La Sra Confusión
Lo ha clavado. El invento de la ingeniera Inés era protagonista ayer del periódico. Diseñar una mascarilla universal, reciclable y que se auto desinfecta es una de las panaceas que no sabíamos que teníamos aquí, en casa. Bravo, Sra. Aragüez. Porque las mascarillas ocuparán a partir de ahora la definición de animal de compañía en el “trivial por si…”
También la discrepancia. Convive con nosotros junto al bicho como nueva vecina llegada para quedarse. Todo hacía pensar desde el sentido común que un mando único en una urgencia sanitaria era también una urgencia, aunque política. ¡Quiá! Ni las mascarillas son las que eran ni los geles hidroalcohólicos ni los test ni las peceerres. Ni lo son las cifras de contagiados ni tampoco las de fallecidos. Ni las de enfermos, siquiera, ya que una parte no habían ingresado ni ingresan en un hospital y han pasado y pasan, no el pico, sino la garra de la enfermedad en privado y sin ser testados. Hay discrepancia entre comunidades nacionalistas y el Gobierno, como otro virus que ha colonizado a quienes no quieren lejía militar ni la que en la botella lleva la bandera de España. Discrepancia entre comunidades de partidos enfrentados a los que forman el no mando único. Discrepancia entre los propios líderes del no único mando. Procesionaban ya las discrepancias, ante la mirada atónita de las víctimas, cuando nada procesionaba por las calles vacías también de Semana Santa.
También la discrepancia, pero, sobre todo, la confusión, ha infestado sin pudor ni mascarilla los días de esta semana. Una semana que ha terminado con la ciudadanía confundida tras -no- haber asistido a la conferencia de la ministra Celá con los consejeros de Educación de las CCAA. ¿Hay o no hay aprobado general? ¿Dónde? ¿Hay o no hay clases en Julio? ¿Dónde? ¿Alguien tiene en cuenta que muchas familias no estaban preparadas ni para tener correo electrónico en casa y que esos niños están en franca desigualdad respecto a algunos de sus antiguos compañeros de clase? ¿Habrá o no títulos de bachiller? ¿Dónde? ¿Se hará media con las notas actuales del confinamiento con la EVAU (antigua Selectividad)? ¿Pero qué leche es eso de la promoción positiva? ¿El curso que viene empezará por el tercer trimestre del curso que parece que ya se acaba? Así no vale. Vale que no valga pulpo como animal de compañía, pero ¿saben los chavales de Primaria que es un cefalópodo porque, como muchos de nosotros que empezamos a tenerlos tras más de 30 días confinados, el pulpo tiene los pies en la cabeza?...
Volvamos a las mascarillas. Esta semana saltaba la noticia de que el colegio de farmacéuticos había apercibido a algún asociado por los precios abusivos a los que se habían puesto a la venta mascarillas básicas de protección. La noticia da pie a hablar seriamente del uso de las mascarillas como elemento barrera para frenar la propagación del virus, de las indicaciones -las de ida y las de vuelta- de las autoridades al respecto, de las características de las distintas mascarillas y, atención, de qué tipo de producto son y en qué mercados se comercializan, de sus precios venta al público razonables y razonados, de cómo debemos utilizarlas y cuándo son y no son necesarias de verdad. Porque en la base del mercadeo de las mascarillas y de la escasez que lo favorece, está su naturaleza no sanitaria. Quiero decir que la mascarilla no es un producto médico y lo puede vender un panadero y lo puede no prever un gestor sanitario. Legislando por ahí, por la naturaleza del producto como necesario en situaciones de pandemia como la que estamos viviendo. Una pandemia de la que no sabemos hasta cuándo. Tampoco cuándo vendrá otro bicho natural o inventado -como insinúa Trump, qué vergonzosa y surrealista se ha vuelto la realidad- A lo mejor por ahí es menos a lo peor.
Manuel Alcántara y el boxeador José Legrá
Ayer se nos moría Alcántara por segunda vez en un año. Nos piden desde la Fundación que lleva su brillante nombre que le recordemos. Bien pedido está. Yo me acuerdo mucho de Manolo. No sólo por la retransmisión de Mena del año pasado que comenté éste, donde su poema al crucificado, con él recién fallecido, adquirió dimensión de resurrecto. Me he acordado mucho de Manolo porque han ingresado a Pepe Legrá por el maldito bicho. El cubano español fue campeón del mundo de los pesos pluma y uno de los ídolos de esa parte de mi niñez en que andaba todo el día agarrado a mi padre, como ahora se me agarra a mí el mío chico. De mayor algunos podrán criticar o no a los legionarios por las calles, los toros y el boxeo después del telediario. Pero cuando eres un crío y estás sentado en la salita agarrado por la mano de tu padre viendo juntos la televisión y en la pantalla sale un boxeador negro -entonces aún tan minoritaria su coloreada presencia entre nos-, que tu padre jalea como si fuese él el que está ganando algo -Manolo lo sabía-, ese hombre siempre será tu campeón…
(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es