá: ¡Se va a matar ****! (No voy a traducir los asteriscos, pero no se me olvida aquel énfasis a la palabra).
Al final se veía una curva con unos cauchos viejos apilados que no ofrecían ningún obstáculo seguro, por lo que instintivamente actúe rápido pero no tan bien y desvié bruscamente el manubrio de lado haciendo que la bicicleta girara tanto que me bombardeó de un costado mientras mis trenzas se enredaron en el rin trasero. Justo en una escena en el aire, a punto de caer mientras mi antebrazo está por chocar con una roca, mi bici se encuentra por los aires y yo aún me pregunto ¿por qué no frené? Tengo que reflexionar y escribir algo diferente: “Auch”, o como dicen aquí en Venezuela “Sobate con mentol”.
Las heridas de aquel accidente afortunadamente no pasaron por ser más que una pequeña cicatriz en mi rodilla que se ha ido desapareciendo con el tiempo, aún recuerdo las discusiones de mamá con papá por descuidarme y el helado que tuvo que comprarme. La mente de un niño es tan fácil de distraer que, aunque no recuerde el dolor de aquella aparatosa caída si puedo recordar el sabor de aquel helado: era blanco como el coco, no era un helado de agua cualquiera y venía en un envase muy colorido, su sabor se quedaba en mi paladar y mi paladar se quería quedar dentro del helado, y ese día luego de que mi mamá me preguntara: ¿Te gusta el mantecado? Y respondiera de inmediato que sí, supe que la manteca se podía congelar, pero el conocimiento no duró sino una semana después cuando descubrí que la mantequilla en el congelador no se transformaba en “mantecadotilla”. Espero que la próxima escena traiga resultados más interesantes.
Excelente relato, te atrapa como si fueras tú el que maneja la bicicleta, además, las emociones se viven en cada palabra, te felicito , te voto y te sigo.
Gracias @marybellrg, me alegra que lo hayas sentido así, pues la idea es esa. Un abrazo y estaremos en contacto. Saludos desde Venezuela. :)
Que recuerdos yo por mi parte no volví a montarme en una jajaja... y la otra sabate que eso se hincha...
jajaja eso se hincha... No sé si por terquedad pero yo seguí montándome hasta manejar bien, aunque admito ya no haberlo hecho desde hace mucho. Un abrazo @donrito7597