Me encanta tu post, porque no solo expone dos maneras distintas de percibir un mismo hecho, en este caso, el matrimonio. Más importante aún, allana el camino para otras posturas al respecto.
Los jóvenes de hoy, ven el matrimonio precisamente como la consolidación de sus ilusiones, el descubrimiento y la aceptación de dos personas como pareja, con sus virtudes y sus defectos. Nuestros antepasados en cambio, se rigieron más por las normas "socialmente aceptadas", quedando más a expensas de una suerte de lotería.
Lo que sí reconozco de las generaciones pasadas es que una cosa es la libertad de elegir y otra muy distinta es el libertinaje o la promiscuidad. En ese sentido, creo que toda persona debe cuidar su salud y su imagen personal.
Ahora bien, soy de los que pienso que las leyes de los hombres fueron creadas para controlar nuestras sociedades; por ello, lo que conocemos como "matrimonio" no responde realmente a un acto de amor, sino a un contrato en términos jurídicos; y a un compromiso en términos religiosos. Esa naturaleza es completamente incompatible con lo que realmente debe ser el matrimonio.
En mi opinión, el matrimonio es la convivencia amorosa de dos personas, unidas porque se conocen, se aceptan y se aman como son, con sus virtudes y sus defectos; sin mayor atadura que el deseo de mantenerse unidos porque comparten una misión de vida común.
Entonces concluyo, según mi concepto, que no hace falta curas, ni registradores, ni abogados para que un matrimonio exista. Solo hace falta dos personas dispuestas a amarse hasta que su misión común finalice.