No Decidir es Decidir (Decisiones - Parte 1)

in #spanish6 years ago


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«Annete debía tomar una decisión... ¡Era imperativo hacerlo! No podía seguir posponiéndolo pues las consecuencias serían terribles, y ella lo sabía muy bien.

Estaba convencida que al hacerlo una de las partes saldría afectada irremediablemente; sería muy doloroso. Pero la situación que se había generado a raíz de su indecisión hacía que el clima en casa fuera insoportable. Había días donde hasta costaba respirar de lo "espeso" que se sentía el ambiente.

Todos preferían permanecer en sus habitaciones y salir a las áreas comunes sólo por breves períodos porque era verdaderamente incómodo estar junto a los demás, y todos tenían ese mismo sentimiento.

Hacía ya varios días que no le provocaba levantarse de la cama en las mañanas. Hacerlo suponía un esfuerzo indescriptible. Sabía que eso formaba parte del cuadro de depresión que estaba comenzando a desarrollar. Lo había visto y diagnosticado muchas veces en sus pacientes.

Cuando regresaba del trabajo a casa, al doblar aquella esquina otrora famosa donde tanto personajes de la historia de su ciudad se habían detenido a observar el increíblemente hermoso paisaje de la bahía que desde allí se apreciaba, comenzaba a sentir el peso sobre sus hombros. Su espalda se tensaba y por ratos reaparecía aquel leve, lejano, borroso, difícil de describir, pero persistentemente presente dolor de cabeza.

Pero ella sabía que era el peso de las circunstancias que estaba viviendo y el no haber tomado una decisión al respecto lo que estaba provocando toda esa situación emocional que no encontraba ni siquiera cómo describir y que estaba ya perjudicando incluso a los niños: Michael y Sofía, de tan sólo 10 y 12 años. Hasta ellos sabían que algo estaba sucediendo, pero tampoco sabían explicar qué era.

Ni tan siquiera Débora, con todo lo controlada, conciliadora e imparcial que era había podido escapar de todo aquello y daba la impresión que no sabía qué hacer en esta oportunidad. Cuando acudió a ella a buscar su consejo, por primera vez no supo qué decirle.

Y es que le gustara o no, el desenlace de este intrincado brollo estaba sólo en sus manos.

Así que decidió poner fin a todo aquello y que pasara lo que tuviese que pasar.

Una vez más dobló la famosa esquina de aldabas engrecidas por el tiempo y las lluvias, pero esta vez fue diferente. ¿Sería el deslumbrante sol naranja que se apreciaba desde allí y que cubría casi todo el horizonte mientras desaparecía apagándose a medida que el mar lo consumía o el cielo totalmente despejado, sin nubes (y se dio cuenta que no se había detenido a pensar que a esa hora nunca había nubes en aquel hermoso cielo)? Pero esta vez doblar esa esquina fue diferente.

No tuvo más esa sensación en los hombros y la espalda, ni el deseo de dar vuelta atrás y volver al agitado centro de aquella pequeña ciudadela a orillas del Mediterráneo para permitir que el tiempo pasara y poder entrar a la casa cuando ya todos estuviesen durmiendo.

Sabía que era hora de comunicar su decisión y finalmente tenía una. Dolorosa pero firme.

Así que introdujo la mano en su bolso, tomó el manojo de llaves, ubicó la que necesitaba y abrió la puerta..."

Cuan Difícil es Decidir a Veces

El relato de arriba no lo tomé de ningún lugar. Forma parte de lo que un día (espero que pronto) va a ser mi novela. Así que acabas de disfrutar una primicia.

Pero todos, en algún momento, nos hemos sentido como Annete.

Quizá no en nuestro propio hogar sino en el trabajo o en la casa de algún familiar. Pero difícilmente alguno no sepa cómo podía sentirse mi personaje.

Para las mujeres es un poco más difícil (o bastante más) porque son más "emocionales". Los hombres tendemos más a racionalizar las cosas y eso nos permite liberarnos de esos "pesos" con un poco más de facilidad. Las mujeres establecen vínculos emocionales con las cosas, las personas y las situaciones que para nosotros los hombres son difíciles de entender. Quiso Dios que fuera así y por eso las hizo a ellas el tope de su creación.

Pero lo que definitivamente si es igual para todos es el hecho de que determinadas circunstancias nos exigen tomar una decisión y cuando sabemos que esa decisión va a tocar fuertemente la vida de otro u otros, preferimos posponer.

Pero el asunto es que NO TOMAR UN DECISIÓN ES TAMBIÉN DECIDIR, aunque parezca un trabalenguas.

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"No tomar una decisión es también decidir" (Yo)

Decidir es Igual a Compromiso

La mayor parte de esas decisiones "difíciles" que preferimos posponer lo son porque van a exigir un firme compromiso de nuestra parte para luego mantenerlas, y lo sabemos.

De allí nuestra indecisión a veces.

Pero lo cierto es que cuando no tomas una decisión también estás decidiendo.

  • Cuando no decides levantarte y andar, indefectiblemente decidiste quedarte acostado.
  • Cuando no decides pedirle matrimonio a esa mujer que sabes que amas y que más que nada en este mundo desea continuar el resto de su camino a tu lado, estás decidiendo seguir soltero (y dejar abierta la posibilidad a que aparezca alguien más que pueda separarlos).
  • Cuando no decides qué carrera estudiar, estás decidiendo continuar sin estudios y una profesión formal.

Pero...

  • Cuando te levantas y caminas hacia el baño listo para lavarte los dientes y ducharte tomaste una simple decisión pero que va a exigir a partir de allí seguir adelante con ella. De allí, a trabajar o lo que sea que vayas a hacer el resto del día.
  • Cuando le pides matrimonio a esa chica entiendes en lo más profundo de tu corazón que estás tomando una decisión de vida. Que estás estableciendo un compromiso con ella "para toda la vida"; el compromiso de amarla, cuidarla, protegerla, soportarla incluso.
  • Cuando finalmente escoges una carrera y haces lo necesario para inscribirte y comenzar a cursarla sabes que tomaste una decisión que va a exigir un compromiso a largo plazo, así finalmente no la ejerzas.

¡La vida se trata de decisiones! Algunas vanales, de consecuencias muy limitadas y quizá nada trascendentales (como qué color de calcetines ponerte o si ponerte calcetines o no) y otras que van a trastocar tu vida y la de otros.

Pero ya se hizo muy largo esto... Así que de las consecuencias de tus decisiones vamos a continuar hablando mañana.

¡Te bendigo en el nombre de Jesús! Nos leemos nuevamente mañana.


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