Hace aproximadamente ocho meses me tuve que enfrentar a una de las decisiones más difíciles que se me han presentado, cambiar de AMBIENTE LABORAL. Dicho así suena fácil, sin embargo, para mí fue cambiar un ambiente en donde me desenvolví por más de nueve años. Tiempo en que más que compañeros de trabajo fuimos una gran familia. Mi motivo, la lejanía que existía de mi vivienda a mi antiguo empleo.

A partir de entonces comienza un trajín, el cambio me asustaba sobre manera, todos los días antes de llegar al actual empleo me hacia las mismas preguntas ¿Cómo seré tratada? ¿Cómo serán mis compañeros de trabajo? ¿Me adaptare a mi nuevo grupo?, estas y otras interrogantes pasaban por mi cabeza. Y es normal que el ser humano por naturaleza tenga miedo al cambio, pero ese miedo, nos impide en muchos casos realizar las cosas que nos gustaría.

A veces un cambio de empleo nos provoca tanto temor, que preferimos quedarnos estancados en el mismo lugar, incluso sabiendo que en otro sitio se nos abrirán más oportunidades de crecimiento profesional y personal, nos aturde la idea de comenzar de cero.

Mi decisión fue tomar el riesgo, no me conformaba con la idea de hacer algo con lo que me sentía cómoda pero estaba inconforme con la faena que todos los días debía pasar para llegar a mi casa. Así que pase de ir a dos horas de camino a irme caminando y todas mis dudas y expectativas laborales fueron cubiertas. Actualmente estoy en un empleo agradable y convivo con personas maravillosas.

Si no te arriesgas puedes perder muchas oportunidades, además si las cosas no salen como esperamos siempre podemos aprender de los errores cometidos. Así que: