Me puso a reflexionar tu post, tanto que me paré a tomarme un café, analizar el tema y hasta comentarlo con un hijo. No intento llevarte la contraria, sino simplemente aportar mi punto de vista.
Yo conocí gente triste en Venezuela, desde siempre, gente que te empeñabas en hacerle ver las grandes cosas que tenían a su alrededor y seguían anclados en una temática de pesimismo, cuando aún no nos había agarrado la debacle. El venezolano también es muy directo y si algo no le hace gracia pues no se ríe, y si estás en espacios de humor y estás viendo demasiada gente alegre, entonces eres de los buenos y estás haciendo bien tu trabajo, hacer reír. Una labor que me parece excelente, sobre todo en estos momentos. Recientemente compartí un post https://steemit.com/spanish/@charjaim/yo-si-quiero-ser-optimista y cuando lo hice fue porque necesitaba darme ánimo, he visto mucha gente con las lágrimas a punto de saltar cuando les saludas y avanzas en la conversación un poquito más allá del “Bien”, “llevándola”, “palante”, viene entonces el “ayyy” y no es para menos, lo estamos pasando realmente mal. Y necesitamos salvarnos y si nos salva la risa bienvenida sea, porque los momentos pasan y esto también pasará y el venezolano saldrá airoso de todo esto y habrá aprendido sobre lo dañino del bachaqueo, la necesidad de cuidar su planeta y los animales, la cooperación, la solidaridad, el altruismo, entre otras cosas sin perder su buen humor. No sé digo yo.