Cuando habla el alma

Vivimos en un mundo que está en constante movimiento. Las responsabilidades y obligaciones se convierten en una recurrencia fundamental de nuestro día a día. Siempre nos encontramos realizando alguna labor que consideramos importante para poder mantenernos estables en nuestro entorno, ya sea en un sentido económico, social, laboral, etc. En fin, vivimos en un constante ciclo de trabajo para progresar y conseguir lo mejor. Pero accidentalmente pensamos que este modo de vivir es necesario y que de alguna u otra forma nos hace felices... Cuando no siempre es así.

El ser humano tiene muchas necesidades, y más aún en este mundo moderno que cada vez es más exigente. Sin duda nos enfocamos en solventar cada una de ellas porque son importantes, pero no nos damos cuenta que hay una necesidad aún más importante que se ve opacada cada vez más, y es la de expresarnos, entender que está pasando dentro de nosotros, que estamos sintiendo, que realmente nuestra alma, nuestro ser, quiere liberar más allá de lo superficial y mecanizado que expresamos en nuestro día a día.

Expresar lo que realmente queremos, lo que sale de nuestro corazón es el mejor método para conseguir la felicidad, nos sentimos en sintonía con nosotros mismos y damos rienda suelta a nuestro espíritu. Cuando nos expresamos realmente, nos liberamos de las cadenas que nos imponen las obligaciones y el estrés. Ni el dinero ni los bienes materiales significan felicidad, pueden hacernos sentir felices, pero esta es pasajera. Solo cuando estamos bien con nosotros, cuando comprendemos y adaptamos los pensamientos más humanos a la realidad, es que podemos ser felices; porque somos libres.

Cuando el alma se expresa, lo puede hacer de distintas maneras, dependiendo de la persona. Pero creo que la manera más natural en que podemos expresarnos, es mediante la escritura. Las palabras de cada quien, imitan sus huellas dactilares, es decir, son únicas. En la escritura podemos sentir la esencia de una persona, podemos distinguir sus gustos, sus pasiones, etc. A través de la escritura podemos desatar vivencias, experiencias, historias, mundos en la mente de cualquier persona, podemos hacer que la persona ande por un momento en nuestros zapatos.

Sin duda alguna, cuando nuestra alma habla, lo hace mediante la escritura. Solo con ella se pueden crear esos puentes trascendentes de la realidad entre las personas. Podemos comprendernos, y otros igualmente lo pueden hacer, creando así una retroalimentación sin límites. Las palabras son la base fundamental para el hombre.