Reflexiones de aquel que escribe: Me escribo, me arrugo y me quemo.

He caminado, constando de tal fragilidad interna; que dudo que mis extremidades puedan resistir los impactos rítmicos contra el suelo. Como si el cansancio fuese a traerme una respuesta envuelta, como si estuviese literalmente separado a tantos pasos de algo con la capacidad de invertir las cosas a mi favor.
Pero, ¿qué podría ser?
Nunca consideraría un tesoro en la era moderna.
Algún mago; de esos que caminan sobre el agua, no recuerdo dónde los hacen...

En momentos de debilidad, algunos de nosotros, podemos llegar a ser tan egocéntricos... De pensar que todo lo que existe en la creación está allí para resarcir nuestras desgracias, para finiquitar los pasivos imaginarios que tiene el destino para con nosotros.

Me he flagelado a mí mismo; de maneras poco convencionales, hasta el punto de no identificarme frente al espejo, y me he sonreído sinceramente por primera vez. He reconocido, que soy más alguien de memoria muscular y que las líneas que me definen (no por limitación, por analogía) están hechas a base de cicatrices, rasguños, enmendaduras. Me enorgullezco de las marcas en mi cara como una medalla de supervivencia, me regocijo de la grieta sobre mi vientre de las veces que he dado a luz.
A mis pocas y breves creaciones.

He perdido el rumbo, me he extraviado, he dejado el aprender acerca de los puntos cardinales para el día siguiente los últimos veintidós años de mi vida. He sido decapitado en diferentes oportunidades, por mano ajena y mía, y me he preocupado más en buscar los lentes que mis propios ojos.

He aprendido, que la mutilación puede tomar el papel de un método de podado agresivo; para arbustos ásperos, insensibles. Poco ortodoxo, inverosímil, asimétrico. Se vuelve complicado trabajar con los materiales que se tienen a la mano cuando todo lo que se tiene es a uno mismo para abrazarse.

He aprendido, tardíamente, uno de los oficios de la academia pueril, a hacer obras de arte con escombros y materiales de desecho, mas no desperdiciados. Me escribo con los cabellos que prefieren suicidarse a permanecer conmigo, me bendigo a mi mismo con una cruz en la vasta frente; con las cenizas luego de cremar mi cuerpo. Me leo boca arriba, acostado sobre el suelo del cual provengo. Soy borrador de la obra que entregaré en la elegía.

Me reescribo flagrante con cada una de estas líneas y las siguientes; si el futuro me lo permite.
Y las siguientes...
Y hoy, sonreiré ante el la antología, el mosaico de cada uno de mis espejos rotos.

Este relato son reflexiones que quise dramatizar de alguna forma mediante mi fotografía aficionada y una cámara de tercera, los consejos u observaciones serán bien recibidas

Saludos.