Tomé su teléfono celular y revisé las últimas llamadas.

Había múltiples llamadas a un número sin registrar, esperé a mi tío y cuando llegó, ambos pensamos en exactamente lo mismo… Debíamos llamarle, saber quien era y que era lo que quería.

—Lo haré yo —Le dije al coronel.

Tomé unos segundos para prepararme a hacer la llamada…

—¿Como supiste que fui yo? —Preguntó el traidor desde la silla a la que se encontraba atado —. Pudo haber sido cualquiera de los médicos, si tu evidencia es el bisturí.

—Pero eres el único médico fumador… Y cuando llegamos al lugar, había un peculiar olor a cigarrillo… Reyes no fumaba... El bisturí me decía que había sido un médico, y el aroma que había un fumador…

—Limpié las cenizas, me aseguré de no dejar nada que me delatara… ¿Y me delató la herida y un aroma? —Dijo el traidor, decepcionado de si mismo a la vez que impresionado por mi deducción.

—Francisco, tienes que hacer la llamada ahora. —Dijo el coronel.

—Está bien, vaya a cuidar el frente mientras tanto. —Le dije.

Tomé el teléfono e hice la llamada.

—¿Tienes nuevas noticias? —Suena una voz desde el otro lado —. ¿Ya descubrieron el cuerpo?

—Si, ya lo encontramos. —Le contesté con voz fuerte —. ¿Quien eres tú?

—¡Capitán! Veo que ya descubrió a mi pequeño juguete… —Responde la misteriosa voz —. Creo que lo subestimé un poco… No importa quien soy, solo tiene que saber que soy yo quien está al mando y debe hacer todo lo que yo diga.

—¿En serio? ¿Y que pasa si no lo hago? —Respondí desafiante.

—No sabes quien soy… Ni de lo que soy capaz… —Responde la voz a mi desafío.

—No me rindo a nadie, y menos a alguien como usted, puede matarme si quiere, pero eso no detendrá mi lucha. —Contesté.

—Una orden y todo tu mundo acabará. —Me amenaza.

—Pues que así sea. —Respondí y corté la llamada.

¡Boom!

Suena una explosión en el frente y voy corriendo hasta ahí… Al llegar, conseguí a no menos de diez aliados derribados por la explosión y el humo aún no se terminaba de disipar, intentaba visualizar al coronel pero no lo veía ni en el suelo ni entre los soldados que aún estaban disparando.

Logramos defender otra vez el edificio pero cada vez era más difícil que antes, los soldados se cansaban y los ataques eran más grandes, solo era cuestión de tiempo para que todo acabase, y el pronóstico no era bueno.

Llamé al equipo médico para atender a los heridos y busqué al coronel entre los escombros producidos por la explosión… Una mano se veía debajo de un trozo de lámina que se había desprendido del techo con la explosión… Era él.

Lo llevaron rápidamente con los médicos, estaba inconsciente por la explosión y no sabía que tan herido se encontraba, pero la perspectiva ahora no era muy buena.

¡Ring!

Suena el teléfono del traidor en mi bolsillo.

—Como verás, no amenazo en vano, ¿Así que el coronel está herido? Que lástima… Odiaría que algo le ocurriese. —Dice la voz del teléfono, amenazante —. Espero que entiendas que no puedes hacer nada contra mí.

Cortó la llamada antes de que pudiera responderle.

¿Como supo que el coronel estaba herido?

Habían más infiltrados entre de nuestras líneas…

—Señor, se acercan soldados por el flanco izquierdo, lo necesitamos. —Suena mi transmisor.

—Todos a sus puestos, voy para allá.

El conteo total de heridos que estaban en la enfermería era de diecisiete, incluyendo a mi tío.

Menos hombres, un ataque más grande y con el coronel Escobar inconsciente, las estadísticas no nos favorecían para nada, debía pensar en algo más para ganar esto, una forma de atacar, solo defender no nos hará ganar la guerra.

Aún tenía una duda…

¿Que quería el extraño con estos civiles?

¿Por qué todo esto?

Comienzan los disparos y mientras el fuego salía de nuestras armas, debía pensar en una forma de comenzar con la operación contraataque.

Y debíamos identificar a los infiltrados…

Suena mi transmisor.

—Señor… Hay problemas en la enfermería…