Instruyendo Yenni (Relato Erótico)
-Pa, ya me voy. Llego tarde, cuando salga de la universidad voy al cine con Santi pero vengo a cenar.
-Dale. Pido unas pizzas cuando vuelvas.
-Gracias pa.
Pa… Me llamaba así desde hacía más de ocho años. Al principio estaba bien, me casé con su madre enamorado, todavía sigo enamorado de María pero Yenni…
Desde que cumplió 16 años y comenzó a desarrollarse, con esos exuberantes pechos y ese culo que me vuelve loco. En verano, se pone unos shorts que dejan al descubierto parte de sus cachetes y me pone duro en segundos. A veces hago el amor con María pensando en Yenni.
Ahora con 20 años no podía hacer otra cosa que babear donde pisa y ella se da cuenta, se aprovecha de la situación, se aprovecha y me busca para su beneficio. Si quiere dinero, se lo doy, lo mismo con ropa, llevarla a algún lugar o mentirle a su madre diciendo que esta con sus amigas cuando sé que esta con ese pendejo que se coge. Muchas veces le dije que tiene que buscarse un hombre, que va a disfrutar más pero me hace unas caricias y asegura que Santi la coge muy bien. La sangre me hierve, envidiando a ese chico. Él tiene lo que quiero yo. Esos pechos, más desarrollados que los de cualquier chica, esas piernas atléticas alrededor de su cintura mientras bombeaba en ella.
Ahí en la sala me bajo los pantalones y bombeo mi polla en la mano. Imagino su culo en pompa mientras se la meto fuerte y la hago gritar de dolor y deseo. Esas tetas bamboleándose y apretar sus pezones y hacerla sufrir como ella lo hace conmigo. Subo y bajo más rápido la mano sobre mi polla, se curvan mis dedos de mis pies cuando exploto con un orgasmo que me hace desplomar sobre el sofá.
***
La puerta se cerró con un golpe duro, cuando me voy vuelta Yenni pasa como una exhalación hacia la cocina. Me levanto y la sigo, la encuentro sentada en la encimera tomando un vaso de agua.
-¿Qué pasó?
-Nada. Hace una mueca y huye de mi mirada.
-Yenni… ¿Qué te pasó?
-Nada, discutí con Santi.
-¿Te hizo algo?
-No. Solo intentamos algo y no funciono. Rehúye mi mirada, algo no anda bien.
-Yenni, decímelo, puedo ayudarte.
-Me da vergüenza, pa.
Nos quedamos mirando un largo rato antes de que hable.
-Intentamos con Santi hacer sexo anal y no salió como queríamos.
Me maree, la imagen de Yenni con el culo en pompa era mi sueño y ese pendejo muy posiblemente le hizo daño.
-¿Te lastimó?
-No, pero me duele y no podemos hacerlo. ¿Cómo hago para no duela tanto?
-Yenni… no sé si debamos hablar de esto.
-Pero dijiste que me podías ayudar, yo quiero hacerlo. Cuando me mete el dedo me encanta y me vuelvo loca pero no puedo hacer que me entre su pene.
Oh Dios. Esa imagen no se va a borrar de mi cabeza. Tengo que hacer algo para que no se dé cuenta que se me paro la verga. Si no podía ser mía, tenía que explicarle a ella o a él para que no la lastimara.
-No es fácil Yenni, el hombre tiene que ir despacio, dilatando la zona, chupando, lamiendo, metiendo un dedo a la vez hasta que se dilate bien. Masajearte el clítoris y usar tus flujos para esparcirlos por tu culo y facilitar la entrada.
-Santi no tiene paciencia. Su voz estaba ronca y dejo el vaso en la mesa porque empezó a temblarle el pulso.
-No es algo que se tenga que tomar a la ligera, a veces, no entra la primera vez y tienen que ir de a poco.
-Vos sabes pa. Se nota que sabes, capaz tenes razón y necesito encontrar un hombre fuerte, como vos, para disfrutar más. Mientras hablaba me rozaba el brazo con la mano y no miraba mis ojos.
-Te lo dije muchas veces un hombre, como yo, puede hacerte disfrutar mil veces más que ese noviecito tuyo.
-¿Un hombre como vos? Lo dijo en voz baja, acercándome a su cuerpo.
-Un hombre como yo. Lo dije tan cerca de su boca… Es una sirena que me atrae, es una tentación muy grande. Me alejo de ella, si no lo hago me voy a abalanzar sobre ella. Voy hacia la heladera para buscar el número del delivery.
-¿De qué queres la pizza?
No hablo. Me vuelta para verla sonrojada y mirando mi entrepierna.
-Pa… Vos… ¿Me enseñarías?
-Yenni…
-No, déjame terminar. Solo enseñarme, tengo mi consolador, podes dilatarme para que no me duela cuando volvamos a intentarlo. Hoy mami tiene turno en el hospital, podemos hacerlo y que sea nuestro secreto. ¡Por favor!
Que me tragara la Tierra. La tentación más grande la tenía adelante mío. Tener ese culo en pompa como siempre había deseado era una tentación inmensa, esa misma tarde me había masturbando imaginando eso.
-No se…
Se bajó de la encimera para colocarse adelante mío.
-Por favor, ¿Queres que Santi me lastime?
-No, como vas a decir eso.
-Entonces ¿Por qué no queres ayudarme? Se cruza de brazos y golpea el piso con un pie, está haciendo un berrinche, es muy testaruda, siempre le di todo lo que quiso y no va a parar hasta que le diga que si también a esto.
Llevo mis manos a la cabeza.
-No puedo hacer esto, soy tu papá, estás loca.
-No soy tu hija, No le voy a decir nada a mamá.
-No, no llores. Sabes que esto está mal.
-Pero quiero hacerlo.
-Me voy a arrepentir de esto. Digo cansado. –Anda a bañar, relájate. Cuando estés lista avísame.
Chilló sorprendí y saltó a abrazarme.
-Gracias pa. Se cuelga de mí y me da un beso corto en los labios. Al instante sé que me voy a arrepentir, pero voy a disfrutar al máximo.
***
Y ahí está ella, desnuda debajo de una toalla, parece que fuera a darle un masaje en vez de enseñarle sobre sexo anal. Su pelo negro cayendo sobre su espalda, tan blanca como su madre. Avanzo despacio y me siento en el borde de la cama. Esta nerviosa, se nota por como frota sus manos.
-Tranquila, si queres no lo hacemos.
-No, lo quiero. En su voz hay necesidad.
-¿Dónde tenes el consolador?
-En la mesa.
Abro el cajón y encuentro un consolador violeta, es pequeño, con bolitas de menor a mayor, va a ser de mucha ayuda.
Le acaricio la espalda muy despacio.
-Tranquila. Vamos a ir lento, si algo te incomoda me lo decís, ¿Si?
-Sí.
Levanto la toalla y dejo a la vista sus nalgas blancas como la leche.
-Dios… Sos hermosa…
Amaso sus globos, los abro dejando expuesto su capullo virgen y rosado. Paso un dedo y se frunce ante el toque.
-Ahora voy a poner lubricante y te voy a abrir con el consolador.
-Mmm… bueno.
Unto el aparto con lubricante y con una mano separo sus cachetes, con la otra apoyo la punta sobre su ano. Voy ejerciendo presión hasta que escucho un quejido.
-¿Te duele?
-Se siente raro, pero estoy bien, pa.
Ejerzo más presión y el consolador cede. Lo hago entrar y salir varias veces, solo las primeras bolitas.
-Así lento. ¿Lo hace así Santi?
-Ahh... Noo, él es más brusco.
Aspiro fuerte al sentir sus gemidos y ver cómo se retuerce. Tengo la verga tan dura que los pantalones me aprietan. Saco el consolador y le pongo más lubricante a las bolas grandes.
-Ahora vas a sentir más presión, ¿sí?
-Sí, lo quiero hacer, me está gustando mucho papi.
Escucharla llamarlo papi lo volvía loco. Quería cogerla con fuerza. Se olvidó del consolador y comenzó a utilizar sus dedos. Quería sentirla.
Volvió a abrir sus nalgas y la lubrico con su saliva, metió el primer dedo con facilidad, le siguió un segundo dedo mientras ella se retorcía y elevaba las caderas para que fuera más adentro. Con dos dedos dentro uso el pulgar para frotarle el clítoris, ella salto sorprendida y encendida. Esta tan mojada que no necesito ni lubricante ni saliva para seguir dilatando su culo.
-Están tan caliente Yenni. ¿Te hace disfrutar ese noviecito tuyo? ¿Te hace sentir lo que sentís ahora?
-No papi, esto es diferente, tan bueno, más fuerte por favor. Empezó a llorisquear y rotar las caderas siguiendo el movimiento de mis dedos.
-No, no quiero lastimarte.
-Necesito más.
Saco los dedos de su culo y penetro su vagina, aprisiona mis dedos llevándolos bien adentro. Empiezo a sudar, tengo los testículos de corbata de lo apretados que los siento.
-Nena, tengo que desabrochar mis pantalones.
-Si papi, sí. Quiero verte.
Desabrocho mis pantalones, me los saco junto con los calzoncillos. Me siento a horcadas sobre ella y dejo mi verga entre sus glúteos. Vuelvo a abrirle las nalgas con las manos y le escupo el ano para poner frotar mi pija de arriba hacia abajo haciendo estremecer.
-Duele papi, te necesito.
-Shh… tranquila. Aprende a disfrutar. ¿Dónde te duele?
-Mi vagina papi, esta vacía, por favor. Comienza a rotar las caderas con fuerza buscando el roce. Aprieto mis manos en su cadera para que se quede quieta mientras sigue quejándose pero no la dejo mover.
Vuelvo a meter dos dedos en su vagina, esta tan empapada que el sonido de chapoteo llena el ambiente junto con nuestras respiraciones, saco los dedos y vuelvo a presionar sobre su culo, entran con facilidad y agrego un tercero.
-Papi…
Saco mis dedos y agarro mi pija mojándola con sus fluidos.
-Tranquila, va a arder un poco, pero respira profundo.
-Dale pa.
Guio mi pija a su dilatado ano y me entierro muy lentamente, tiro la cabeza hacia atrás, es indescriptible lo apretado que es. Ella gime como loca, elevando las caderas para que la penetre más. Voy despacio, con un movimiento de vaivén, suave para que entre de a poco.
-Oh dios… esto esta tan bueno. Más por favor.
Empiezo a entrar y salir más rápido, es todo tan intenso, me acepto sin problema. Está muy excitada.
-Separa tus nalgas…
Lleva sus manos hacia atrás y se las abre. Poder introducirme tan profundo en ella y verlo me pone loco. Saco toda mi pija y la vuelvo a meter toda, lo repito varias veces, viendo ese agujero redondo cada vez que la saco.
-Date la vuelta.
Hago que se ponga boca arriba, con una almohada bajo su cadera. Puedo ver su sexo, totalmente depilado, rosado, mojado. No aguanto la tentación de flexionar sus rodillas y abrirlas todo lo que puedo. Bajo mi cabeza hasta su sexo y olfateo tu excitación, succiono con fuerza su clítoris, paso mi lengua por toda su raja mojada.
Alzo aún más su cadera y llevo mi miembro, otra vez a su ano. Rápido, duro, profundo, mientras le meto dos dedos en su vagina y juego con su clítoris.
-¿Te gusta?
-Sí, sí. No pares. Más rápido papi.
-Me calienta tanto que me digas papi.
-Papi… papiiii…
-Tócate.
Masajea su clítoris con fuerza. Yo sigo entrando en ella como un salvaje. Sus gemidos me excitan, la siento vibrar alrededor de mi pija mientras acaba con un gritito de lo más dulce, pero todavía no tengo suficiente de ella.
Se estira en la cama con una sonrisa somnolienta.
-Eso fue fabuloso.
-Todavía no terminamos amor.
Me mira con esos ojos color chocolate, brillando.
-Móntame.
Me pongo sobre mi espalda, ella se queda por un momento quieta mirando mi erección.
-Es muy grande. ¿Puedo tocarla?
-Dale
Se acerca despacio y escupe sobre mi verga, la lubrica para después pasar su mano sobre mi carne. Saca la lengua y la saborea, eso me provoca espasmos y mis testículos se aprietan. Se la mete en la boca y juega con su lengua, si sigue así voy a terminar y quiero ver su culo lleno con mi semen.
Hago que se coloque encima de mí y la ensarto, sentir su vagina tensarse por la sorpresa hace que casi eyacule dentro de ella. Pero antes de acabar quiero disfrutar de su mojado y apretado sexo. Comienza a entrar y salir lento hasta que sus movimientos se hacen erráticos. La ayudo con mis manos a subir y bajar.
-Quédate quieta.
Mientras apreso un pezón en mi boca empiezo a entrar y salir desesperado, todo lo rápido que puedo hasta que ella se acopla a mis movimientos y nuestras caderas se golpean con furia produciendo que tenga otro orgasmo. Se cierra alrededor de mí y puedo ver las estrellas, le muerdo con fuerza un pezón y lo tiro con mis dientes para intensificar su orgasmo.
Su vaivén sobre mi es lento, esa carita angelical que me tiene loco, refleja puro placer. Me siento, abrazándola y dejando que caiga de espalda sobre el colchón.
La doy vuelta, no nada dulce en mi manera de tratarla, necesito terminar con mi agonía.
-Perdóname pero no puedo esperar más, quiero tener tu culo así.
Levanto sus caderas, dejando en cuatro, bajo su pecho para pegarlo más a la cama. Me levanto para verla en esa posición. Años esperando tenerla así.
Me coloco delante de ella, masturbándome, mirando su perfil hasta que siento su mano sobre mí. Se levanta un poco y se lleva mi verga a esa boquita pecaminosa que me dice papi.
Me chupa, me succiona. Lame mi sexo como una profesional. Apoyo mis rodillas en el borde de la mano y llevo mis manos a tu culo para abrirlo y volver a meter los dedos dentro.
Un rugido sale de mi garganta cuando siento que se la lleva hasta el fondo de la garganta.
-No puedo más.
Me pongo detrás de ella y la penetro despacio hasta que mis testículos rozan sus nalgas.
-Movete.
Comienza a moverse mientras me quedo hechizado viendo mi pene entrar en su culo. Es la sensación más maravillosa. Se apoya más sobre el colchón y me doy cuenta que se está tocando. Me inclino, apoyando una mano sobre su hombro para impulsarme mejor. De tanto que salgo en cada embestida, mi polla sale y queda ese agujero, rosado, más abierto que antes delante de mí. Me inclino y lo chupo, meto mi lengua, escupo en él y la ensarto de un golpe. Grita, grita fuerte mientras tiene otro orgasmo. Salgo nuevamente para poner mi cara a la altura de su vagina, verla fruncirse por las espasmos del orgasmo, ver sus fluidos salir de dentro de ella, ese culo dilatado que por años me tentó, todo eso puede con mi cordura y llego a meter una vez más mi pija en su culo para acabar dentro de ella.
La cabeza me da vueltas mientras mis caderas siguen agitándose donde de su culo. Salgo despacio para ver como chorrea mi semen. Agarro sus cachetes y los separo para ver dentro de su ano, meto dos dedos para sacar mi semen y esparcirlo por todo su sexo hasta que la siento gemir.
-¿Estas bien?
-No puedo hablar, fue fantástico. Lo dice entre suspiros. –No puedo creer los orgasmos que tuve, con Santi me cuesta mucho acabar y eso que es un animal cogiéndome.
-Eso es porque es un pendejo, te dije que necesitas un hombre.
-Tal vez te haga caso papi. O tal vez… aproveche que te tenga en casa.
Eso último fue un mazazo. La imagen de ella con su madre, en la cama, me puso duro nuevamente. Ella se dio cuenta pero solo sonrió.
-¿Me haces un favor, pa?
-Sí. Le digo tapándome la cara con el antebrazo. La siento moverse y ponerse encima de mí, saca mi brazo de la cara y lo lleva a sus pechos.
-Todavía estoy caliente papi.
Se vuelve a acomodar, esta vez se sienta sobre mi cara para que le chupe sus pliegos resbaladizos por nuestros fluidos. Aferro mis brazos a sus piernas y entierro mi cara en ese lugar tan dulce. Le chupo el clítoris y la siento temblar sobre mí. Uso la lengua para barrer nuestros fluidos y tomar de ella todo lo que emana. Se refriega sobre mi cara, apoya los brazos sobre mi abdomen para moverse mejor. Estoy tan duro, necesito que me toque.
La tiro contra la cama, me levanto y la agarro por debajo de los hombros para tirarla hasta el borde de la cama y dejar su cabeza colgada.
-Abrí la boca.
Cuando lo hace se la meto hasta la garganta. Cuando me voy cuenta que le cuesta respirar salgo despacio. Repito ese movimiento un par de veces, su cara esta roja y todo mi miembro lleno de su saliva. Me agarra las pelotas y las masajea suavemente. Vuelvo a introducirme, despacio esta vez, para que me chupe. Llevo mi mano a su sexo y lo masajeo, meto dos dedos y presiono la palma contra su clítoris con furia.
Se retuerce porque no la dejo respirar, estoy tan clavado dentro de su boca que estoy en el paraíso.
Me alejo para darle un respiro, hilos de saliva van desde su boca a mi verga, los agarra y comienza a masturbarme mientras lame mi capullo.
Se hace insoportable el dolor que tengo en los testículos, hago que se siente en la cama, agarro su cabeza con ambas manos y se la meto en la boca mientras entro y salgo casi asfixiándola. Toco su garganta, quiero traspasarla, le inclino un poco la cabeza y lentamente lo hago.
-Relaja la garganta.
Lo hace y siento explotar cuando solo quedan unos centímetros para que la tome por competo. No aguanto mucho más. La aferro con fuerzo y no la dejo escapar mientras eyaculo bien el fondo de su boca.
-Trágate todo. Respira por la nariz.
Asiente y me mira a los ojos. Tiro la cabeza hacia atrás cuando una corriente recorre mi cuerpo. Su garganta se cierra sobre mi capullo y mi semen sale con más fuerza.
Aguanta hasta que termino con mi verga bien al fondo.
Esos ojos ardientes me dicen que ella también quiere otro orgasmo y no la hago esperar.
-Sos fantástica.
Le doy un beso en la boca y la hago acostar, entierro mi cara en sexo y chupo, lamo, le muerdo los labios. Con las manos abro bien sus pliegues, de un tono rojizo, meto un dedo en su vagina y ella me recompensa con unos adorables gemidos. Cuando empieza a mover sus caderas, cada vez más rápido, no puedo más y la ensarto de un golpe seco.
Como si no hubiera eyaculado hace tres minutos, estoy completamente duro, se la meto fuerte, bombeo, entrando y saliendo, mientras ella se pellizca los pezones. Esa imagen es tan erótica.
Acopla sus caderas con las mías, cada vez más rápido, más agitados, ninguno de los dos aguanta más. Estamos sudados, llenos de los fluidos del otro, cansados, pero no podemos parar. Recuerdo su culo abierto y mis testículos se aprietan y no puedo más.
-Masajea tu clítoris, no aguanto más.
Comienza a hacerlo mientras anclo mis manos en sus caderas y me empalo en ella con brutalidad.
-Papi… pa…pii…
Los dos tiramos nuestra cabeza hacia atrás cuando nos traspasa el orgasmo. Nuestras caderas saltan por los espasmos que produce este orgasmo. Paso un dedo por su clítoris y se queja, estamos muy sensibles.
Cuando salgo me doy cuenta que acabe dentro de ella, de mi hija.
-No te preocupes, papi. Tomo la píldora.
Se da cuenta el alivio que genera esa noticia. Noto cómo sale el semen de dentro de su sexo y, si no fuera porque eyacule tres veces y estoy muerto, estaría duro sin dudarlo. Lo extiendo por sus pliegues. Estamos cansados y se nota, no podemos mantener nuestros ojos abiertos.
-¿Puedo dormir con vos hoy papi?
-Hoy y todas las veces que quieras amor.
Le voy un beso en la cabeza mientras la atraigo a mi pecho y nos dormimos agotados.