Pequeño espacio de descargo.

Aprendi a controlar mis emociones a la fuerza. No por voluntad propia, sino como un mecanismo autónomo de preservación.

Aprendí a aceptar que hay cosas que no puedo cambiar. Cuando careces de los medios para solucionar un problema la impotencia te come por adentro como un veneno.

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El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

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Esta vez el contraste fue demasiado duro y la caida altísima. Cai desde el cielo a la tierra con un golpe seco.

Aposté todo y perdí, de la manera mas humillante y contundente imaginable.

Oh dolor, mi viejo amigo, tanto tiempo sin vernos. El estómago rígido como una piedra, ansiedad incontrolable y placebos. Muchos placebos.

Fumar yerba, video juegos, lectura, escritura, salidas, series y amigos… Cualquier distracción vale. Cualquier herramienta que me quite este apretado nudo en el estómago.

Nada ayuda, pero nada me detiene. La vida sigue, el amor muere eventualmente. Cuando lo dejas de alimentar se seca y encoje hasta desaparecer.

Escribir ayuda como todo lo demas, absolutamente nada, pero expresarme hace mas llevadero todo. Éstas líneas de un desconocido que nadie va a leer jamas y que estan destinadas para nadie. Lo que debería escribirle en mensajes que jamas voy a redactar.

No es sólo orgullo, es respetarme y valorarme. Vio una pizca de lo que estaba dispuesto a darle, disfruto de mis mimos, gozo con mi calor, durmio mansa bajo mis caricias y se relajo acostada en mi pecho.

Pero eligió el dolor, el camino cómodo.

El mal conocido.

El veneno que ya esta tan acostumbrada a consumir, que no la mata pero la marchita. Un vicio narcotizante, completamente entregada a él, debil, adicta e irracional.

Me culpo a mi, quizas no tuve que haberle dado todo.

Quizas tuve que ser mas, o ser menos. Pero no me nace la mediocridad, cuando quiero, quiero con locura y sin razón.

No me arrepiento, transitaré mi dolor con orgullo. Me hago cargo de lo que siento. Pero el stress es un torturador silencioso e indetectable. No es una emoción, es presión, tensión, una parte de mi que quiere hablarte, saber cómo esta ella, acariciarle, llenarle de caricias y fornicarla de las maneras mas sucias y primitivas que tanto nos gustan. Pero una mano gigante comprime todos mis deseos de cuidarle, curarle y apoyarle. La presión de guardar todo esto crea una respuesta emocional inevitable, no puedo ceder a mi constante tentación de contactarla, tengo que aguantar.

No tengo opción, agoté todas las instancias de negociación, me devane los sesos buscando una solución, un terreno medio, pero nada pudo contra la firme y férrea obstinación de hacerse daño.

De no valorarse y cuidar de ella misma. Quizas justamente por eso huye de quien busca cuidarla y perdería un brazo por verla sonreír otra vez.

Pero sigo acá, siempre salgo… cuesta bastante mas de lo que recordaba, pero siempre salí.

No me arrepiento de haber apostado, sucumbir ante el miedo no es una opción. Fue maravilloso, no habria cambiado ni una coma, estuvimos cerca de armar algo invaluable.