Viaje Extraordinario (Segunda Parte): Relato.
Viaje Extraordinario
(Segunda Parte)
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n aquel momento la curiosidad se abrió paso emancipándose sobre mi mente, dándole apertura a un incontrolable deseo de saber que procedería de esa singular sombra. Poco a poco fui abriendo el cierre que cerraba la tienda de campaña, tratando de hacer el menor ruido posible. El corazón palpitaba frenéticamente con el transcurrir de cada segundo. La excitación poseyó todo mi cuerpo aplacando de esa manera todo cansancio y sueño; por ahora, solo se manifestaba en mi interés, desvelar el misterio que prorrumpía a las afuera de mi tienda. A mi cabeza llegó el recuerdo de la misteriosa criatura que nos observaba, a unos cuantos metros, a la distancia, en la tarde del día anterior, encima de la enorme roca.
e percate que los actuales acontecimientos mantenían mi tristeza alejada, haciendo que restase importancia a lo que estuviese ahí afuera. Puedo decir sin temor a equivocarme, que, por primera vez, en toda mi patética vida, me sentía con vida. Dejé de darle tantas vueltas al asunto, y encaré mi destino, así, y de un solo estallido de impulsos, salí de la tienda de campaña. Cómo han de imaginar, la sorpresa que me llevé fue abrumadora, en todos los sentidos, pues delante de mí se encontraba un personaje sacado de una leyenda nórdica. — Esto no puede ser real —, pensé.
a criatura era bestialmente enorme, tenía un rostro similar al de un humano, no obstante, muy fuera de esos estándares que podamos llamar normales. El iris de sus ojos era completamente azul y tan profundamente hechizantes como el océano; su nariz era chata al ras con sus pómulos, era como apreciar la nariz de un esqueleto; su boca idéntica a la de un humano, daba destello de ocultar algunos colmillos muy bien afilados.
or un instante desvié la mirada hacia la tienda de mis padres y un leve pensar surco mis pensamientos, — llamarlos a gritos —. El dragón siguió mi vista, y también la fijo en la tienda.
abló el dragón con voz estremecedora, como si hablasen al unísono un hombre y una mujer. Quedé estupefacto, enmudecí de la impresión.
lgo de ese dragón me calmaba, en realidad no sentía temor o miedo alguno… Sí, estaba abrumado de la impresión, pero no asustado. Entonces paso a paso me fui acercando hasta quedar a escasos metros de él.
nhangá extendió una de sus alas hasta mí, y con ella me dio el permiso para montarme en su dorso. Miré nuevamente la tienda de campaña, no me gustaba la idea de dejar a mis padres sin decirles nada, sin que pudieran ver lo que estaba sucediendo.
onreí levemente y con un gesto de afirmación con mi cabeza, me subí sobre Anhangá. Anhangá extendió sus imponentes alas y comenzó a agitarlas cada vez con mayor fuerza hasta que en cuestiones de segundos ya estábamos surcando el cielo. La luna brillaba con intensa luz, con lo que podía apreciar perfectamente todo el lugar, las estrellas estaban hechizantemente envueltas de vida; titilaban más de lo normal; el viento rosaba cada parte de mi cuerpo, me sentía uno con él.
os arboles inundaban el panorama, — Así que este es el pulmón del mundo. Es impresionante. — dije a mis adentro. Pude ver murciégalos, algunas aves nocturnas, lagos, ríos, pero, sobre todo, conseguí deleitar mis ojos con el gran río Orinoco; fue exquisitamente descomunal apreciar desde las alturas tan imponente río.
espués de varios minutos de vuelo intenso, dimos con la presencia de un enorme árbol, era extraordinariamente gigante. Anhangá circundaba a su alrededor. La altura de ese árbol estaba fuera de todo lo que podemos llamar: normal. Le dimos algunas vueltas y mientras, advertí una pradera alrededor del monumental árbol teñida de grama. El bosque rodeaba de forma circunferencial aquella extensión. Aterrizamos en el sitio, Anhangá me dejó en aquel lugar.
bservé que las raíces tenían un aproximado de tres a cuatro metros de ancho. Miré unos instantes hasta arriba, me daba vértigo el simple hecho de verle, sin embargo, percibí que no me costaría mucho emprender mi ascenso por él, ya que la corteza del mismo eran lo suficientemente grandes como para sujetarme de ella sin ningún problema. Entonces comencé a trepar, poco a poco, pero a paso seguro, luego de cierto tiempo en mi ascenso noté que algo extraño estaba sucediendo, me sentía y veía más joven. Creí que todo aquello era producto de mi imaginación, pero al llevar más de la mitad del árbol confirmé mi sospecha; mi atuendo cada vez me quedaba más holgado. Me detuve a ajustar mi ropa sobre una rama. La vista del lugar era mágica; nunca olvidaré aquel paisaje. Continué con mi camino, al llegar a la cima, mi apariencia era la de un niño no mayor de seis años. Aquel lugar era una especie de plataforma enorme, las ramas salían de los bordes de las misma y cubrían con sus hojas, la vista del cielo, en su totalidad.
rité con fuerza, hasta que una de las enormes ramas se abrió, justo en el tallo, como sí una fuerza la estuviera partiendo en dos. Del interior apareció una persona, un hombre de edad avanzada; su piel arrugada, su cabello y barba, largas y emblanquecidas y, en una de sus manos un báculo de madera. Sus ojos eran sumamente extraños, eran como apreciar el universo a través de ellos.
Continuará…
Gracias por el tiempo dedicado al leerme.
Te espero en la siguiente entrega.
Feliz día, tarde o noche.
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Eso te ha quedado brutal hermano. Me gusta lo que traes entre manos, la dirección que toma tu relato. Definitivamente cada vez te superas más y más. Espero con ansias leer la próxima parte. Saludos.