Mata al Rey... y vete a Málaga
Hacia 1838 George Vivian viajaba por España. Dibujaba paisajes, que años más tarde publicó y se convirtieron en obras maestras del grabado; de Málaga hizo cuatro. Los reunió en un libro titulado Paisajes españoles y aquí reproducimos su portada.
Fijémonos en los individuos que aparecen: el mismo autor nos dice en una nota que son bandoleros.
Prestemos atención ahora al fondo de la escena: ¡Es Málaga!, con la Alcazaba y la torre de la Catedral. El mismo Vivian nos hace la descripción: “Alcazaba de Málaga y, al fondo, parte de la ciudad con la torre y el extremo este de la catedral. La Alcazaba es una fortificación árabe amurallada en la parte más alta de la colina de la ciudadela; se encuentra comunicada por unas largas murallas con Gibralfaro, la fortaleza que corona la colina.”
Así es que la portada de uno de los mejores libros de grabados sobre España está presidida por unos bandoleros charlando tranquilamente en La Malagueta… No es de extrañar, porque Málaga ofrecía una rica galería de tipos marginales, idealizados en unos casos (el bandolero o el contrabandista) y despreciables en otros (el baratero). Los testimonios de viajeros son numerosos: “El barrio del Perchel es muy peligroso; se compone de casamatas rodeadas de altas cañas. Lo habitan terribles bandidos salteadores de caminos” (P. L. Imbert, 1873). El marinero norteamericano Alexander Slidell (1827) dice que la clase baja que habita la costa andaluza, de Cádiz a Málaga, “es la canalla más camorrista, fullera y rencorosa del mundo”. Adolfo de Foresta (1877), que “en las cercanías de Málaga, más que en ningún sitio, son frecuentes los atracos y el bandolerismo”. Ch. Dembowski (1838), que “los bandidos son los amos en las carreteras de Málaga”. Y Ch. Davillier (1862) que “el baratero es un hombre de la hez del pueblo, que ha adquirido una habilidad extraordinaria en el manejo de la navaja y el puñal, y que explota el terror que inspira”. Los ejemplos podrían multiplicarse.
Todavía hoy mismo, cualquier persona que conozca un poco la vida de la ciudad sabe de la proliferación de pícaros, chorizos, sirleros, mangutas, peristas, camellos, macarras, gorrillas, colgaos y un sinfín de dudosos personajes que pululan por doquier. No es cosa de ahora, pues sus orígenes se encuentran en la variopinta caterva de bandoleros, barateros, menosos, contrabandistas, guapos, caballistas y charranes de antaño.
En consecuencia, Málaga tenía fama de ser cuna de delincuencia y nido de impunidad. Y esa fama dio pie a que corriera el dicho: “Mata al Rey… y vete a Málaga”.
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Many thanks. Regards...
que buena historia
Muchas gracias
muy buena historia..
Gracias...
Interesante relato. Tal vez por la época, había depresión laboral. Los grabados son hermosos.
Un gusto visitarle @conversus
Muchas gracias, Armonía.