Contenido Original // La vida Audaz, ancianos inquietos.

in #spanish6 years ago (edited)


¿Te has preguntado cómo serás de anciano?

Esta pregunta anida muchos mitos. El primero, la presunción de que entre ustedes, estimados lectores, no hay ninguno de la tercera edad, y, ¿por qué habría de ser así?

Estudios recientes, como los llevados por el Pew Research norteamericano, la Fundación Vodafone del Reino Unido o el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio español, dan cuenta de bastante más de 30 millones de usuarios de redes sociales e internet cuyas edades superan los 65 años. Pero la sociedad más contemporánea nos ha preparado para asociar los medios digitales a la juventud, así como también para adjudicar a esa juventud los papeles protagónicos de las más increíbles hazañas humanas.

Esto no es del todo cierto, y no siempre fue así.

La percepción de la edad y de los roles que adjudicamos a las personas de edad varían históricamente y, hasta cierto punto, son una concepción cultural.

Humphrey Bogart, uno de los iconos del cine negro norteamericano, nacido en 1899, filmó una de las más grandes historias de amor de la cinematografía mundial en 1942, cuando contaba 43 años: Casablanca, dirigida por Michael Curtiz, que protagonizó junto a la hermosísima actriz sueca Ingrid Bergman, de 27 años para la fecha.

Bogart, si bien era un hombre joven, no estaba en su primera juventud. El imaginario que los arropa es el del hombre desengañado que padece un amor impedido por las convenciones sociales.

En cambio, Titanic, de James Cameron, otra de las grandes historias de amor del cine, estrenada en 1997, muestra a una pareja encantadora en su juventud e inocencia, dispuesta a romper con las convenciones de clase, pero que la muerte separa.


Fuente

Revisando la historia encontraremos casos que contradicen la intuición moderna de los roles de hombres y mujeres de cierta edad. Por ejemplo, Robert Falcon Scott contaba 44 años cuando lideró la Expedición Terra Nova, que logró llegar al Polo Sur y realizar una increíble exploración geográfica, además de ejecutar una valiosísima e inédita investigación científica. Cuatro años antes, Scott había liderado la Expedición Discovery , entre cuyos logros geográficos más importantes se encuentra hallazgo de la Meseta Polar.


Scott escribiendo su diario en la cabaña del cabo Evans durante el invierno de 1911. Fotografía de Herbert Ponting.

En estos menesteres, el ejemplo de Alexander von Humboldt no puede faltar. Contaba con 58 años cuando publicó los resultados de su expedición colosal por América, una obra de su exclusiva autoría, de 30 tomos, Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Con 60 años llevó a cabo una expedición de exploración minera a los Urales, de la cual regresó exitoso.

La vida y los aportes de Humboldt no admiten resúmenes.


Alexander von Humboldt de Julius Schrader (1859). A los pies del Chimborazo.
Sin embargo, hasta cierto punto se puede argumentar que estos ejemplos destacan personas de cierta edad, que, sin embargo, podemos considerar todavía jóvenes en los estándares actuales, incluso sin obviar la magnitud de las hazañas físicas e intelectuales que emprendieron.

No así podrá tratarse a una mujer como Alexandra David-Néel, quien, en su larga vida de 101 años, fue una estudiosa de las culturas orientales, cantante de ópera, pianista, exploradora, conferencista, y una practicante y estudiosa del budismo tibetano.

Nacida en Francia en 1868 y gran lectora de Julio Verne, comenzó a viajar desde muy joven. Sus primeros viajes a Oriente fueron realizados entre los 21 y los 34 años, primero por sus propios medios, a la India, y desde 1895 como cantante de la Opera de Hanoi, posición que le permitió visitar, además, Grecia y África del Norte.

En 1904 decide casarse con quien fue su amante durante cuatro años, el ingeniero Philippe Néel, a quien había conocido en Túnez. Pero no se queda a su lado. Se cansa pronto de la vida de artista y escritora parisina y comienza, en 1911, con 43 años, un viaje a Oriente del que regresará a su Francia natal en 1925, acompañada de un joven monje tibetano de nombre Aphur Yongden, a quien había acogido como hijo y cuya adopción formaliza en 1929.

De sus primeros viajes queda la aventura por la que será reconocida el resto de su vida y que le valió, en gran parte, el reconocimiento de La Sociedad Geográfica de París, que le otorgó medalla de oro y nombramiento como Caballero de la Legión de Honor: su estancia en Lhasa, capital del Tíbet, ciudad prohibida para los extranjeros.

En 1914, Alexandra había pasado dos años recibiendo enseñanzas de Ngawang Rinchen, un ermitaño y maestro reconocido que había alcanzado un alto grado espiritual. Aprendió sánscrito y yoga, lo que facilitó su estancia.
Luego de muchos intentos fallidos, en 1924, con 56 años, por fin logra entrar en la capital con su hijo adoptivo y contemplar el palacio de invierno del Dalai Lama -el Potala-. Conviven de incógnito allí durante dos meses, disfrazados de mendigos.

En 1925, ya en Francia, se dedica a una intensa vida como conferenciante y escribe y publica numerosos libros, hasta que, en 1937, con 69 años, regresa a sus exploraciones orientales, esta vez en un periplo por China.

Desafortunadamente, el viaje de estudios y exploración se transforma en un viaje de huidas y estancias forzadas provocadas por las calamidades de la Segunda Guerra Mundial. Además, sufre desde la distancia la noticia de la muerte de su marido y amigo Philippe Neel, con quien nunca dejó de tener correspondencia. En 1946, con 78 años, regresa a Francia nuevamente, cargada de conocimiento, pero también de dolorosas experiencias y privaciones, y se queda allí hasta su muerte, acaecida en 1969.

El regreso final a Francia está marcado por la postguerra. Alexandra y su hijo sobreviven de la herencia dejada por Philippe Neel y las regalías de sus publicaciones. En 1955, Yongden muere y su madre cae en profunda depresión. Vaga, viviendo en hoteles, durante cuatro años.

En 1959 conoce a la joven Marie-Madeleine Peyronnet, de 29 años. La emplea como su secretaria, pero será en realidad su apoyo moral y su compañía durante los siguientes diez años. Fue esta mujer la que, como su asistente, ayudó a la anciana Alexandra David-Néel, de 100 años, a renovar su pasaporte. Quizá esta vida audaz sintió la inquietud del viaje último. Esta gran exploradora y escritora falleció a pocos días de cumplir 101 años y dejó un inmenso e invaluable legado.


Alexandra David-Néel

Si bien la vida de David-Néel es singular, sobre todo por haber realizado una vida tan plena siendo mujer en la época en la que le tocó vivir, no es un caso único. Hay muchos ejemplos de vidas audaces esperando en la historia para redimensionar los roles que solemos adjudicar en nuestro presente más inmediato a la mayor edad, tercera edad o como quiera que eufemísticamente llamemos a las personas que consideramos, en un lenguaje simple y llano, viejas.

Veamos finalmente otro caso asombroso: Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho, el arquitecto brasileño reconocido por ser el creador de los edificios más emblemáticos de Brasilia, en cuyo proyecto de edificación fue uno de los dos responsables.
Oscar Niemeyer nació en Río de Janeiro, 15 de diciembre de 1907 y murió en la misma ciudad a escasos diez días de cumplir 105 años.

Si bien es asombroso el hecho de vivir largamente, este acontecimiento natural de la duración no constituye en sí mismo un mérito individual; lo es, si consideramos la forma en que emplea esa vida el hombre favorecido. En este sentido, Oscar Niemeyer es un emblema de larga vida enormemente aprovechada.

Curiosamente, no fue un genio precoz, ni comenzó su carrera siendo adolescente. Se enamoró y casó a los 21 y terminó su carrera universitaria en la Escuela de Bellas Artes de Brasil cuando tenía 27, graduándose como Ingeniero Arquitecto. Para 1940, con 33 años ya había obtenido cierto reconocimiento dentro de Brasil con la construcción de Iglesia de San Francisco de Asís, en Belo Horizonte.


Iglesia San Francisco de Asís, Belo Horizonte, Brasil

Con esta obra, comienza una carrera de largo apasionamiento por las posibilidades plásticas y escultóricas del hormigón armado. Los arcos, la geometría curva, son elementos emblemáticos de una búsqueda estética en la que empleó una vida muy larga. Para 1952, participó con Le Corbusier en el proyecto del edificio principal de las Naciones Unidas, en Nueva York; obra en la que supo combinar armónicamente las formas monolíticas institucionales con las suaves curvas de hormigón que tanto le atraían.

Sede de las Naciones Unidas, Nueva York

En 1956, cuando contaba con 49 años, Niemeyer es invitado a trabajar en el proyecto de la que sería la capital de Brasil, Brasilia. Se le encarga el proyecto de edificios. La ciudad fue diseñada y construida en cuatro años. De ese corto período, Niemeyer diseñó en apenas meses una larga lista de edificios emblemáticos de la capital y edificaciones que se convertirían, con el paso de los años, en referencias mundiales de la estética arquitectónica.

Aparte de los edificios residenciales y comerciales, y de la Catedral de Brasilia, la mayoría de estas construcciones son sedes de la dirección ejecutiva y político-administrativa de la ciudad: el Palacio da Alvorada, residencia del Presidente; el Congreso Nacional (la Cámara de los Diputados y el Senado Federal); el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería; la sede del Supremo Tribunal Federal; el Palacio del Planalto, sede del gobierno y los edificios de los ministerios.


Vista Norte de la Catedral Metropolitana de Brasília


Congreso Nacional, Brasilia
Brasilia marca un momento culminante de la carrera de Oscar Niemeyer y lo catapulta definitivamente a la fama global. Quizá por el hombre que fue Niemeyer alcanza en esta experiencia su culminación como artista y su definición estética de madurez. Logra entender y proyectarse en su obra, en el cruce de técnica y estética, como artista-arquitecto, apoyado en las representaciones curvas y plásticas de la arquitectura y en la levedad de las estructuras que buscan intervenir el espacio vacío, integrándose en el paisaje. Es una búsqueda estética, por otra parte, surgida desde la comprensión de las posibilidades de su material principal, el hormigón, y desde la comprensión estética de su mundo, de su Brasil natal, tierra de paisajes sinuosos, costas serpenteantes, agua, morros y montañas.


Oscar Niemeyer. De curvas está hecho todo el universo. UNED.

Con 83 años, luego de una activa vida como arquitecto con destacados proyectos ejecutados en Brasil y en diferentes partes del mundo, y habiendo vivido un exilio de más de diez años por causa de la dictadura militar, realiza el proyecto del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Niteroi, en Río de Janeiro, una hermosa estructura semejante a una copa que queda suspendida al borde de un acantilado. Es una obra maestra que se convertirá en otro emblema de su trayectoria como artista-arquitecto.

Museo de Arte Contemporáneo, Río de Janeiro

Con 96 años, vio inaugurarse el Serpentine Gallery Pavilion en Hyde Park, en Londres. Ese mismo año murió su esposa, con quien estuvo casado desde los 21 años. Con 98 volvió a casarse, y, con 104 años, proyectó y vio ejecutado en su honor el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer, en España
Sus memorias, fueron publicadas en 1998 bajo el título As curvas do tempo ( en español, Las curvas del tiempo, en alusión a su larga vida consumada en el ideal curvo de la geometría arquitectónica: las curvas que definieron su paso por el mundo y esquivaron por largo tiempo la muerte; las curvas trazadas por la vida audaz de Oscar Niemeyer.

«O importante é que cada arquitecto faça a sua arquitectura. Sei com que entusiasmo procuramos a solução desejada e com que esperança a concluímos. E isso tem que ser respeitado», dejó dicho. Sustituya, porque para Niemeyer hubo poca diferencia, arquitectura por vida y tendrá un hermoso legado: “Lo importante”, hubiera podido decir, “es que cada persona realice su vida. Sé con cuánto entusiasmo buscamos la solución deseada y con cuánta esperanza la concluimos. Y eso tiene que ser respetado”.

Y lo respetamos, Maestro.


Ante una población global que avanza hacia la vejez (las NU estima que para 2030 habrá unos 1400 millones de ancianos en el mundo, se impone la necesidad de revalorizar el rol de las personas de mayor edad en la sociedad, y, en términos más cercanos, en nuestras vidas. Ejemplos como los anteriores cambian definitivamente nuestra percepción de los roles en la edad mayor, pero también nos hacen pensar en la desvalorización, muchas veces involuntaria, a la que sometemos a nuestros ancianos.

No solo la legislación de muchos países establece leyes y medidas de protección de este sector de la población, ciertamente vulnerable, que resultan hipócritas en la práctica, sino que nuestra indiferencia frente a sus valores se torna en un maltrato doloroso. En mi país, Venezuela, por ejemplo, existe una hermosa legislación de protección para la tercera edad, pero los hechos reales indican que las pensiones adjudicadas no alcanzan, en un contexto hiperinflacionario, para cubrir los gastos médicos más básicos, ni para una alimentación de valor nutricional mínimo.
El resultado es que muchos de nuestros abuelos viven una especie de indigencia forzada, independientemente de su inteligencia, lucidez, aporte profesional o social pasado o presente. Estas circunstancias y nuestros prejuicios sociales sobre la vejez actúan para hacer de vidas valiosas por su experiencia y saber un patrimonio ruinmente desperdiciado.
Afortunadamente, diversas organizaciones internacionales están tomando acciones para revertir estos desmerecimientos: ya sea por la vía de creación de universidades de la tercera edad, establecimiento de residencias mixtas donde conviven jóvenes y viejos para enriquecerse mutuamente, o instituyendo fechas de activismo, como hizo la Asamblea General de las Naciones Unidas, al instituir el 15 de junio como Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez y el 1 de octubre como Día Internacional de las Personas de Edad.

Como quiera que se vea, avanzamos lentamente pero con paso seguro a un empoderamiento de la bella edad. Y si quedan dudas, las vidas audaces de grandes hombres y mujeres se encargan de recordarnos nuestra deuda histórica, sobre todo en Occidente.

Autor de la semana @adncabrera.
Equipo de contenido original @cervantes.

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Tu publicación me ha hecho reflexionar ¿ como quiero ser de anciana? quiero ser sana, delgada, sin ningún tipo de vicios, no depender económicamente de mis hijos, preparar deliciosos platos para atender a mi familia y seguir aprendiendo el arte de las tecnologías, fotografía y la música. Eso es lo que quiero ser, mas otras cosas que se sigan presentado en la vida y como TODO LO PUEDO EN CRISTO. Amen. Me encanto tu publicación. Cuenta con mi apoyo. Saludos

Excelente post. Muy interesante conocer sobre la historia, la vida y el legado de hombre y mujeres que dieron su vida por alcanzar sus sueños y dejar un legado a la humanidad. Creo que es importante tambien mencionar en nuestra querida Venezuela el legado del Doctor Jacinto Convit quien murio a los 100 años de edad y dedicó gran parte de su vida a la medicina epidemiológica y a la investigación de las células cancerígenas. El Doctor Convit Creó el Instituto de Biomedicina de Caracas y la Red Nacional de Dermatología Sanitaria. Estudio las enfermedades endémicas como la leishmaniosis, lepra y el Mal de Chagas, y fue el autor de diversos trabajos científicos que ayudan a entender estas enfermedades tropicales.

Gracias por tu lectura aporte a la discusión, @almagenerosa. Si revisamos la historia encontraremos muchas más almas inquietas que evidencian el valor de nuestros ancianos. Algunos destacadísimos como el Doctor Convit o el poeta Nicanor Parra; otros no tan famosos, pero que igual han hecho maravillosas hazañas familiares.
Recibe un saludo y nuevamente mi agradecimiento.

Me impresionó la historia de Alexandra!!!

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Gracias por tu lectura, @lopzdaniel. Esta mujer es impresionante. Una singularidad de su tiempo, además fue una artista excepcional.

Es curioso, toda mi vida me he hecho un montón de preguntas respecto a esto, ¿como seré de anciana? ¿como me veré? ¿llegare a ser anciana? son muchas preguntas, me he cuestionado las posibilidades que tendré en ese entonces. Que irónico que una lectura pueda recordarme lo. Excelente tema.

Gracias por tu lectura, @andreacastaneda. Suena contradictorio, pero la juventud es el momento de construir la vejez que proyectamos. Si tenemos la suerte de tener una vida larga, pueden ser años para dar mucho de nosotros.

yo de anciano seré como Dumbledore, siempre he querido ser una persona de buen criterio.

Excelente elección. ¡Qué vivan los magos!

gracias a los amigos del Proyecto Cervantes por educarnos con sus pots.

Gracias por tu lectura, @jhonromerovzla.

Un post interesante y en el cual podemos reflexionar; entendiendo que en muchos casos la "vejez" solo existe en nuestras mentes y que la edad no importa, cuando quieres lograr tus sueños.

Gracias or tu lectura, @davidhernandez. Las limitaciones propias de la edad no son impedimento para una gran variedad de actividades. No se trata de ignorar la edad, sino de entender sus valores y apreciarlos.

Tenemos superpoderes, así que no vamos a envejecer. Aunque ver a nuestros seres queridos cambiar y ponerse arrugaditos, quizá sea algo triste.

Jajaja... Supongo que será algo triste vernos envejecer. Aunque si envejecemos en un mundo bien cuidados por superhéroes inmortales, tal vez no sea tan duro.
Bromas aparte, algunos de los ancianos que cito en el artículo sí que parece que tenían poderes especiales.
Muchas gracias por tu lectura.

@adncabrera, es para mi un gran placer conocerte, Muy buena estructuración del contenido, me llama la atención como en ocasiones invisibilizamos a las personas de la tercera edad, que equivocados estamos muchos, tal como lo ilustras hay que tomar conciencia con el abuso y el maltrato hacia la vejez es mi humilde opinión estimada, espero pronto poder encontrarme a un adulto mayor motivado a seguir inventando o errando, eres digna de pertenecer al equipo @cervantes, gracias por compartir tan significativa arte, esto no es un post cualquiera, proyecta el mensaje bien definido y eso en lo personal me encanto, también por demostrar que la lectura no esta peleada con la tecnología, ni la escritura casada con la pobreza, un abrazo fraternal. @alberzamal

Gracias por tu atenta lectura, @alberzamal. Efectivamente, la desatención hacia la vejez, en todos los aspectos, sale cara a las sociedades y nos condena como individuos, pues, si tenemos vidas prolongadas allá llegaremos. Al desvalorizar a los ancianos, nos desvalorizamos a nosotros mismos por anticipado.
Estar en las redes es ya un avance para allanar estas diferencias, pues en las redes la comunicación tiende a ser más horizontal. Saludos.

Los ancianos son el oro en vida, el amor que brindan, la sabiduria que poseen, en encanto que transmiten de manera ten delicada, muchos no saben apreciar lo que realmente significa el valor de la vejez, !excelente post! la vida es un constante aprendizaje,
!muchas bendiciones!

Gracias por tu lectura sensible, @vanytara. Amar a nuestros ancianos es el inicio del justo reconocimiento de valor que les adeudamos.

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