— ¿Ah? — fue lo único que alcance a decir.

— ¿Qué si vas a jugar? ¿Jugamos una partida? — ahí va de nuevo, el destino sí que juega un poco sucio.

— Que mala selección de palabras — dije con una pequeña sonrisa.

— ¿Por qué? — dijo, parecía confundida y era de entenderse, para ella todo el día fue común y corriente.

— No importa, a ver ¿Qué quieres jugar? — trate de quitarme eso de la mente, después de todo mi destino quería jugar.

— Sabes que no dejaré de preguntar — dijo, con una sonrisa capaz de iluminar mundos oscuros — además es solo un juego de contar historias alrededor de la fogata y eres bueno en ello.

— Yo si me voy a jugar — dijo mi amigo y se fue a la fogata, aunque presiento que más que contar historias quería sentarse al lado de la catira que se encontraba allí.

Le conté lo que había pasado, todo, con cada detalle, inclusive lo culpable que me sentía.

— No es tu culpa — dijo sin más y una parte de mi lo sabía, pero otra parte se sentía culpable igual.

— ¡HEYYYYYYYYY TU ERES MI HERMANO! — dijo una voz que estaba medio ebria — ¿Cómo estás? Ya nunca escribes — complementó, era él, quien había sido mi mejor amigo durante tanto — Oye, oye, oye ella es… JAJAJA felicidades, tiempo si verte a ti también — dijo mientras le tendía la mano a mi destino.

— Hola, ¿Cómo estás? — dije sin más.

— Bien ¿y tú? No me dijiste que se había puesto más bonita — dijo dirigiéndose a ella, cosa que me hizo levantar una ceja involuntariamente.

La conversación continuó, bastante fluida y de alguna manera la pesadez de su presencia, poco a poco, fue desapareciendo y finalmente, después de un par de horas, ya ni se sentía. No me había dado cuenta, tal vez por todo lo sucedido, de cuanto los extrañaba, a ambos. El evento principal dió inicio, el objeto principal de que todos estuviésemos allí empezaba, en el cielo estrellado la luna ya había tomado el tamaño más grande que haya visto en toda mi vida. Se veía tan hermosa abriendo sus ojos de par en par dando una vista realmente chistosa, parecía una niña, y si, la luna también estaba hermosa, el eclipse comenzaba y el sol comenzaba a pasar por detrás de la luna creando un brillo único.

— ¡AHHHHHHH, COÑO, COÑO, COÑO! — gritaba mi amigo mientras corría a su camioneta, se metía por la ventana y tomaba los lentes que sabía que estaban allí pero que olvide — ¡hey! Toma, te dañaras la vista — dijo, mientras me lanzaba el par de lentes oscuros — Destino, para ti también hay, toma.

— ¡jajajaja! ¿y para mí no hay? — dijo quien había sido mi mejor amigo.

— ¿Y tú quién eres? — dijo, mi amigo a pesar que sé que sabía quién era, eso, internamente, me saco una sonrisa.

Alcance a ver a mi destino, me puse lo lentes y aprecie el eclipse, había avanzado rápido ya se encontraba a la mitad. Durante un instante pensé “¿Cuántas veces en la vida podré ver un eclipse de esta manera?”, “¿Cuántas veces más?”, la respuesta fue obvia “nunca más” porque después de todo este momento nunca volvería, mis mejillas enrojecieron, mis orejas se calentaron y mi corazón latía tan rápido que tal vez moriría porque esa velocidad se comería años de vida del pobre órgano, entonces lo hice, tome su mano otra vez.

Pronto, el eclipse llego a su punto máximo, era perfecto, un anillo de luz rodeaba la luna, además aun no soltaban mi mano así que fue perfecto. Para cuando terminó, por respeto la solté y continuamos hablando, los tres, ya que mi amigo se había ido de nuevo con la catira a la cual, obviamente ya conocía y que por lo que podía ver desde mi lugar ya se llevaban muy bien, sin embargo un momento especialmente agradable fue saber que el eclipse lo compartió con nosotros y no con la catira del momento, después de todo, no abandonas a tus amigos por un “culo”.

La noche continuó y entrada la madrugada hacia frio y sueño, mi amigo se había perdido en el tráiler de la catira y mi destino y quien fue mi mejor amigo entramos en su tráiler a seguir bebiendo y hablando.

— Gordo, duerme, te estas quedando dormido — dijo mi destino, mientras hablábamos, o eso pensaba porque aparentemente si me había quedado dormido un segundo mientras sostenía un trozo de su camisa en mi puño.

— No es cierto — mentí, el día me había quitado mucha energía pero no quería dormir, no queria perderla de vista.

— Sí, no te preocupes puedes dormir en el sofá y nosotros nos sentamos en el piso — dijo quien fue mi mejor amigo.

— Tranquilo, estoy bien — dije pero pronto me dormí en el sofá en el que ya estaba.

Me dolía la espalda, fue incomodo, muy incómodo, algo faltaba, bostece, algo faltaba, algo no estaba, tarde poco menos de un minuto en darme cuenta que generaba esa sensación de vacío que ahora sabía que estaba en mi mano, su ropa no estaba, mi mano estaba vacía, eso estaba mal, para mí lo estaba. Me incorpore de manera que quede sentado, la puerta del fondo estaba abierta, me paré a despedirme.

— Jor… — dije, mientras abría la puerta, siquiera pude terminar, solo no pude.

Frente a mí, se encontraba mi destino desnuda encima de quien fue y quien ahora sabía que nunca más seria mi mejor amigo, me gire y me retire, deje la puerta abierta, antes de salir la ira no me dejó, así que tome mi teléfono y se los lance con toda la fuerza que tuve, le pegó a ella primero en un costado, reboto y le pego al costado de él, lamente que no fuese, al menos, al revés, le pego a ambos porque estaban jodidamente cerca, debían estar lejos, me sentí mal por haberla lastimado pero no dije ni diría nada más, salí del tráiler, y una vez afuera comencé pegarle patadas al tráiler, grité, pero no de ira, ella solo estuvo presente cuando arroje el teléfono, mi compañera, la ira, fue demasiado efímera, luego solo quedo, tristeza e impotencia, una parte de mí, de alguna manera no podía culparlos.

Caminé lo más rápido que pude a la Pick Up de mi amigo, él ya estaba allí, así que aceleré el paso para llegar a la camioneta.

— Me boto del tráiler hace como cinco minutos, porque le dije que tenía novia, no sé qué preten… — dijo esto con una sonrisa pero cambio a un rostro serio — ¿Qué paso?

— ¡Para, no te vayas! — gritó mi destino antes de que llegase la camioneta.

— No pasa nada, tranquila — le dije, pero sus lágrimas ya corrían por sus mejillas.

— No, no, para — balbuceaba pero no lograba concatenar palabras — además tu vienes y te vas, fuiste tú quien se fue, no yo, tu, tu, tu — repetía mientras lloraba y me sujetaba las manos.

— Lo sé, tranquila — era lo único que podía decir.

— ¿Qué paso? Suéltalo — dijo mi amigo, y juré en ese momento seria mi mejor amigo — vámonos, llegare tarde.

— ¡Hey!, de verdad, no te preocupes, no pasa nada —dije, pero ya me quería ir, no podía estar allí otro minuto.

— ¡BASTA! Solo te molestas y te sientes así porque es lo que se supone que debes sentir, eres así, no me quisiste, tú te fuiste así que no actúes como si esto de verdad te doliera — dijó y ya no pude seguir escuchando, me solté de su agarre y me monte en la camioneta.

No tuve necesidad de decir nada, en lo que cerré la puerta la camioneta arrancó, en todo el camino, mi mejor amigo no dijo nada, no pregunto nada, solo prendió la radio y Never Think de Robert Pattinson se escuchaba en ese momento, me pareció ideal.

No me había fijado en el hermoso camino que habíamos tomado para llegar al lugar de observación, la carretera estaba rodeada de árboles de un verde muy fuerte, la imagen de esa carretera de alguna manera me calmo, era la calma de la naturaleza frente al desastre emocional, me hizo bien.

Antes de entrar a la ciudad de nuevo, pasando por el último tramo de bosque pude recordar algo.

— ¿Por qué me dices destino? — dijo quien seria de ahí en más mi destino y eso me hizo sonreír un poco.

— ¿Conoces la historia de Orión?

— No.

Es curioso, un tiempo distinto, un orgullo causado por razones distintas, inclusive una flecha distinta, pero la muerte de Orión era inevitable, no lo fue en su tiempo y tampoco en este.

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