Cualquiera que sea el plan que escojas para rebajar de peso, estás destinado a perder kilos. . . al menos por un tiempo. Pero la mayoría de la gente que hace dieta llega a un punto de estancamiento antes de alcanzar su meta, muchos se desalientan cuando pierden el entusiasmo antes que la cantidad de kilos programados. Muchas personas se dan por vencidas y vuelven a sus antiguos hábitos alimentarios.

Algo similar sucede en nuestra vida cristiana. Cuando empezamos nuestro andar con Cristo, fácilmente desechamos mucho de los pecados que nos han agobiado. Damos testimonios dramáticos de como fuimos liberados de conductas adictivas. Pero, después, la atención se dirige hacia otros creyentes nuevos y descubrimos que los pecados "pequeños" como la envidia, resentimiento y la ira no desaparecen con tanta facilidad como los "grandes". A veces, nos desalentamos tanto que perdemos de vista nuestro compromiso con Cristo y volvemos a algunas de nuestras antiguas manera de vivir.

Cuando Jesús habló del costo de ser sus discípulos (Lucas 14:25-35), quería que sus oyentes se dieran cuenta que creer en Él y seguirlo implica mucho más que empezar algo emocionante. Significa mantenerse firme en medio de situaciones difíciles.

Así que ya sea que hablemos de rebajar de peso o de avanzar espiritualmente, el mensaje es el mismo: "Lo más importante no es cómo empezamos, sino cómo terminamos"

La perseverancia marca la diferencia entre el fracaso y el éxito