Las Canciones de Nuestra Vida (o El Poder de las Palabras) - Parte 2 de 2

Rememorábamos ayer el programa de Antena 3 Internacional intitulado Las Canciones de Nuestra Vida y dejé sólo el abreboca a la idea esencial de este post: nuestras palabras tienen poder; poder para crear o para destruir.

Vamos hoy a desarrollar y culminar el fundamento de esta afirmación.

En algún momento de nuestras vidas, todos hemos sido marcados con alguna expresión negativa que nos lanzaron.

Sobre todo durante nuestra infancia es cuando somos más vulnerables e impresionables y cuando esas trágicas expresiones tienen mayor potencial de daño al grabarse en nuestras mentes y formar un destino muy diferente al que hubiese podido ser de no haberse sucedido el hecho.

Algunos piensan que decir expresiones "fuertes", despectivas o denigrantes a nuestros hijos no tiene ningún efecto y otros incluso tienen la osadía de justificarse diciendo que simplemente están fortaleciéndolos para que "no se dejen de nadie en la calle".

Desafortunadamente, esta idea es falsa y la realidad es muy diferente...

El niño a quien persistentemente los padres, tíos, abuelos o maestros tratan como "bruto", "flojo" o "antisocial" (y todos en algún momento hemos presenciado este tipo de escenas, cuando no hemos tenido el infortunio de haber sido protagonistas) ¡REALMENTE CREE QUE LO ES!

La estructura de pensamiento del niño entre 2 y 8 años permite que lo que alguna figura de autoridad siembre en él o ella fructifique al ciento por uno. Y a partir de allí la mente subconsciente inicia la labor de desarrollar las actitudes que le permitirán al niño comenzar a expresar en la práctica lo que le dijeron que era: un bruto, un flojo o un antisocial.

Muchos de nosotros adultos hemos sido agredidos verbalmente por alguien más que ha lanzado una expresión en nuestra contra, y a partir de allí se ha desarrollado una raíz de amargura que es indispensable arrancar para poder seguir adelante.

• Esposos que dicen a sus esposas que no son más que "mantenidas", o que las golpean utilizando para justificarse cualquier excusa ("eres bruta", etc.).
• Adolescentes que se han burlado de otro por tener sobrepeso, acné o algún handicap físico o de otro tipo produciendo a partir de allí una personalidad introvertida, resentida y retraída como mecanismo de defensa.
• Jefes que se creen ser superiores y agreden a sus empleados tildándolos de "X" actitud.
• Cónyuges que discuten delante de los hijos y atribuyen abiertamente a éstos la supuesta "culpa" de lo que está sucediendo.

Así pudiera continuar enumerando situaciones diversas, pero vamos a cerrar este punto...

Si usted ha sido agresor: ¡DEJE DE SERLO!. No vuelva a repetir este tipo de conductas, pues ya sabe (si antes no lo sabía) que SÍ tienen consecuencias negativas para el otro.

Eso es lo que es MALDECIR. No es llamar "maldito" a otro. Es hablar de forma negativa hacia otro. Entonces: ¡Deje de maldecir!

Si usted ha sido el agredido: Internalice en lo más profundo de su corazón y su mente la siguiente idea...

"Una agresión o una ofensa debe ser tratada de la misma forma que tratamos el regalo que nos dan. Somos nosotros si decidimos abrirlo y quedarnos con él o sencillamente lo rechazamos".

Usted no tiene que ser el depósito de la basura que otros llevan en su interior. Nadie puede dar lo que no tiene, y de la abundancia del corazón habla la boca. Además, usted desconoce qué situaciones de vida ha sufrido el otro que lo llevan a actuar ahora de esa forma.

Pero usted tiene algo precioso que Dios le regalo: SU VOLUNTAD. Usted puede DECIDIR no hacer suyas esas ofensas, no recibir esos "regalos" y dejar que el portador siga con ellos. Es SU ELECCIÓN, no del otro. Es USTED quien decide, no el otro.

En consecuencia DECIDA SER FELIZ. No agreda a otros y no acepte las agresiones de otros. No reaccione ni trate de defenderse por algo que sencillamente ya usted decidió que no va a dejar entrar en el baúl de su mente.

La blanda respuesta quita la ira... Simplemente DECIDA que no fue con usted ni para usted, y continúe su camino.

Se va a sorprender de cuantos agresores se van a quedar sin palabras y sin argumentos para continuar con el proceso ofensivo, y lo van a respetar por eso.

Que diferente es la conducta de alguien a quien permanentemente resaltan sus virtudes, talentos y acciones. Las personas que son así reforzadas "crecen", son más seguras, con mayor autoestima y tienden a ser recíprocos en este tipo de actitudes para con otros.

Cuando decimos DE CORAZÓN a nuestro cónyuge que bien le queda lo que se puso, o lo bien que le sienta y precioso del peinado que se hizo (por cierto... Mujeres: perdonen y entiendan que los hombres generalmente no observamos estos cambios, ni distinguimos un tinte de cabello de otro; Hombres: comencemos a ser más observadores y detallistas en estos aspectos, aunque sigamos distinguiendo básicamente sólo 12 colores), o lo bien que actuó en determinado momento en relación a determinada situación, ESTAMOS CREANDO.

Para un muy reducido número de personas, estos detalles no tienen mayor importancia. Para la gran mayoría son VITALES, y más porque son tan escasas las veces que nos hacen halagos sinceros y afirmaciones que cuando sucede nos sentimos en extremo bien.

Pero si usted espera que otros lo hagan con usted, comience a hacerlo usted primero. Cosechamos de lo que sembramos... Es una ley natural. Es imposible sembrar cebollas y salir a recoger pimentones porque es lo que necesitamos en el momento. Haga a otros como quiera que hagan con usted.

¡CONVIÉRTASE EN UN CREADOR A TRAVÉS DE SUS PALABRAS! Es sencillo. Comprenda el poder que tienen sus palabras para edificar la vida de otros y comience a hacerlo. Se va a sorprender con los resultados.

Se oye interesante y chévere, pero... ¿Es fácil hacerlo? Puede tener la plena seguridad de que no es fácil. Sobre todo si usted fue criado entre personas que por ignorar esto que ahora usted sabe (y no por maldad) destruyeron más que crearon.

Si no es un hábito en usted construir con sus palabras, propóngase en su corazón comenzar a hacerlo. Inicié progresivamente... Halague a su cónyuge, a sus hijos, a sus trabajadores, a las personas con quienes interactúa a diario; pero hágalo sinceramente. Se va a sorprender con los resultados, y le van a amar.

Finalmente, va a cosechar... Y palabras de bendición van a comenzar a ser lanzadas hacia usted.

¡Te bendigo en el nombre de Jesús! Nos leemos nuevamente mañana.