Como comprender a un hijo Hiperactivo y rebelde
Así como los adultos no somos para nada iguales unos a otros, lo mismo pasa con los niños, los hay de todos los caracteres y conductas, por lo que es necesario identificar a cada uno desde su individualidad y conocer a profundidad la manera en la que actúa.
Mi pequeño Sebastián cuenta con apenas dos años, pero desde pequeño ha sido un bebe sobresaliente en lo intranquilo e hiperactivo, muy pila para todo, tanto que con solo 8 meses se lanzó de unas escaleras con su andadera en un mínimo descuido, se puso “duro”, muy rápido por lo que sus actividades físicas en la cama comenzaron súper rápido, aunque en la noche dormía jornadas completas (6 a 8 horas), en el día escasamente descansaba más de 1 hora, podrán imaginar el agotamiento tan grande que esto me producía pues todo el día debía estar al pendiente.
Para mi resultaba frustrante salir con otras mamas de bebes pequeños que eran súper tranquilos y dormilones, que prácticamente no se sentían, mientras el mío siempre estaba en una actividad, en especial porque soy de esas personas pasivas y tranquilas.
Escuchaba miles de consejos, murmuraciones y criticas (porque vaya que es fácil caer en las comparaciones poco constructivas), y así mi bebe fue creciendo a su ritmo acelerado, imparable y rebelde, mi niño no parecía tener ninguna manera de calmarse, se levantaba súper temprano y eran las 11 de la noche y tenía el mismo ritmo, llego el momento de meterlo en un maternal (el escape más rápido), así que de lunes a viernes tenía un “descanso maternal”, aunque con compromisos laborales, es decir al llegar del trabajo aún me quedaban unas cuantas horas de inagotables tremenduras, más todas las cosas pendientes del hogar, muy agotadoras jornadas la verdad.
Quien conozca a mi hijo sabrá de lo que les hablo, ya que como todo niño es curioso, arriesgado, juguetón e inquieto, formula que ligada a la hiperactividad y la rebeldía hacen una combinación letal, mi hijo es el primer hijo y nieto de la casa, por lo que fue muy consentido desde pequeño, yo me negaba de todas las maneras posibles a pegarle como otras mamas pues asumía que no entendía de esa forma por su edad, sin embargo veía que otras amigas aplicaban esta técnica y les funcionaban, pasaron unos meses y mi hijo estaba cada día más incontrolable, no tenía ningún tipo de restricción que obedeciera, e inexplicablemente llego el día en que le pegue por primera vez, con todo el dolor de mi alma, y comencé a gritarle con frecuencia cada vez que se portaba mal, lo mismo hacía mi mama, y mi hermana que lo cuidaban de vez en cuando, pero nada de esto funcionaba, Sebastián estaba cada día más hiperactivo y peor aún rebelde, mordía a los niños de la maternal, a mi hermana, todo mundo me decía que era por no pegarle antes, yo en el fondo de mi corazón sentía que ese no era el camino correcto, sentí tanta frustración porque soy 100% opuesta a cualquier tipo de agresión (claro le pegamos con una ramita para no dañarlo), yo que siempre practique la paciencia ahora parecía un mar de estrés.
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Entonces mi papa me dio un consejo que cambio todo en mi relación de madre-hijo, “lee, infórmate, investiga de cómo educar a un niño como él”, y me di cuenta que había seguido “ consejos” pero que no me había instruido yo al respecto, comencé a leer más al respecto y mientras intente ser lo más paciente con mi hijo, total sería su mama para toda la vida, leí varios artículos por internet y me di cuenta que aunque hay miles de consejos, recetas, y experiencias no se aplicaban mucho para mi hijo, ya que él tenía una personalidad propia, recordaba constantemente las palabras de su abuela paterna al decirme lo terrible que fue su padre en la infancia, que hasta había quemado un salón, y me negaba a la idea de encasillar a mi hijo por un pasado que no es marca para su propia vida, Sebastián comenzó hacer berrinches en el suelo por casi cualquier cosa, a gritar, a portarse muy mal, un día le mordió un cachete a una niña muy feo, yo me sentía angustiada, entonces me di cuenta que debía hacer un stop y comenzar la búsqueda hacía la educación y aprendizaje de mi hijo, porque sí seguíamos de esta forma nadie nos recibiría ni siquiera en la puerta de su casa.
Necesitaba conocer todo sobre su conducta, en especial entender porque se portaba más tremendo conmigo que con otras personas, porque no respetaba ni seguía ordenes, y aunque me pareciera imposible debía enseñarle con autoridad y al mismo tiempo amor quien mandaba en esta relación.
Para resumir el proceso les daré 10 tips que estoy aplicando actualmente con mi hijo, los cuales me han ayudado a cambiar radicalmente nuestra relación, no diciendo que sea un estándar para todas, porque como ya les dije cada niño tiene sus propias conductas:
- En primer lugar, comencé por tenerle mucha paciencia en sus tremenduras, ya que mi primera reacción era alterarme y pegar gritos, situación que a él lo alteraba, lo excitaba y hasta lo incentivaba a ser a un más travieso, antes de pegar todos los gritos que mi cuerpo pedía, respiraba profundo, me calmaba y en un acto maduro y tono de voz adecuado lo interpelaba respecto a lo que había hecho, sin darle una mayor importancia a su travesura de lo que merecía, esto causo un choque en él ya que se había acostumbrado a otras reacciones.
- En muchas ocasiones saciaba su intranquilidad con meriendas, caramelos y chucherías, es decir le emitía el mensaje de que sí se portaba mal lo premiaba, claro está esto lo hacía para tener unos minutos de tranquilidad, pero no surtía efectos prolongados, ahora le doy su merienda de forma equilibrada, no es un premio sino parte de su rutina, y cuando quiero darle algo adicional lo invito a ver la televisión un rato y la compartimos juntos, esto resulta más placentero para los dos.
- Evito de sobre manera discutir con otros adultos en su presencia, ya que como era el primer niño de la casa no hacíamos caso si estaba o no para alterarnos, un día mientras tenía un problema con mi mama el comenzó a decirnos “cállate”, es decir se incomodó por nuestro tono de voz, así que pedí la colaboración de todos y les dije que cuando quisiéramos arreglar algún problema no lo hiciéramos en su presencia.
- Incorpore una rutina de ejercicios a nuestras jornadas diarias, incluso hasta dos, dependiendo del nivel de su hiperactividad diaria (ya que todos los niños tienen un ritmo diario), en esta jornada lo llevo a caminar entre 30 a 45 minutos al aire libre, con su carrito, o con una pelota, es decir nos divertimos y el disipa parte de su energía acumulada, por lo general la hacemos recién llegada del trabajo y aunque hay días que estoy agotada sé que esto le ayuda a relajarse el resto del día, vale la pena el sacrificio.
- Lo incorporo en mis actividades diarias, por ejemplo, sí voy a cocinar lo siento a un lado para que se sienta importante, le hablo mucho y nos reímos un buen rato, intento hacer la mayor parte de las actividades posibles en los horarios normales sin tener que dormirme de madrugada, lo que me agotaba indescriptiblemente y ponía de mal humor, para esto debo hacerlas con el.
- Comencé a darle mensajes positivos sobre quien es el, por ejemplo me costó un poco enseñarle ir al baño, por su misma rebeldía cuando estaba molesto se hacía encima y en cualquier parte y luego se reía, esto me estresaba, no había manera de corregirlo, entonces cada vez que lo hacía muy calmada le decía, “papi tu eres un niño bello, inteligente y capaz, tu sabes dónde debes ir al baño, hacerte encima es feo y cochino, mi amor ya no lo sigas haciendo, “lo limpiaba y lavaba y le decía, “no lo hagas de nuevo”, le daba un beso y un abrazo, parece mentira pero funciono.
- Aplico castigos acordes con su edad y entendimiento, esto es una de las partes más difíciles de determinar, porque depende de lo que le guste hacer a su hijo, en el caso de mío detesta estar encerrado, eso es un martirio para él, así que cuando se porta mal, nos encierro en el cuarto, él se estresa, pega gritos, llora, desordena todas las gavetas pero yo me relajo en la cama, leo un libro y le hablo de lo mal que hizo, “no se tira el control”, “no se le pega a la abuela”, “no se rompen las cosas”, etc, etc, la idea no es causar un trauma ni un súper sufrimiento extremo sino que él sepa que sí hace algo malo trae consecuencias, si aplicara este mismo castigo pero lo dejara solo el sentimiento de abandono para su edad le crearía mucha frustración y desesperación, así que aprendería por la ley del miedo, y esa no es la idea.
- Hablarles firme y con determinación, que ellos sepan quién es el que manda, sin maltratos, ni gritos, sino con una voz firme, que les identifique cuando no está haciendo las cosas bien.
- Dejarlos drenar su energía en juegos y travesuras, es necesario entender que son niños, mientras no se hagan daños extremos pueden experimentar, sí se caen aprenden que no es correcto brincar en los muebles, nosotros también fuimos niños, no pretendamos que ellos nazcan aprendidos ni criarlos bajos los regímenes más avanzados de conductas, déjenlos jugar, correr, saltar, divertirse, caerse, ensuciarse, estar en la tierra, andar descalzos e incluso cuando sea posible háganlo con ellos, total la ropa se lava, al igual que los pies y el cuerpo.
- Informen a la familia de cuáles son los mecanismos que están utilizando para educarlos, ya que todos deben ser coparticipes sí viven con él, y exija respeto a sus métodos, podemos escuchar consejos, ya que nadie es dueño de la absoluta verdad, y todos los días son de constante aprendizaje, pero ese hijo es suyo y es usted responsable de su porvenir, acepte las críticas, siempre es bueno revisar los métodos, pero no deje imponer conductas que no son beneficiosas para su hijo, y sí todo va dando resultado el instinto maternal ira desarrollando todo, lea mucho de cómo educar a los niños en cada etapa, adapte los consejos a su hijo, comprenda sus etapas y disfrútelas con él.
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