Hola, @lidtrompet, fíjate que con respecto a eso de la inocencia o no de las palabras, hay posiciones encontradas; así como con las llamadas malas palabras. Hay quien le da todo el poder a la palabra y la hace portadora de esa esencia o fuerza, lo que llamamos su carga semántica. Como cuando decimos por ejemplo, el poder de la palabra, le adjudicamos a ella esa fuerza que puede llegar a destruir inclusive. Pero también hay quien la percibe como inocente y que es el usuario quien tiene toda la carga de significado, que es en él donde recae la intención con que está usando el término. Esto último lo podríamos analizar, por ejemplo, imaginando que el receptor de la palabra es de otra comunidad donde ese término no tiene el significado con el que lo está usando el emisor. Hay anécdotas inclusive de personas cuyos nombres resultaban chocantes en otros lados, donde esa misma palabra era usada para un término denominado obsceno. Con respecto al término que usaste en tu ejemplo, el mismo tiene distintos significados, en algunos lugares significa tener mucha ira, pero en otro puede ser tener gran excitación sexual. Obviamente, si el interlocutor llega a inferir lo segundo y se lo hace ver al que lo que tiene es una inmensa ira, puede verse envuelto en un grave problema. Lo que nos muestra lo rica y variada que es nuestra lengua y la necesidad de conocer la pragmática, otra rama de la lingüística.