Allá Va... Prosas.

Aquí Estoy Nuevamente Steemit!

Después de pasar largos días y noches, con la sequedad despoblada del pensamiento, hoy, en está fría noche, ya no resistía seguir acostada, sintiendo estas lágrimas ácidas y amargas, que dejaban huellas en mi rostro, semejante al arado cuando surca la tierra reseca en el verano. Y mis reflexiones, como barcos de papel iban y venían sin parar, en torbellino desenfrenado, toda la noche sin parar…

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Esto veía, así sentía, tan real y etéreo que les quiero narrar, esas imágenes que aún perturban mi paz interior.

Allá va… Niño que escondido entre la hierba, disfrutaba al perseguir insectos, o ver flores diferentes entre tantas plantas, que nadie consideraba, ni por un momento en observar, ahí pasaban las horas hasta que un timbre anunciaba que debía retornar al salón de clases. Nunca le conocí un amigo, quizás uno o dos con quienes hablar de un tema trivial. Tampoco le importaban las letras, encontraba alegría en la naturaleza y eso si lo sabia demostrar.

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Allá va… Adolescente tranquilo, que ante un grupo de gente prefiere callar, amante de la música, de sus guitarras, de su producción creativa, de su identificar una nota musical, tan sólo con oírla, es un don que no puede ocultar, aún pocos amigos, tres puedo vislumbrar, y en sus ratos de ocio juegos en la web atrapan su atención.

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Allá va… Joven triste, que descubrió el amor, con una espada clavada en el corazón, es la traición primera, de quien jamás lo espero, y aún así va callado no reniega, finge que nada pasó, que no importa, que ya vendrá otra ilusión.

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Allá va… Es mi muchacho, con el calzado gastado, con los sueños partidos, con los bolsillos debilitados, con los tres amigos de siempre, persiguiendo sueños en la tarde, cargando una maleta repleta de esperanzas, nunca serás un letrado, pero si algo sé de ti, es que eres una persona grandiosa, maravillosa, honesta, fiel, sincero, amable, trabajador.

Allá vas… te veré partir, y no seguiré llorando, pues conozco tus sueños y tienes la compromiso de guerrearlos. Meteré en tu maleta una flor blanca, una amarilla y una flor azul (tu preferida) para que me recuerdes en cada amanecer. Y sepas que te amo como nadie lo podrá hacer.

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Allá va mi hijo, mi bordón, con esa sonrisa matadora y el corazón de oro que enamora, a conquistar nuevos cielos a perseguir los sueños que lo hacen soñar.

Recibe por todos los caminos mi bendición:

“Dios te bendiga y te favorezca, te acompañe, te proteja de todo mal y peligro y te libre de una mala mujer”.

¡Gracias a todos los que me leen!

¡Hasta otra oportunidad.!